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Los 10 mejores discos del 2022 por Martín Cirillo
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Al momento de publicar esto ya habrán sido casi dos semanas desde el inicio del 2023, aunque todavía no terminé de acostumbrarme a la idea de que el 2022 se haya terminado, sobre todo después de un diciembre que tuvo a la Argentina volviendo a ganar un mundial y la alegría general que se da cuando de vez en cuando a este país le sale una bien. El tener que andar pensando esta lista también contribuyó a que mentalmente siga en el 2022, teniendo que repasar una enorme cantidad de lanzamientos, tachando y reordenando títulos hasta terminar con una lista de diez que me dejara satisfecho, tratando de balancearme entre las bandas modernas y las bandas clásicas, los sonidos clásicos y la experimentación, lo extremo y lo melódico.

Sin nada más para agregar, comencemos.


10 – Fellowship – The Saberlight Chronicles

2022 fue un buen año para el power metal, ya fuera con los discos de viejos conocidos como Stratovarius, Visions of Atlantis, Wind Rose, Terra Atlantica, Shaman y Blind Guardian como por los debuts de nuevos nombres como los islandeses Power Paladin, los suecos New Horizon, los estadounidenses Eternal Ascent y, como primera banda en esta lista, los ingleses Fellowship.

Oriundos de la pequeña ciudad de Harwich, en el sureste de Inglaterra, Fellowship tienen bien estudiado el manual de ese power metal ultra melódico europeo que combina riffs a toda máquina con orquestaciones sacadas de algún musical bien cursi y una actitud extremadamente nerd y sin mucho filtro, de alguien capaz de grabar un cover pesado de “Can You Feel the Love Tonight?” de Elton John, la canción que el inglés compusiera para El Rey León. En su debut The Saberlight Chronicles, este quinteto demuestra que esta actitud también se traslada a sus composiciones propias: la intro de xilófono de la inicial “Until The Fires Die” bien podría haber sido sacada de algún musical estereotípico de Disney.

Si el oyente logra superar esa tremenda prueba a su tolerancia, lo más seguro es que logre apreciar este álbum por lo que es: una muestra fantástica de metal poderoso, melódico y optimista, pero por sobre todo sumamente honesto en sus intenciones. “Oak and Ash”, “Atlas”, “Glint”, la épica final “Avalon” o cualquier otra canción que uno elija de manera aleatoria, TSC es un trabajo que lo pone a uno de buen humor, algo difícil de encontrar en el mundo del heavy metal. Si se está hambriento por ese power metal a lo Rhapsody of Fire, lo hecho por Fellowship es extremadamente recomendable.

9 – Critical Defiance – No Life Forms

Critical Defiance había debutado con Misconception, un bombazo de casi 40 minutos de thrash metal que si hubiera sido lanzado por alguna banda estadounidense tres décadas antes sería considerado un disco de culto: el haber sido editado por un joven cuarteto chileno en 2019 puede que haya hecho que se haga más difícil de notar, pero no quita que hablamos de uno de los mejores trabajos thrasheros de los últimos veinte años.

Para su segundo trabajo No Life Forms, estos oriundos de Villa Alemana dieron algunos ajustes a su fórmula al incorporar una guitarra más a su formación, buscar una producción menos retro y, por sobre todas las cosas, hacer que sus canciones sean todavía más frenéticas. Si el primer álbum sonaba como el hijo perdido de Kreator y Metallica, No Life Forms tiene al ahora quinteto con una fuerte influencia de Sadus, con esos riffs ultra técnicos y ritmos cambiantes y vertiginosos.

Sumado a esto, los CD comprimieron sus canciones hasta llevar al disco por debajo de la barrera de la media hora. Puede que algunos extrañen las estructuras más desarrolladas del debut, pero en este disco esto combina perfectamente con la velocidad abrumadora de las canciones, quedando un disco tan jodido y violento como el debut pero de una manera diferente y que se puede disfrutar por sí solo.

8 – Imperial Circus Dead Decadence – MOGARI – Shi E Fukeru Omoi Wa Rikujoku Sura Kurai, Kanata No Sei Wo Aisuru Tame Ni Inochi Wo Tataeru.

A menos que se tengan 5000 horas de animé encima, creo que es complicado tomar en serio a Imperial Circus Dead Decadence a primera vista con ese nombre sin sentido y el enorme porcentaje de fans que parecen haberlos conocido jugando al osu!. Pero si se es capaz de nadar entre las capas de maquillaje y portadas pornográficas, estoy seguro de que cualquier metalero de a pie puede llegar a encontrar mucho que le guste en la obra de este colectivo de músicos japoneses (hasta puede ser que ese par de elementos sea lo que primero le atraiga).

