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30 aniversario de “No Prayer For The Dying”: Tres décadas más tarde y no todos rezan por él.
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Tres décadas para uno de los discos más cuestionados de Iron Maiden. “No Prayer For The Dying” implicó un quiebre en muchos aspectos para la banda aunque no en el sentido más noble de la palabra puesto que quizás este sea el disco que inaugure la etapa menos fructífera en la vida de La Doncella de Hierro. Pero tratándose de una banda de los kilates de Iron Maiden, justamente una de las cosas que los hace tan grandes es inspeccionar incluso los aspectos menos destacados de su riquísima historia. 

Hablar de los grandes clásicos de una banda siempre es más fácil. Podemos agregar elogios sobres los elogios ya dichos hasta el hartazgo acerca de “The Number of The Beast”, “Powerslave” o “Seventh Son of A Seventh Son”, algunos de los discos claves en la historia del grupo. Pero hablar de los momentos más flojos en el repertorio de una banda es otra historia. Para algunos fans “No Prayer for The Dying” representa el punto más bajo en la discografía de Iron Maiden, ubicándolo por debajo incluso de los discos con Blaze Bayley en voces. 

¿Qué pasó en aquel entonces para que La Bestia trastabillara por primera vez en su historia? Finalizada la década de los 80’s, una década en la que parecía ser que todo lo que Steve Harris y lo suyos tocaran se convertiría en oro, gracias a algunos discos claves en la historia de la música pesada y a unas giras descomunales; todo eso encontró su abrupto final con la llegada de los oscuros 90’s. Para comprender mejor la situación primero quizás sea necesario repasar el contexto de la música mundial en aquellos años antes de meternos en el seno de la banda. 

La década de 1990 marcaría un contraste muy fuerte con respecto a los “alegres” y optimistas años 80. El colorido del Glam Rock y el AOR perderían terreno frente al aire depresivo del Grunge, y las propuestas que surgían del mundo del Metal eran cada vez más agresivas. Cuenta de ello dieron algunas otras leyendas ya consagradas como Judas Priest con su “Painkiller” o AC/DC con su “Razor’s Edge”, ambas placas fundamentales en el historial de cada banda, y ambas dos con un rasgo característico en común: en ambos casos las dos bandas se mostraban sonando más aguerridas y potentes que nunca. Por otro lado, el Thrash Metal había encontrado la madurez en sus máximos exponentes gracias a discos como “Rust in Peace” de Megadeth o “Seasons in the Abyss” de Slayer. Mientras que Pantera y su “Cowboys From Hell” le dieron una vuelta de tuerca a la forma de hacer Rock pesado. 

Si bien Maiden siempre fue una banda de hacer la suya sin prestar demasiada atención a lo que hicieran sus colegas, este contexto no puede perderse de vista porque de alguna forma impactó para que “No Prayer For The Dying” pasará aún más desapercibido, independientemente de que las ventas del disco hayan sido por demás aceptables. Pero en el campamento de Iron Maiden las cosas no iban tan bien como en las cuentas bancarias. Una vez finalizada la gira del mítico “Seventh Son of A Seventh Son” en diciembre de 1988 la banda se tomó un prolongado tiempo de descanso. Solamente la edición del VHS “Maiden England”, el cual daba testimonio de aquella gira, sería la única señal de vida que el grupo daría en 1989. Durante ése período, algunos de sus miembros se dedicaron a sus proyectos personales. El guitarrista Adrian Smith se lanzó a su aventura “Adrian Smith and Project” (ASAP) con el disco “Silver and Gold” junto a algunos de sus viejos amigos de Urchin, su banda previa a Maiden. El cantante Bruce Dickinson, por su parte, tuvo su debut solista con el álbum “Tattooed Millionaire”. En ambos casos los músicos se alejaban del sonido más potente de Maiden para abocarse a un Hard Rock mucho más relajado. Ninguno de los discos representó un éxito ya sea artística o comercialmente hablando, pero para Dickinson y para Smith significó una bocanada de aire refrescante para ellos puesto que encontraron en sus propios proyectos el espacio que a veces les era negado, como compositores, dentro de Iron Maiden. Porque es sabido que la última palabra en el mundo Maiden la tiene siempre Steve Harris, bajista y alma mater del grupo, y si bien la asociación compositiva con Bruce y con Adrian produjo resultados realmente milagrosos en el catálogo de la banda, el liderazgo de Harris era indiscutido. De algún modo esta situación comenzó a generar las primeras fracturas en el armazón interno del grupo. 

