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![Alestorm en Buenos Aires: “Día de la Lealtad Pirata” thumb image](https://tracktohell.com/wp-content/uploads/2022/10/ALESTORM_01-1.jpg)
Estoy muy seguro de que Rolf Kasparek, a diferencia del protagonista John Xenir de su disco Black Hand Inn, no tenía poderes para ver el futuro: cuando decidió desechar la temática satánica de los dos primeros discos de su banda Running Wild para adoptar la estética pirata en su clásico Under Jolly Roger (1987), lo hizo porque le parecía una idea interesante y no porque supiera que años después combinar metal con letras sobre estos forajidos de alta mar terminaría creando uno de los subgéneros más particulares del mundo de la música pesada. Pero eso fue lo que terminó pasando, desencadenando una serie de hechos que terminaron con que el 17 de octubre de 2022 The Other Place (Gascón 104, CABA) estuviera lleno de gente para presenciar una nueva visita de los escoceses Alestorm, la banda más famosa del metal pirata.
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Bueno, “metal pirata”: a diferencia de otros términos como “viking metal” o “war metal”, no creo que haya un sonido específico que lo defina, y es más una temática lírica. Pero Alestorm son la cara más visible del estilo, y diría que son de los que están más cerca de haber creado un sonido para esa etiqueta, con su mezcla de power metal, teclados folk y estribillos para cantar con un chop de cerveza en la mano. Su sentido del humor, aquel que los llevó a editar una versión de su último álbum Seventh Rum of a Seventh Rum con las voces reemplazadas por ladridos de perros, no será para todo el mundo, pero viendo a la gente en el lugar, varios de ellos con tricornios y aprovechando el bar de The Other Place, está claro que estos habitantes de las Tierras Altas tienen algo que atrae.
La velada dio comienzo con Leshy, quinteto oriundo de Tigre, formado en 2019 y que se encuentra grabando su primer EP. El grupo se define como “metal pagano”, y tanto su sonido influenciado por el black metal como su imagen van de la mano con esa etiqueta, como se pudo escuchar en canciones como “Through The Whispering Forest”, “1380”, “The Last Rune” y su cover de “La Comarca” de Barloventos, que se puede escuchar en El Abordaje, el disco tributo a la banda argentina de folk metal. Cerraron con “Leshy”, canción que da nombre a la banda, completando una muy buena presentación de 35 minutos de sonidos ancestrales.
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La noche siguió con Innerforce. El antiguo quinteto y ahora cuarteto, luego de que la salida del cantante Alejo Popovici motivara al guitarrista Francisco Pérez Borchiero a encargarse también del micrófono, tuvo un desarrollo importante en los últimos años, algo que se demuestra al estar acompañando a Alestorm no sólo en este recital sino en toda su gira latinoamericana, justo a tiempo para celebrar la salida de su segundo álbum Arcadia. Las canciones de Innerforce no tienen una longitud particularmente amigable para un set de media hora, pero la banda se las arregló con tracks tanto de este último trabajo, como “The Last Ride”, como de su debut From Within de 2017, incluyendo “Galleons of Nations” que ya es un clásico de su repertorio. Más allá de un par de problemas de sonido, mencionados por ellos mismos, Innerforce saldrían airosos y aplaudidos de este momento tan importante en su carrera.
Durante la media hora que siguió, el público disfrutó de una selección de canciones de rock setentoso, lo que dio lugar a un momento espectacular y bizarro cuando empezó a sonar “Bohemian Rhapsody” de Queen y los presentes se la cantaron de principio a fin al pato gigante arriba del escenario, una parte inseparable de la escenografía de Alestorm.
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A las 21:00 en punto, apareció de fondo el logo de Alestorm con la bandera argentina incorporada, y en par de segundos teníamos a la banda completa arriba del escenario tocando la pesadísima “Keelhauled”, acompañada por los cantos piratescos del público en cada coro y un pogo brutal ya desde el comienzo. A pesar de que todos en Alestorm llaman la atención (sobre todo porque los cinco miembros parecen de tres bandas diferentes), es difícil no centrar la atención en Christopher Bowes, no sólo por ser el cantante y combinar el kilt escocés con la vestimenta de músico de crossover thrash sino también por llevar un keytar, ese teclado colgado como guitarra que en Argentina se relaciona inmediatamente con la cumbia villera.