MOGARI es el tercer LP en la discografía de ICDD y su primer LP en 11 años, aunque editaron un par de EP durante esa década y monedas, y los tiene tan exagerados y brutales como de costumbre. Lo suyo es una mezcla de death metal ultra melódico, guitarras powermetaleras y arreglos sinfónicos, como una fusión de Cradle of Filth, Bal-Sagoth, The Black Dahlia Murder, Fleshgod Apocalypse y Chthonic. Combinando las orquestaciones con voces guturales, chillidos danifilthescos, recitados limpios y cantos femeninos, MOGARI es un canto a la teatralidad a lo largo de más de 70 minutos, lo cual bien puede ser demasiado al principio pero el tiempo termina volando al escucharlo, con una energía que no parece bajar nunca un cambio.

7 – Luzifer – Iron Shackles

Venimos de un par de años muy fructíferos para el metal retro con los lanzamientos de TOWER, Riot City, Herzel, Heavy Sentence, Maule y un largo etcétera. El representante de esta movida en la lista de hoy viene de parte de Luzifer, grupo alemán oriundo de Colonia que llega a su LP debut luego de casi una década y media de carrera.

Escuchando atentamente Iron Shackles, es fácil llegar a la conclusión de que este trío se tomó ese tiempo para pulir sus canciones todo lo posible, terminando con un producto bien tocado pero sin exageraciones, bien producido pero manteniendo la onda retro, y con mucha atmósfera pero manteniendo el énfasis en los riffs. 

Es complicado destacarse dentro de esta ola de metal retro, siendo que justamente la idea de tantos grupos sea imitar lo hecho cuarenta años atrás, pero Luzifer logran una identidad bien marcada al combinar las vocalizaciones heroicas del heavy metal de principios de los ochentas con teclados que parecen sacados de algún disco psicodélico de fines de los sesentas o de rock progresivo de los setentas como se pueden escuchar claramente en “Wrath of the Sorcerers”. Incluso se animan a cantar en su idioma natal en la propia “Hexer (In Dreiteufelsnamen)” y en el cover “Der Goldene Reiter” de su compatriota nuevaolero ochentoso Joachim Witt, que siempre me parece algo bienvenido con estas bandas.

Queda así un trabajo extremadamente interesante, con identidad y de alta calidad, que mira al pasado pero no se queda atrapado en la simple imitación de gente más famosa.

6 – Miscreance – Convergence

Formados en 2013 bajo el nombre de Atomic Massacre y rebautizándose en 2018 como Miscreance, está claro que este cuarteto italiano tiene sus largas horas escuchando a Pestilence, Atheist, Cynic y Death, como bien se puede apreciar apenas al apenas apretar play a Convergence, con esas vocalizaciones a lo Chuck Schuldiner del también baterista Andrea Feltrin y esos riffs retorcidos y complicados a cargo del dúo de guitarras de Andrea Granauro y Tommaso Cappelletti y el bajo pesado de Emiliano Zinà, que parecen sacados de toda la ola de death / thrash técnico de fines de los ochentas y principios de los noventas.

Generalmente criticaría de manera negativa que las influencias de una banda sean tan obvias a primera escucha, pero en el caso de Miscreance hay que darles la derecha al señalar que imitar a esos ídolos específicos no es soplar y hacer botella, y que estos oriundos de Venecia y Florencia tienen mucho más en su arsenal que riffs prestados, metiendo también secciones acústicas y cambios de ritmo en medio de todo. Si quieren escuchar a un grupo que bebe sus influencias de lugares complicados y no tan quemados, denle una chance al debut de Miscreance.

5 – Sigh – Shiki

Se me hace imposible negar que cualquier lanzamiento nuevo por parte de Sigh va a tener mi atención de manera instantánea: la banda de Tokio lleva casi tres décadas y media no sólo como uno de los nombres más importantes del metal extremo japonés sino también de la vanguardia pesada, siempre manteniendo un pie en los sonidos extremos pero explorando una variedad de influencias en cada nuevo álbum.

En Shiki, disco que marca el comienzo de un nuevo ciclo de deletrear el nombre de la banda con cada trabajo, este combo liderado por el cantante y Mirai Kawashima se mete de lleno en los sonidos progresivos y hasta psicodélicos, con teclados retro e instrumentos tradicionales japoneses combinados con riffs de doom metal y la participación estelar de los virtuosos Mike Heller en batería y Frédéric Leclercq en guitarra y bajo dando un aporte importantísimo. Es así que un track como “Mayonaka no Kaii” puede mezclar una atmósfera psicodélica a lo “Planet Caravan” y pasar a los riffs jodidos y retorcidos sin sonar fuera de lugar.