El que primero se mostró más distanciado fue Smith quien al momento de empezar con la preproducción del nuevo álbum se encontraba muy disconforme con la dirección que estaba tomando el nuevo material. Harris empezó a percibir que el inconformismo de Smith y le dijo que si no estaba completamente comprometido con la banda no podía continuar en ella. Naturalmente, el resultado desembocó en la partida de Adrian Smith y así Iron Maiden perdía a uno de sus compositores más importantes, quien en el pasado ya le había entregado a la banda clásicos inoxidables como “Wasted Years” o “2 Minutes To Midnight”. El reemplazante elegido fue Janick Gers, un viejo conocido de la banda, quien ya había tenido contacto con ellos durante los años de la New Wave Of British Heavy Metal con su banda White Spirit, una banda con la que no trascendió demasiado. Sí, en donde Janick logró hacerse de un nombre, fue junto Ian Gillan y sus discos solistas de comienzos de los 80 ‘s. El por aquél entonces ex cantante de Deep Purple andaba deambulando como lobo solitario y acompañarlo en esa aventura implicó una gran experiencia para Gers, hasta 1984 cuando Gillan aceptó volver a reunirse con sus antiguos camaradas de Deep Purple. Janick también participó en 1985 en un proyecto muy interesante que lamentablemente no prosperó llamado Gogmagog, el cual contaba también con Neil Murray (Whitesnake, Black Sabbath) en bajo, y Pete Willis de Def Leppard en guitarras; pero además también fueron parte de esta breve historia, que solo dejó como saldo un EP, dos ex integrantes de Iron Maiden: Paul Di’Anno en voces y Clive Burr en batería. Le siguió una colaboración con Fish de Marillion y tras estar ausente de la actividad musical durante algunos años, en los cuales Gers se dedicó a estudiar ciencias sociales, el violero blondo fue invitado por Bruce Dickinson a colaborar en su disco debut como solista. Esta situación, naturalmente, puso a Gers más cerca de la órbita de Iron Maiden y fue uno de los primeros candidatos en ser considerado para reemplazar a Adrian Smith. Con un estilo más vertiginoso y un increíble despliegue escénico arriba del escenario, en comparación a su antecesor, Janick le inyectó una dosis de saludable sangre fresca a La Bestia. También contaría con el espacio suficiente para aportar sus ideas a la hora de componer pero eso no sería sino hasta el próximo disco. Para el momento en que Janick se incorporó a Maiden, los ensayos previos a la grabación de “No Prayer For The Dying” ya estaban listos y ahora solamente había que grabar el disco. De modo que atribuirle la culpa a Gers por los magros resultados de la placa sería bastante injusto. 

La grabación del disco fue otro problema logístico. La banda tuvo problemas para encontrar un estudio de grabación y como los tiempos apremiaban, resolvieron ir al granero propiedad de la familia de Steve Harris en Essex, Inglaterra, utilizando el estudio móvil de Los Rolling Stones, lo cual significó para Iron Maiden grabar en su casa por primera vez desde 1982 cuando hicieron “The Number of the Beast”. Sin embargo, el hecho de no contar con un estudio acorde y con la presión de sacar el disco a como dé lugar terminó dejando como saldo una producción muy pobre a nivel sonoro, tan así que ni siquiera un genio como Martin Birch estando detrás de los controles pudo hacer algo al respecto. Es cierto que la banda con este disco buscó volver a un sonido más básico, sin ahondar en súper producciones como lo fueron sus antecesores directos “Seventh Son of A Seventh Son” (1988) y “Somewhere In Time” (1986) en donde el quinteto comenzó a dejarse llevar más por las influencias del Rock Progresivo. Steve Harris llegó a referirse a este disco como una reacción a “Seventh Son..”, en cuanto a una producción muy básica, deseando encontrarse con una dimensión más razonable. Pero esa dimensión “razonable” no debería necesariamente implicar una producción tan pobre para una banda como Maiden, aún cuando las composiciones hayan sido concebidas para un sonido más primitivo. 