Claro que no todo es experimentación rara con Sigh, y la primera mitad del disco demuestra que la banda puede sentarse sin problemas a componen canciones directas y que suenen igual de efectivas, por lo que Shiki demuestra tener un poco tanto para los diferentes tipos de fans de Sigh como a los recién llegados a la obra de estos japoneses.

4 – The Sawtooth Grin – good.

The Sawtooth Grin está muy lejos de ser una banda nueva, siendo que se formaron en 1999 en la ciudad de Montrose en el estado de Nueva York. Sin embargo, tienen apenas dos LPs en su haber, habiendo editado su debut Cuddlemonster en 2001 y separándose en 2004. En 2010 se reunieron y pasaron por un par de cambios de formación hasta terminar editando good., su primer disco en 21 años.

Vi muchas etiquetas para referirse a lo hecho por The Sawtooth Grin: grindcore, mathcore, “emoviolence”, son como el primo emo de Converge por decirlo de una manera. En su disco de regreso, la banda entrega 9 canciones con una base instrumental inquieta que no parece capaz de mantenerse mucho tiempo en un mismo compás, cambiando constantemente. 

La base instrumental del guitarrista Jason Springman, el bajista Kevin Lowney y el baterista Jon Karel, que como nota aparte fue miembro de The Number Twelve Looks Like You (una banda rara bastante parecida) es tremenda: a primera escucha parece que estuvieran tocando cualquier cosa pero con el tiempo te das cuenta que hay una lógica detrás de todo lo que hacen, y ayuda mucho que la producción sea súper clara al darle espacio a todos. Y el cantante Richard Lombardi es una bestia, que parece que se deja la vida en cada grito, al punto de que no importa que no haya manera de entenderle nada de lo que dice.

Es un disco que es toda una experiencia, y ayuda mucho que sea una experiencia corta: las 9 canciones se terminan en apenas 22 minutos, por lo que no sé si llamarlo un “larga duración”, aunque los estándares del “core” son bastante diferentes. No sé si era lo que los fans esperaban después de dos décadas porque yo los descubrí con este disco, pero en lo personal me parece un disco impresionante, por si estás triste porque The Dillinger Escape Plan se separaron o querés que Converge saque un disco más fiel a su sonido después de cinco años.

3 – Bríi – Corpos transparentes

El año pasado elegí a Inpariquipê de Kaatayra como uno de mis discos del año. ¿Y cómo no lo habría hecho? Aquel disco lograba encontrar un punto en común entre la vanguardia metalera y los ritmos folclóricos brasileños, con guitarras casi completamente acústicas y manteniendo la atmósfera tropical en medio de los blast beats pero sin caer en ridiculeces ni nada por el estilo: el “folk metal” llevado a un terreno que nunca había escuchado.

Aquel había sido el quinto álbum del multiinstrumentista Caio Lemos con Kaatayra en poco más de dos años de carrera, y su tremenda producción artística continuó con su proyecto de black metal progresivo Vauruvã y con el muy difícil de clasificar Bríi, con el que editó el tercer disco Corpos Transparentes, uno de los lanzamientos más ambiciosos de toda su carrera.

Mientras Kaatayra tenía un pie siempre en la música popular brasileña y Vauruvã pone más énfasis en los sonidos blackmetaleros, Bríi tiene a Lemos experimentando con mezclar los sonidos folclóricos y blackmetaleros con elementos progresivos y música electrónica y ambiental de corte drum & bass. El menjunje de influencias termina resultando mucho mejor de lo que podría llegar a describirlo, y creo que ayuda mucho la particular decisión de que todo el álbum sea una única canción de 36 minutos, una estructura que se presta para este tipo de sonidos: no se siente que sea pedazos de canciones pegados al azar, sino como un todo.

2 – Blind Guardian – The God Machine

Con tres décadas y media en sus espaldas, es impresionante que Blind Guardian no sólo sigan adelante habiendo cambiado únicamente bateristas sino también manteniendo un nivel superlativo en su obra. A diferencia de otras leyendas como Helloween, Stratovarius, Sonata Arctica y Rhapsody of Fire, los alemanes oriundos de Krefeld no tienen un sólo disco de verdad malo en su discografía (tal vez con excepción de ese experimento raro de narraciones orquestadas llamado Legacy of the Dark Lands que sacaran en 2019 bajo el nombre de Blind Guardian Twilight Orchestra), y la edad no parece haber hecho mella en su habilidad para componer con la energía de siempre.

The God Machine es ya su decimosegundo álbum, luego de siete años de espera, y tiene a la banda germana haciendo lo que mejor saber hacer: power metal con garra y con letras literarias como para emocionar al metalero más nerd. Sin tantos arreglos sinfónicos como los últimos discos, Blind Guardian logró hacer un disco que reúne los mejores elementos de sus trabajos de los noventas con un sonido moderno y claro. Ayuda no sólo que las guitarras de André Olbrich y Marcus Siepen sigan riffeando como antaño, sino que Hansi Kürsch sigue siendo un cantante prodigioso, algo para destacar en un género donde tantos terminan perdiendo brillo. 

Las pesadas “Violent Shadows” y “Architects of Doom” (esta última con un par de momentos donde casi vuelven al estilo speedmetalero de sus inicios) y la majestuosa “Blood of the Elves” son sólo un par de tracks a elegir en una obra envidiable en todo sentido.

1 – Ashenspire – Hostile Architecture

Ashenspire es una banda escocesa, formada en Glasgow en 2013 y que lanzó su debut Speak Not of the Laudanum Quandary en 2017, aunque es con este nuevo disco Hostile Architecture donde de verdad explotaron en popularidad.

¿Qué hace Ashenspire? Es difícil decirlo: en varios lugares los describen como una banda de “metal progresivo”, aunque no esperen encontrar absolutamente nada parecido a Dream Theater, Queensryche o incluso Opeth en este disco. También se los describe como “metal avant garde”, lo que puede asustar a muchos aunque nunca me parece que caigan en sonar como una simple bola de ruido: al igual que con The Sawtooth Grin, todo tiene una lógica si prestás atención al disco. Tienen algunos momentos donde suenan muy Voivod, como en la canción “Apathy as Arsenic, Lethargy as Lead”, con una influencia jazz importante en varias partes, y el tener un violinista y un saxofonista en la formación no es solamente un detalle curioso, sino que es importante en las canciones.

Es un disco muy jodido de escuchar no sólo porque las canciones son complejas, densas y tienen estructuras raras entre experimentales y jazzeras, sino también por lo que quieren decir: Ashenspire es una banda que pone mucho énfasis en las letras, gracias en gran parte a la manera de cantar de Alasdair Dunn por momentos cercana al spoken word aunque aportando sus gritos pero siempre logrando que se le entienda todo lo que dice.

¿Y qué dicen las canciones? Bueno, está muy claro que no son muy partidarios del capitalismo. Claro que esta no es una posición nueva, pero Ashenspire nos muestra este mensaje de una manera bastante poética aunque no por eso críptica: las letras están disponibles en muchos lados, y cualquiera que sepa inglés y tenga un poco de comprensión lectora las va a poder interpretar.

Ya el título nos indica la idea detrás del álbum: “Hostile Architecture” significa “arquitectura hostil”, y hace referencia a una filosofía al momento de diseñar espacios públicos donde buscás repeler que se junte la gente sin hogar, ya sea dividiendo los bancos de las plazas para que no se echen a dormir en ellos o poniendo pinches debajo de los puentes o en las escaleras de los edificios, para evitar que la gente se siente o duerma ahí.

Esto se extiende en la primera canción “The Law of Asbestos”, que trata no sólo acerca de las condiciones en la que suelen vivir los pobres sino que eso es lo que buscan las clases altas, y cómo se refleja en la arquitectura: se construyen edificios para mantener a los pobres en su lugar, y muchos prefieren mantener condiciones espantosas de vida antes que desarrollar mejores porque es mucho más barato que las cosas se queden ahí.

Un ejemplo de esos se ve en la frase “Grenfell se quema una y otra vez”, haciendo referencia a la Torre Grenfell, un edificio de departamentos que se incendió en Londres en 2017 causando 72 muertos: gran parte de los muertos eran inmigrantes, casi 60% de diferentes partes de África. El incendio se dio por el revestimiento de polietileno del edificio: durante años se advirtió que eso iba a provocar que el fuego se expandiera mucho más rápido, pero las autoridades no hicieron nada, y después pasó lo que pasó, y muchos consideran que no hicieron nada porque era demasiado caro, en un edificio que ni siquiera tenía un sistema de rociadores contra incendios. La plata, el ahorrar costos, era más importante que las vidas de estas personas.

Esto no es “Anarchy In The UK” ni nada de eso, porque Ashenspire tienen un mensaje directo y detallado: no es sólo “a la mierda la policía” o “a la mierda los ricos”, sino que dicen “es por esto que hay que mandar a la mierda a la policía” o “es por esto que hay que mandar a la mierda a los ricos”, como cuando en la canción “How The Mighty Have Vision” mencionan que “no hay grandes hombres, sólo grandes multitudes”. Es un disco extremadamente enojado, furioso, pero no es un enojo adolescente: es un enojo informado.