Y ya que mencionamos las composiciones, hay que decir que estas no suelen estar entre las más aclamadas por los fans de la banda. Ni siquiera por la banda misma, puesto que en giras posteriores pocas canciones de este disco fueron trasladadas al repertorio en vivo. De hecho, la actual gira de la banda se llama “The Legacy” (El Legado) y ninguna canción de “No Prayer…” está siendo ejecutada. De acuerdo, alguien podrá decir que Iron Maiden ya es una banda con una discografía muy extensa y es imposible abarcarla toda en un solo show. Pero si vemos las estadísticas, en los últimos 20 años solamente “Bring Your Daughter…To The Slaughter” fue tocada como parte de una breve gira que Maiden hizo en en 2003. Esa información algo debería decirnos. Y ya que mencionamos esta canción, “Bring Your…” quizás sea la más representativa de todo el disco y su concepción en muchos sentidos. 

Esta canción originalmente la concibieron Dickinson y su banda como parte del soundtrack del film  A Nightmare on Elm Street 5. La idea luego iría mutando hasta cobrar la forma de la primera aventura solista discográfica de Dickinson. Cuando Harris escuchó la canción le pareció que encajaría perfectamente en el nuevo disco de Maiden y por eso la regrabaron para “No Prayer For The Dying”. Años más tarde cuando Dickinson lanzara el compilado de su carrera solista, incluiría entre el material extra la versión original de “Bring Your Daughter…To The Slaughter”, la cual tiene unas leves diferencias con respecto a la que todos conocemos. En líneas generales la canción presenta la faceta más cruda del sonido de Iron Maiden, más cercana al Hard Rock quizás. Un riff abierto pero resonante; una media marcha marcando un compás un poco acelerado; un estribillo certero pero lo más destacable era encontrarse con un Dickinson totalmente desprovisto de su registro vocal más lírico para darle paso a las matices más “sucias” de su voz, como queriendo acercarse a unas vocalizaciones más propias de AC/DC. Sin dudas uno de los elementos que distinguen esta etapa de La Doncella es la ausencia de esas melodías vocales con las que Bruce cautivó al mundo, reemplazadas por un estilo más callejero acorde con la vuelta a ese sonido más primitivo con el que la banda quería reencontrarse. Si esto fue buscado intencionalmente o surgió de manera natural durante la grabación del disco solamente los músicos lo saben. 

Suposiciones aparte, lo cierto es que “Bring Your Daughter….” se convirtió en el único single de Iron Maiden en llegar al puesto número uno en ventas en el Reino Unido. Nada mal teniendo en cuenta el presente de la banda en aquel entonces. La provocativa portada del single con Eddie abrazando a una muchacha de cuerpo esbelto a la que no se le llegan a distinguir precisamente las facciones de su rostro, y una letra con cierto tinte machista, bien podrían levantar bastante revuelo en estos días. Y ya que abordamos el terreno lírico también hay que decir que aquí Maiden se alejó más de las temáticas literarias e históricas para abordar temas con mayor contenido socio-político. El otro single, “Holy Smoke”, estaba más enfocado a hacer una crítica con humor ácido sobre los mensajes religiosos. “Mother Russia”, la encargada de cerrar el disco, hacía referencia a la caída del bloque Soviético en Rusia por aquellos años. Esta canción, con algo más de cinco minutos de duración, es la única en toda la placa en tener un deje épico con cierta influencia del Rock Progresivo. Es además la más extensa de todo el álbum, lo cual da cuenta del carácter más rudimentario del disco con canciones más cortas y directas. Toda una novedad para una banda que en el pasado no tuvo, como tampoco lo tiene ahora, empacho alguno en componer canciones que ronden los diez minutos de duración. 

Por supuesto que tratándose de Iron Maiden siempre va a haber material interesante para escuchar. Temas como “Tailgunner”, “Run Silent, Run Deep”, “Public Enema Number One” (con unas melodías de guitarra muy interesantes cortesía de Dave Murray) o la encargada de darle título al álbum, aún sonaban potentes. Pero por otra parte, la mencionada “Holy Smoke”, “Fates Warning”, “The Assassin” o “Hooks in You” (la única canción que lleva la firma de Adrian Smith, puesto que fue gestada antes de su partida) suenan demasiado simplonas y poco convincentes para una banda que supo componer canciones como “Hallowed Be Thy Name”.

Otra cosa que Iron Maiden llevó a un terreno más sencillo fueron también los montajes escénicos para la gira de este disco. Toda las super producciones que la banda había llevado en el pasado con las cuales habían deslumbrado al mundo entero fueron reemplazadas por unos simples telones de fondo que se iban alternando a medida que las canciones del repertorio se iban sucediendo durante sus shows. Si bien este recurso aún es utilizado al día de hoy por el grupo, habría que esperar hasta finales de los 90 ‘s con “Virtual XI” para que Maiden vuelva a ofrecer un espectáculo visual digno de admirar. Si bien hubo una gran labor de Derek Riggs, el creador de todos los conceptos gráficos de la banda, al diseñar una notable cantidad de Eddies (la mascota del grupo) para acrecentar el merchandising de la banda y tener una variedad mayor de telones para el tour, este nuevo concepto minimalista para sus escenarios no cayó del todo bien a los fans, aún cuando agotaron casi todas las localidades de todos los lugares que recorrieron.

Ya que mencionamos a Eddie, bien vale la pena resaltar la historia de la portada de este disco además de que también marcaría el fin de la exclusividad de Riggs como artista gráfico de Iron Maiden. Primero, el Eddie lobotomizado es descartado para volver a la versión de Eddie con los pelos electrizados como así lo hiciera en los primeros discos. Originalmente en la portada se podía ver a Eddie saliendo de un sepulcro a la vez que sujeta del cuello al sepulturero que se cruzó en su camino. La caricatura de este sepulturero pareciera hacer referencia al Reverendo Jimmy Swaggart, un evangelizador retrógrada que tenía desde algunos años atrás a Iron Maiden como uno de sus blancos predilectos para acusar a sus integrantes de Satanistas. Es gracioso porque otras fuentes emparentan a esa caricatura con Rod Smallwood, el manager de la banda, aunque no pareciera haber una relación muy próxima. Lo cierto es que cuando la banda reeditó su catálogo en 1998 la portada fue modificada y la imagen del sepulturero ya no se encontraba allá. Lo que sí hay es una inscripción en la tumba de Eddie que en la portada original no aparecía. De hecho, la placa de la tumba se encontraba en blanco al principio, pero cuando el disco fue reeditado en dicha placa se podía leer After the daylight the night of pain. That is not dead which can rise again” (Después de la luz del día llega la noche del dolor. No hay muerto que pueda volverse a levantar).

Al día de hoy algunos ven a “No Prayer For The Dying” como una suerte de disco de transición, debido a todos los cambios que sufrió la banda al momento de realizar este LP. Una transición que luego desembocará en “Fear of The Dark” (1992) un álbum con una estética muy similar a éste pero con una producción infinitamente superior, el cual le permitiría a La Doncella vivir aún días de gloria más allá de que el panorama musical en el mundo estaba cambiando drásticamente como se dijo al principio. Aunque quizás lo correcto sea decir que esta transición a lo que llevó en realidad sería a la partida de Bruce Dickinson en 1993, porque si algo estaba claro es que en las internas de la banda las cosas no estaban funcionando de la misma manera que en la década anterior y Iron Maiden se tenía que preparar para afrontar en los 90’s un punto de quiebre para así poder luego reinventarse. Pero eso es otra historia.

Tracklist
Tailgunner
Holy Smoke
No Prayer For The Dying
Public Enema Number One
Fates Warning
The Assassin
Run Silent Run Deep
Hooks In You
Bring Your Daughter…To The Slaughter
Mother Russia

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30 aniversario de “No Prayer For The Dying”: Tres décadas más tarde y no todos rezan por él.
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Tres décadas para uno de los discos más cuestionados de Iron Maiden. “No Prayer For The Dying” implicó un quiebre en muchos aspectos para la banda aunque no en el sentido más noble de la palabra puesto que quizás este sea el disco que inaugure la etapa menos fructífera en la vida de La Doncella de Hierro. Pero tratándose de una banda de los kilates de Iron Maiden, justamente una de las cosas que los hace tan grandes es inspeccionar incluso los aspectos menos destacados de su riquísima historia. 