 

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Los 10 mejores discos del 2022 por Martín Cirillo
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Al momento de publicar esto ya habrán sido casi dos semanas desde el inicio del 2023, aunque todavía no terminé de acostumbrarme a la idea de que el 2022 se haya terminado, sobre todo después de un diciembre que tuvo a la Argentina volviendo a ganar un mundial y la alegría general que se da cuando de vez en cuando a este país le sale una bien. El tener que andar pensando esta lista también contribuyó a que mentalmente siga en el 2022, teniendo que repasar una enorme cantidad de lanzamientos, tachando y reordenando títulos hasta terminar con una lista de diez que me dejara satisfecho, tratando de balancearme entre las bandas modernas y las bandas clásicas, los sonidos clásicos y la experimentación, lo extremo y lo melódico.

Sin nada más para agregar, comencemos.


10 – Fellowship – The Saberlight Chronicles

2022 fue un buen año para el power metal, ya fuera con los discos de viejos conocidos como Stratovarius, Visions of Atlantis, Wind Rose, Terra Atlantica, Shaman y Blind Guardian como por los debuts de nuevos nombres como los islandeses Power Paladin, los suecos New Horizon, los estadounidenses Eternal Ascent y, como primera banda en esta lista, los ingleses Fellowship.

Oriundos de la pequeña ciudad de Harwich, en el sureste de Inglaterra, Fellowship tienen bien estudiado el manual de ese power metal ultra melódico europeo que combina riffs a toda máquina con orquestaciones sacadas de algún musical bien cursi y una actitud extremadamente nerd y sin mucho filtro, de alguien capaz de grabar un cover pesado de “Can You Feel the Love Tonight?” de Elton John, la canción que el inglés compusiera para El Rey León. En su debut The Saberlight Chronicles, este quinteto demuestra que esta actitud también se traslada a sus composiciones propias: la intro de xilófono de la inicial “Until The Fires Die” bien podría haber sido sacada de algún musical estereotípico de Disney.

Si el oyente logra superar esa tremenda prueba a su tolerancia, lo más seguro es que logre apreciar este álbum por lo que es: una muestra fantástica de metal poderoso, melódico y optimista, pero por sobre todo sumamente honesto en sus intenciones. “Oak and Ash”, “Atlas”, “Glint”, la épica final “Avalon” o cualquier otra canción que uno elija de manera aleatoria, TSC es un trabajo que lo pone a uno de buen humor, algo difícil de encontrar en el mundo del heavy metal. Si se está hambriento por ese power metal a lo Rhapsody of Fire, lo hecho por Fellowship es extremadamente recomendable.

9 – Critical Defiance – No Life Forms

Critical Defiance había debutado con Misconception, un bombazo de casi 40 minutos de thrash metal que si hubiera sido lanzado por alguna banda estadounidense tres décadas antes sería considerado un disco de culto: el haber sido editado por un joven cuarteto chileno en 2019 puede que haya hecho que se haga más difícil de notar, pero no quita que hablamos de uno de los mejores trabajos thrasheros de los últimos veinte años.

Para su segundo trabajo No Life Forms, estos oriundos de Villa Alemana dieron algunos ajustes a su fórmula al incorporar una guitarra más a su formación, buscar una producción menos retro y, por sobre todas las cosas, hacer que sus canciones sean todavía más frenéticas. Si el primer álbum sonaba como el hijo perdido de Kreator y Metallica, No Life Forms tiene al ahora quinteto con una fuerte influencia de Sadus, con esos riffs ultra técnicos y ritmos cambiantes y vertiginosos.

Sumado a esto, los CD comprimieron sus canciones hasta llevar al disco por debajo de la barrera de la media hora. Puede que algunos extrañen las estructuras más desarrolladas del debut, pero en este disco esto combina perfectamente con la velocidad abrumadora de las canciones, quedando un disco tan jodido y violento como el debut pero de una manera diferente y que se puede disfrutar por sí solo.

8 – Imperial Circus Dead Decadence – MOGARI – Shi E Fukeru Omoi Wa Rikujoku Sura Kurai, Kanata No Sei Wo Aisuru Tame Ni Inochi Wo Tataeru.

A menos que se tengan 5000 horas de animé encima, creo que es complicado tomar en serio a Imperial Circus Dead Decadence a primera vista con ese nombre sin sentido y el enorme porcentaje de fans que parecen haberlos conocido jugando al osu!. Pero si se es capaz de nadar entre las capas de maquillaje y portadas pornográficas, estoy seguro de que cualquier metalero de a pie puede llegar a encontrar mucho que le guste en la obra de este colectivo de músicos japoneses (hasta puede ser que ese par de elementos sea lo que primero le atraiga).