Hablar de los grandes clásicos de una banda siempre es más fácil. Podemos agregar elogios sobres los elogios ya dichos hasta el hartazgo acerca de “The Number of The Beast”, “Powerslave” o “Seventh Son of A Seventh Son”, algunos de los discos claves en la historia del grupo. Pero hablar de los momentos más flojos en el repertorio de una banda es otra historia. Para algunos fans “No Prayer for The Dying” representa el punto más bajo en la discografía de Iron Maiden, ubicándolo por debajo incluso de los discos con Blaze Bayley en voces. 

¿Qué pasó en aquel entonces para que La Bestia trastabillara por primera vez en su historia? Finalizada la década de los 80’s, una década en la que parecía ser que todo lo que Steve Harris y lo suyos tocaran se convertiría en oro, gracias a algunos discos claves en la historia de la música pesada y a unas giras descomunales; todo eso encontró su abrupto final con la llegada de los oscuros 90’s. Para comprender mejor la situación primero quizás sea necesario repasar el contexto de la música mundial en aquellos años antes de meternos en el seno de la banda. 

La década de 1990 marcaría un contraste muy fuerte con respecto a los “alegres” y optimistas años 80. El colorido del Glam Rock y el AOR perderían terreno frente al aire depresivo del Grunge, y las propuestas que surgían del mundo del Metal eran cada vez más agresivas. Cuenta de ello dieron algunas otras leyendas ya consagradas como Judas Priest con su “Painkiller” o AC/DC con su “Razor’s Edge”, ambas placas fundamentales en el historial de cada banda, y ambas dos con un rasgo característico en común: en ambos casos las dos bandas se mostraban sonando más aguerridas y potentes que nunca. Por otro lado, el Thrash Metal había encontrado la madurez en sus máximos exponentes gracias a discos como “Rust in Peace” de Megadeth o “Seasons in the Abyss” de Slayer. Mientras que Pantera y su “Cowboys From Hell” le dieron una vuelta de tuerca a la forma de hacer Rock pesado. 

Si bien Maiden siempre fue una banda de hacer la suya sin prestar demasiada atención a lo que hicieran sus colegas, este contexto no puede perderse de vista porque de alguna forma impactó para que “No Prayer For The Dying” pasará aún más desapercibido, independientemente de que las ventas del disco hayan sido por demás aceptables. Pero en el campamento de Iron Maiden las cosas no iban tan bien como en las cuentas bancarias. Una vez finalizada la gira del mítico “Seventh Son of A Seventh Son” en diciembre de 1988 la banda se tomó un prolongado tiempo de descanso. Solamente la edición del VHS “Maiden England”, el cual daba testimonio de aquella gira, sería la única señal de vida que el grupo daría en 1989. Durante ése período, algunos de sus miembros se dedicaron a sus proyectos personales. El guitarrista Adrian Smith se lanzó a su aventura “Adrian Smith and Project” (ASAP) con el disco “Silver and Gold” junto a algunos de sus viejos amigos de Urchin, su banda previa a Maiden. El cantante Bruce Dickinson, por su parte, tuvo su debut solista con el álbum “Tattooed Millionaire”. En ambos casos los músicos se alejaban del sonido más potente de Maiden para abocarse a un Hard Rock mucho más relajado. Ninguno de los discos representó un éxito ya sea artística o comercialmente hablando, pero para Dickinson y para Smith significó una bocanada de aire refrescante para ellos puesto que encontraron en sus propios proyectos el espacio que a veces les era negado, como compositores, dentro de Iron Maiden. Porque es sabido que la última palabra en el mundo Maiden la tiene siempre Steve Harris, bajista y alma mater del grupo, y si bien la asociación compositiva con Bruce y con Adrian produjo resultados realmente milagrosos en el catálogo de la banda, el liderazgo de Harris era indiscutido. De algún modo esta situación comenzó a generar las primeras fracturas en el armazón interno del grupo. 