MOGARI es el tercer LP en la discografía de ICDD y su primer LP en 11 años, aunque editaron un par de EP durante esa década y monedas, y los tiene tan exagerados y brutales como de costumbre. Lo suyo es una mezcla de death metal ultra melódico, guitarras powermetaleras y arreglos sinfónicos, como una fusión de Cradle of Filth, Bal-Sagoth, The Black Dahlia Murder, Fleshgod Apocalypse y Chthonic. Combinando las orquestaciones con voces guturales, chillidos danifilthescos, recitados limpios y cantos femeninos, MOGARI es un canto a la teatralidad a lo largo de más de 70 minutos, lo cual bien puede ser demasiado al principio pero el tiempo termina volando al escucharlo, con una energía que no parece bajar nunca un cambio.

7 – Luzifer – Iron Shackles

Venimos de un par de años muy fructíferos para el metal retro con los lanzamientos de TOWER, Riot City, Herzel, Heavy Sentence, Maule y un largo etcétera. El representante de esta movida en la lista de hoy viene de parte de Luzifer, grupo alemán oriundo de Colonia que llega a su LP debut luego de casi una década y media de carrera.

Escuchando atentamente Iron Shackles, es fácil llegar a la conclusión de que este trío se tomó ese tiempo para pulir sus canciones todo lo posible, terminando con un producto bien tocado pero sin exageraciones, bien producido pero manteniendo la onda retro, y con mucha atmósfera pero manteniendo el énfasis en los riffs. 

Es complicado destacarse dentro de esta ola de metal retro, siendo que justamente la idea de tantos grupos sea imitar lo hecho cuarenta años atrás, pero Luzifer logran una identidad bien marcada al combinar las vocalizaciones heroicas del heavy metal de principios de los ochentas con teclados que parecen sacados de algún disco psicodélico de fines de los sesentas o de rock progresivo de los setentas como se pueden escuchar claramente en “Wrath of the Sorcerers”. Incluso se animan a cantar en su idioma natal en la propia “Hexer (In Dreiteufelsnamen)” y en el cover “Der Goldene Reiter” de su compatriota nuevaolero ochentoso Joachim Witt, que siempre me parece algo bienvenido con estas bandas.

Queda así un trabajo extremadamente interesante, con identidad y de alta calidad, que mira al pasado pero no se queda atrapado en la simple imitación de gente más famosa.

6 – Miscreance – Convergence

Formados en 2013 bajo el nombre de Atomic Massacre y rebautizándose en 2018 como Miscreance, está claro que este cuarteto italiano tiene sus largas horas escuchando a Pestilence, Atheist, Cynic y Death, como bien se puede apreciar apenas al apenas apretar play a Convergence, con esas vocalizaciones a lo Chuck Schuldiner del también baterista Andrea Feltrin y esos riffs retorcidos y complicados a cargo del dúo de guitarras de Andrea Granauro y Tommaso Cappelletti y el bajo pesado de Emiliano Zinà, que parecen sacados de toda la ola de death / thrash técnico de fines de los ochentas y principios de los noventas.

Generalmente criticaría de manera negativa que las influencias de una banda sean tan obvias a primera escucha, pero en el caso de Miscreance hay que darles la derecha al señalar que imitar a esos ídolos específicos no es soplar y hacer botella, y que estos oriundos de Venecia y Florencia tienen mucho más en su arsenal que riffs prestados, metiendo también secciones acústicas y cambios de ritmo en medio de todo. Si quieren escuchar a un grupo que bebe sus influencias de lugares complicados y no tan quemados, denle una chance al debut de Miscreance.

5 – Sigh – Shiki

Se me hace imposible negar que cualquier lanzamiento nuevo por parte de Sigh va a tener mi atención de manera instantánea: la banda de Tokio lleva casi tres décadas y media no sólo como uno de los nombres más importantes del metal extremo japonés sino también de la vanguardia pesada, siempre manteniendo un pie en los sonidos extremos pero explorando una variedad de influencias en cada nuevo álbum.

En Shiki, disco que marca el comienzo de un nuevo ciclo de deletrear el nombre de la banda con cada trabajo, este combo liderado por el cantante y Mirai Kawashima se mete de lleno en los sonidos progresivos y hasta psicodélicos, con teclados retro e instrumentos tradicionales japoneses combinados con riffs de doom metal y la participación estelar de los virtuosos Mike Heller en batería y Frédéric Leclercq en guitarra y bajo dando un aporte importantísimo. Es así que un track como “Mayonaka no Kaii” puede mezclar una atmósfera psicodélica a lo “Planet Caravan” y pasar a los riffs jodidos y retorcidos sin sonar fuera de lugar.

Claro que no todo es experimentación rara con Sigh, y la primera mitad del disco demuestra que la banda puede sentarse sin problemas a componen canciones directas y que suenen igual de efectivas, por lo que Shiki demuestra tener un poco tanto para los diferentes tipos de fans de Sigh como a los recién llegados a la obra de estos japoneses.

4 – The Sawtooth Grin – good.

The Sawtooth Grin está muy lejos de ser una banda nueva, siendo que se formaron en 1999 en la ciudad de Montrose en el estado de Nueva York. Sin embargo, tienen apenas dos LPs en su haber, habiendo editado su debut Cuddlemonster en 2001 y separándose en 2004. En 2010 se reunieron y pasaron por un par de cambios de formación hasta terminar editando good., su primer disco en 21 años.

Vi muchas etiquetas para referirse a lo hecho por The Sawtooth Grin: grindcore, mathcore, “emoviolence”, son como el primo emo de Converge por decirlo de una manera. En su disco de regreso, la banda entrega 9 canciones con una base instrumental inquieta que no parece capaz de mantenerse mucho tiempo en un mismo compás, cambiando constantemente. 

La base instrumental del guitarrista Jason Springman, el bajista Kevin Lowney y el baterista Jon Karel, que como nota aparte fue miembro de The Number Twelve Looks Like You (una banda rara bastante parecida) es tremenda: a primera escucha parece que estuvieran tocando cualquier cosa pero con el tiempo te das cuenta que hay una lógica detrás de todo lo que hacen, y ayuda mucho que la producción sea súper clara al darle espacio a todos. Y el cantante Richard Lombardi es una bestia, que parece que se deja la vida en cada grito, al punto de que no importa que no haya manera de entenderle nada de lo que dice.

Es un disco que es toda una experiencia, y ayuda mucho que sea una experiencia corta: las 9 canciones se terminan en apenas 22 minutos, por lo que no sé si llamarlo un “larga duración”, aunque los estándares del “core” son bastante diferentes. No sé si era lo que los fans esperaban después de dos décadas porque yo los descubrí con este disco, pero en lo personal me parece un disco impresionante, por si estás triste porque The Dillinger Escape Plan se separaron o querés que Converge saque un disco más fiel a su sonido después de cinco años.

3 – Bríi – Corpos transparentes

El año pasado elegí a Inpariquipê de Kaatayra como uno de mis discos del año. ¿Y cómo no lo habría hecho? Aquel disco lograba encontrar un punto en común entre la vanguardia metalera y los ritmos folclóricos brasileños, con guitarras casi completamente acústicas y manteniendo la atmósfera tropical en medio de los blast beats pero sin caer en ridiculeces ni nada por el estilo: el “folk metal” llevado a un terreno que nunca había escuchado.

Aquel había sido el quinto álbum del multiinstrumentista Caio Lemos con Kaatayra en poco más de dos años de carrera, y su tremenda producción artística continuó con su proyecto de black metal progresivo Vauruvã y con el muy difícil de clasificar Bríi, con el que editó el tercer disco Corpos Transparentes, uno de los lanzamientos más ambiciosos de toda su carrera.

Mientras Kaatayra tenía un pie siempre en la música popular brasileña y Vauruvã pone más énfasis en los sonidos blackmetaleros, Bríi tiene a Lemos experimentando con mezclar los sonidos folclóricos y blackmetaleros con elementos progresivos y música electrónica y ambiental de corte drum & bass. El menjunje de influencias termina resultando mucho mejor de lo que podría llegar a describirlo, y creo que ayuda mucho la particular decisión de que todo el álbum sea una única canción de 36 minutos, una estructura que se presta para este tipo de sonidos: no se siente que sea pedazos de canciones pegados al azar, sino como un todo.

2 – Blind Guardian – The God Machine

Con tres décadas y media en sus espaldas, es impresionante que Blind Guardian no sólo sigan adelante habiendo cambiado únicamente bateristas sino también manteniendo un nivel superlativo en su obra. A diferencia de otras leyendas como Helloween, Stratovarius, Sonata Arctica y Rhapsody of Fire, los alemanes oriundos de Krefeld no tienen un sólo disco de verdad malo en su discografía (tal vez con excepción de ese experimento raro de narraciones orquestadas llamado Legacy of the Dark Lands que sacaran en 2019 bajo el nombre de Blind Guardian Twilight Orchestra), y la edad no parece haber hecho mella en su habilidad para componer con la energía de siempre.