El que primero se mostró más distanciado fue Smith quien al momento de empezar con la preproducción del nuevo álbum se encontraba muy disconforme con la dirección que estaba tomando el nuevo material. Harris empezó a percibir que el inconformismo de Smith y le dijo que si no estaba completamente comprometido con la banda no podía continuar en ella. Naturalmente, el resultado desembocó en la partida de Adrian Smith y así Iron Maiden perdía a uno de sus compositores más importantes, quien en el pasado ya le había entregado a la banda clásicos inoxidables como “Wasted Years” o “2 Minutes To Midnight”. El reemplazante elegido fue Janick Gers, un viejo conocido de la banda, quien ya había tenido contacto con ellos durante los años de la New Wave Of British Heavy Metal con su banda White Spirit, una banda con la que no trascendió demasiado. Sí, en donde Janick logró hacerse de un nombre, fue junto Ian Gillan y sus discos solistas de comienzos de los 80 ‘s. El por aquél entonces ex cantante de Deep Purple andaba deambulando como lobo solitario y acompañarlo en esa aventura implicó una gran experiencia para Gers, hasta 1984 cuando Gillan aceptó volver a reunirse con sus antiguos camaradas de Deep Purple. Janick también participó en 1985 en un proyecto muy interesante que lamentablemente no prosperó llamado Gogmagog, el cual contaba también con Neil Murray (Whitesnake, Black Sabbath) en bajo, y Pete Willis de Def Leppard en guitarras; pero además también fueron parte de esta breve historia, que solo dejó como saldo un EP, dos ex integrantes de Iron Maiden: Paul Di’Anno en voces y Clive Burr en batería. Le siguió una colaboración con Fish de Marillion y tras estar ausente de la actividad musical durante algunos años, en los cuales Gers se dedicó a estudiar ciencias sociales, el violero blondo fue invitado por Bruce Dickinson a colaborar en su disco debut como solista. Esta situación, naturalmente, puso a Gers más cerca de la órbita de Iron Maiden y fue uno de los primeros candidatos en ser considerado para reemplazar a Adrian Smith. Con un estilo más vertiginoso y un increíble despliegue escénico arriba del escenario, en comparación a su antecesor, Janick le inyectó una dosis de saludable sangre fresca a La Bestia. También contaría con el espacio suficiente para aportar sus ideas a la hora de componer pero eso no sería sino hasta el próximo disco. Para el momento en que Janick se incorporó a Maiden, los ensayos previos a la grabación de “No Prayer For The Dying” ya estaban listos y ahora solamente había que grabar el disco. De modo que atribuirle la culpa a Gers por los magros resultados de la placa sería bastante injusto. 

La grabación del disco fue otro problema logístico. La banda tuvo problemas para encontrar un estudio de grabación y como los tiempos apremiaban, resolvieron ir al granero propiedad de la familia de Steve Harris en Essex, Inglaterra, utilizando el estudio móvil de Los Rolling Stones, lo cual significó para Iron Maiden grabar en su casa por primera vez desde 1982 cuando hicieron “The Number of the Beast”. Sin embargo, el hecho de no contar con un estudio acorde y con la presión de sacar el disco a como dé lugar terminó dejando como saldo una producción muy pobre a nivel sonoro, tan así que ni siquiera un genio como Martin Birch estando detrás de los controles pudo hacer algo al respecto. Es cierto que la banda con este disco buscó volver a un sonido más básico, sin ahondar en súper producciones como lo fueron sus antecesores directos “Seventh Son of A Seventh Son” (1988) y “Somewhere In Time” (1986) en donde el quinteto comenzó a dejarse llevar más por las influencias del Rock Progresivo. Steve Harris llegó a referirse a este disco como una reacción a “Seventh Son..”, en cuanto a una producción muy básica, deseando encontrarse con una dimensión más razonable. Pero esa dimensión “razonable” no debería necesariamente implicar una producción tan pobre para una banda como Maiden, aún cuando las composiciones hayan sido concebidas para un sonido más primitivo. 

Y ya que mencionamos las composiciones, hay que decir que estas no suelen estar entre las más aclamadas por los fans de la banda. Ni siquiera por la banda misma, puesto que en giras posteriores pocas canciones de este disco fueron trasladadas al repertorio en vivo. De hecho, la actual gira de la banda se llama “The Legacy” (El Legado) y ninguna canción de “No Prayer…” está siendo ejecutada. De acuerdo, alguien podrá decir que Iron Maiden ya es una banda con una discografía muy extensa y es imposible abarcarla toda en un solo show. Pero si vemos las estadísticas, en los últimos 20 años solamente “Bring Your Daughter…To The Slaughter” fue tocada como parte de una breve gira que Maiden hizo en en 2003. Esa información algo debería decirnos. Y ya que mencionamos esta canción, “Bring Your…” quizás sea la más representativa de todo el disco y su concepción en muchos sentidos. 

Esta canción originalmente la concibieron Dickinson y su banda como parte del soundtrack del film  A Nightmare on Elm Street 5. La idea luego iría mutando hasta cobrar la forma de la primera aventura solista discográfica de Dickinson. Cuando Harris escuchó la canción le pareció que encajaría perfectamente en el nuevo disco de Maiden y por eso la regrabaron para “No Prayer For The Dying”. Años más tarde cuando Dickinson lanzara el compilado de su carrera solista, incluiría entre el material extra la versión original de “Bring Your Daughter…To The Slaughter”, la cual tiene unas leves diferencias con respecto a la que todos conocemos. En líneas generales la canción presenta la faceta más cruda del sonido de Iron Maiden, más cercana al Hard Rock quizás. Un riff abierto pero resonante; una media marcha marcando un compás un poco acelerado; un estribillo certero pero lo más destacable era encontrarse con un Dickinson totalmente desprovisto de su registro vocal más lírico para darle paso a las matices más “sucias” de su voz, como queriendo acercarse a unas vocalizaciones más propias de AC/DC. Sin dudas uno de los elementos que distinguen esta etapa de La Doncella es la ausencia de esas melodías vocales con las que Bruce cautivó al mundo, reemplazadas por un estilo más callejero acorde con la vuelta a ese sonido más primitivo con el que la banda quería reencontrarse. Si esto fue buscado intencionalmente o surgió de manera natural durante la grabación del disco solamente los músicos lo saben. 

Suposiciones aparte, lo cierto es que “Bring Your Daughter….” se convirtió en el único single de Iron Maiden en llegar al puesto número uno en ventas en el Reino Unido. Nada mal teniendo en cuenta el presente de la banda en aquel entonces. La provocativa portada del single con Eddie abrazando a una muchacha de cuerpo esbelto a la que no se le llegan a distinguir precisamente las facciones de su rostro, y una letra con cierto tinte machista, bien podrían levantar bastante revuelo en estos días. Y ya que abordamos el terreno lírico también hay que decir que aquí Maiden se alejó más de las temáticas literarias e históricas para abordar temas con mayor contenido socio-político. El otro single, “Holy Smoke”, estaba más enfocado a hacer una crítica con humor ácido sobre los mensajes religiosos. “Mother Russia”, la encargada de cerrar el disco, hacía referencia a la caída del bloque Soviético en Rusia por aquellos años. Esta canción, con algo más de cinco minutos de duración, es la única en toda la placa en tener un deje épico con cierta influencia del Rock Progresivo. Es además la más extensa de todo el álbum, lo cual da cuenta del carácter más rudimentario del disco con canciones más cortas y directas. Toda una novedad para una banda que en el pasado no tuvo, como tampoco lo tiene ahora, empacho alguno en componer canciones que ronden los diez minutos de duración. 

Por supuesto que tratándose de Iron Maiden siempre va a haber material interesante para escuchar. Temas como “Tailgunner”, “Run Silent, Run Deep”, “Public Enema Number One” (con unas melodías de guitarra muy interesantes cortesía de Dave Murray) o la encargada de darle título al álbum, aún sonaban potentes. Pero por otra parte, la mencionada “Holy Smoke”, “Fates Warning”, “The Assassin” o “Hooks in You” (la única canción que lleva la firma de Adrian Smith, puesto que fue gestada antes de su partida) suenan demasiado simplonas y poco convincentes para una banda que supo componer canciones como “Hallowed Be Thy Name”.