The God Machine es ya su decimosegundo álbum, luego de siete años de espera, y tiene a la banda germana haciendo lo que mejor saber hacer: power metal con garra y con letras literarias como para emocionar al metalero más nerd. Sin tantos arreglos sinfónicos como los últimos discos, Blind Guardian logró hacer un disco que reúne los mejores elementos de sus trabajos de los noventas con un sonido moderno y claro. Ayuda no sólo que las guitarras de André Olbrich y Marcus Siepen sigan riffeando como antaño, sino que Hansi Kürsch sigue siendo un cantante prodigioso, algo para destacar en un género donde tantos terminan perdiendo brillo. 

Las pesadas “Violent Shadows” y “Architects of Doom” (esta última con un par de momentos donde casi vuelven al estilo speedmetalero de sus inicios) y la majestuosa “Blood of the Elves” son sólo un par de tracks a elegir en una obra envidiable en todo sentido.

1 – Ashenspire – Hostile Architecture

Ashenspire es una banda escocesa, formada en Glasgow en 2013 y que lanzó su debut Speak Not of the Laudanum Quandary en 2017, aunque es con este nuevo disco Hostile Architecture donde de verdad explotaron en popularidad.

¿Qué hace Ashenspire? Es difícil decirlo: en varios lugares los describen como una banda de “metal progresivo”, aunque no esperen encontrar absolutamente nada parecido a Dream Theater, Queensryche o incluso Opeth en este disco. También se los describe como “metal avant garde”, lo que puede asustar a muchos aunque nunca me parece que caigan en sonar como una simple bola de ruido: al igual que con The Sawtooth Grin, todo tiene una lógica si prestás atención al disco. Tienen algunos momentos donde suenan muy Voivod, como en la canción “Apathy as Arsenic, Lethargy as Lead”, con una influencia jazz importante en varias partes, y el tener un violinista y un saxofonista en la formación no es solamente un detalle curioso, sino que es importante en las canciones.

Es un disco muy jodido de escuchar no sólo porque las canciones son complejas, densas y tienen estructuras raras entre experimentales y jazzeras, sino también por lo que quieren decir: Ashenspire es una banda que pone mucho énfasis en las letras, gracias en gran parte a la manera de cantar de Alasdair Dunn por momentos cercana al spoken word aunque aportando sus gritos pero siempre logrando que se le entienda todo lo que dice.

¿Y qué dicen las canciones? Bueno, está muy claro que no son muy partidarios del capitalismo. Claro que esta no es una posición nueva, pero Ashenspire nos muestra este mensaje de una manera bastante poética aunque no por eso críptica: las letras están disponibles en muchos lados, y cualquiera que sepa inglés y tenga un poco de comprensión lectora las va a poder interpretar.

Ya el título nos indica la idea detrás del álbum: “Hostile Architecture” significa “arquitectura hostil”, y hace referencia a una filosofía al momento de diseñar espacios públicos donde buscás repeler que se junte la gente sin hogar, ya sea dividiendo los bancos de las plazas para que no se echen a dormir en ellos o poniendo pinches debajo de los puentes o en las escaleras de los edificios, para evitar que la gente se siente o duerma ahí.

Esto se extiende en la primera canción “The Law of Asbestos”, que trata no sólo acerca de las condiciones en la que suelen vivir los pobres sino que eso es lo que buscan las clases altas, y cómo se refleja en la arquitectura: se construyen edificios para mantener a los pobres en su lugar, y muchos prefieren mantener condiciones espantosas de vida antes que desarrollar mejores porque es mucho más barato que las cosas se queden ahí.

Un ejemplo de esos se ve en la frase “Grenfell se quema una y otra vez”, haciendo referencia a la Torre Grenfell, un edificio de departamentos que se incendió en Londres en 2017 causando 72 muertos: gran parte de los muertos eran inmigrantes, casi 60% de diferentes partes de África. El incendio se dio por el revestimiento de polietileno del edificio: durante años se advirtió que eso iba a provocar que el fuego se expandiera mucho más rápido, pero las autoridades no hicieron nada, y después pasó lo que pasó, y muchos consideran que no hicieron nada porque era demasiado caro, en un edificio que ni siquiera tenía un sistema de rociadores contra incendios. La plata, el ahorrar costos, era más importante que las vidas de estas personas.

Esto no es “Anarchy In The UK” ni nada de eso, porque Ashenspire tienen un mensaje directo y detallado: no es sólo “a la mierda la policía” o “a la mierda los ricos”, sino que dicen “es por esto que hay que mandar a la mierda a la policía” o “es por esto que hay que mandar a la mierda a los ricos”, como cuando en la canción “How The Mighty Have Vision” mencionan que “no hay grandes hombres, sólo grandes multitudes”. Es un disco extremadamente enojado, furioso, pero no es un enojo adolescente: es un enojo informado.

 

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