Otra cosa que Iron Maiden llevó a un terreno más sencillo fueron también los montajes escénicos para la gira de este disco. Toda las super producciones que la banda había llevado en el pasado con las cuales habían deslumbrado al mundo entero fueron reemplazadas por unos simples telones de fondo que se iban alternando a medida que las canciones del repertorio se iban sucediendo durante sus shows. Si bien este recurso aún es utilizado al día de hoy por el grupo, habría que esperar hasta finales de los 90 ‘s con “Virtual XI” para que Maiden vuelva a ofrecer un espectáculo visual digno de admirar. Si bien hubo una gran labor de Derek Riggs, el creador de todos los conceptos gráficos de la banda, al diseñar una notable cantidad de Eddies (la mascota del grupo) para acrecentar el merchandising de la banda y tener una variedad mayor de telones para el tour, este nuevo concepto minimalista para sus escenarios no cayó del todo bien a los fans, aún cuando agotaron casi todas las localidades de todos los lugares que recorrieron.

Ya que mencionamos a Eddie, bien vale la pena resaltar la historia de la portada de este disco además de que también marcaría el fin de la exclusividad de Riggs como artista gráfico de Iron Maiden. Primero, el Eddie lobotomizado es descartado para volver a la versión de Eddie con los pelos electrizados como así lo hiciera en los primeros discos. Originalmente en la portada se podía ver a Eddie saliendo de un sepulcro a la vez que sujeta del cuello al sepulturero que se cruzó en su camino. La caricatura de este sepulturero pareciera hacer referencia al Reverendo Jimmy Swaggart, un evangelizador retrógrada que tenía desde algunos años atrás a Iron Maiden como uno de sus blancos predilectos para acusar a sus integrantes de Satanistas. Es gracioso porque otras fuentes emparentan a esa caricatura con Rod Smallwood, el manager de la banda, aunque no pareciera haber una relación muy próxima. Lo cierto es que cuando la banda reeditó su catálogo en 1998 la portada fue modificada y la imagen del sepulturero ya no se encontraba allá. Lo que sí hay es una inscripción en la tumba de Eddie que en la portada original no aparecía. De hecho, la placa de la tumba se encontraba en blanco al principio, pero cuando el disco fue reeditado en dicha placa se podía leer After the daylight the night of pain. That is not dead which can rise again” (Después de la luz del día llega la noche del dolor. No hay muerto que pueda volverse a levantar).

Al día de hoy algunos ven a “No Prayer For The Dying” como una suerte de disco de transición, debido a todos los cambios que sufrió la banda al momento de realizar este LP. Una transición que luego desembocará en “Fear of The Dark” (1992) un álbum con una estética muy similar a éste pero con una producción infinitamente superior, el cual le permitiría a La Doncella vivir aún días de gloria más allá de que el panorama musical en el mundo estaba cambiando drásticamente como se dijo al principio. Aunque quizás lo correcto sea decir que esta transición a lo que llevó en realidad sería a la partida de Bruce Dickinson en 1993, porque si algo estaba claro es que en las internas de la banda las cosas no estaban funcionando de la misma manera que en la década anterior y Iron Maiden se tenía que preparar para afrontar en los 90’s un punto de quiebre para así poder luego reinventarse. Pero eso es otra historia.

Tracklist
Tailgunner
Holy Smoke
No Prayer For The Dying
Public Enema Number One
Fates Warning
The Assassin
Run Silent Run Deep
Hooks In You
Bring Your Daughter…To The Slaughter
Mother Russia

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Donuts Hole en Barcelona: “Como si fuéramos uno más”
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Donuts Hole hace presencia otra vez, esta vez acompañados Donuts Hole vuelve a pisar su ciudad natal, específicamente en la ya más que conocida Sala Bóveda. La Marina volvió a […]

Sôber en Barcelona: “Frágil e inmortal”
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Apretando el acelerador para llegar a la cita con el popurrí creativo alrededor de Sôber, Sâvia y Skizoo llegamos rozando las 8 de la noche y saltamos al foso para las tres fotografías de […]


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Gun
Hombres (2024)
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Zakk Sabbath
Doomed Forever / Forever Doomed (2024)
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Dvne
Voidkind (2024)
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Sonata Arctica
Clear Cold Beyond (2024)



 



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