No hubo mucho tiempo para el descanso para cuando comenzaron con “Treasure Chest Party Quest”, otra canción que debe haber dejado afónico a más de uno en el público, al igual que la siguiente “Mexico” y su intro similar al de un juego de 8 bits. Eventualmente la gente estaba haciendo el clásico canto de “Es un sentimiento…”, que dejaba en claro la devoción por la banda y que hay una división importante entre los que pronuncian el nombre como “Éilstorm” y los que dicen “Álestorm”.
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Hubo unas palabras sentidas por parte de Bowes, al menos por lo que se le pudo entender entender entre la acústica y su acento escocés, y “Magellan’s Expedition” (una de las raras canciones “relativamente serias” de Alestorm) fue otra tormenta de pogo entre la marea de gente, que en las siguientes “The Sunk’n Norwegian” y “Shipwrecked” tuvieron a los de seguridad haciendo trabajo extra para lidiar con los que querían abordar el escenario de The Other Place. ¿Y qué decir sobre “Seventh Rum of a Seventh Rum”? Hasta el más abstemio del público se le hubiera apetecido un buen ron o al menos una cerveza con el entusiasmo de Bowes cantando sobre el licor, algo que seguiría con “Alestorm”, canción que menciona al ron y la hidromiel como dos de “las cosas que un pirata necesita”.
Sí, Alestorm es una banda que, más allá de lo que uno piense sobre sus discos, sabe dar un espectáculo en vivo que convence hasta el más escéptico, sobre todo si no se los busca tomar muy en serio. Y en una muestra de que no le temen a alienar a sus fans más cuadrados o al buen gusto, le preguntaron a la gente si les gustaba el nu metal noventero antes de comenzar con “Tortuga”, esa mezcla hereje de folk y rap metal con el Captain Yarrface como invitado que es ridícula incluso para los estándares del grupo. Pero ese es uno de los atractivos de Alestorm, algo que continúan con “Hangover”, ese cover del cantante electropop Taio Cruz que tuvo a la gente coreando y recordando por primera vez a Taio Cruz desde 2011.
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Seguirían con “Zombies Ate My Pirate Ship” y “Nancy The Tavern Wrench”, esta última con la banda alentando a hacer el “rowing pit”, el pogo que tiene a la gente remando en el suelo. Y ya para el final del set principal dejarían “P.A.R.T.Y”, “Captain Morgan’s Revenge”, con esa intro pesadisíma a puro doble bombo a cargo del norirlandés Peter Alcorn, y la refinada y elegante “Shit Boat (No Fans)”, que tuvo de vuelta a la gente coreando de principio a fin.
Alestorm se retiraron, pero es obvio que no pasarían más que unos minutos para tenerlos de vuelta al pie del cañón para quemar las últimas municiones. Estas últimas balas serían “Drink”, con apología alcohólica incluida, “Pirate Metal Drinking Crew”, y esa oda a la belleza de los mares llamada “Fucked With An Anchor”, que cerraría con otro coro pirata y con Christopher Bowes con la bandera argentina como capa, con las fotos contractuales por el público y la banda retirándose, más tarde saliendo por la misma salida del público de The Other Place. De fondo sonaba “Mr Blobby”, canción grabada por el ser más horripilante que haya dado la televisión no apellidado Saville.
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Así que, ¿qué nos queda después de esto? Escuchar los discos completos de Alestorm se me hace una tarea bastante agotadora, por lo que creo que en vivo logran mostrar su mejor versión, tanto con la escenografía como con sus interacciones con el público. Y con 75 minutos y monedas, creo que el recital logra un balance perfecto, algo que estuvo ayudado por un muy buen sonido por parte del local. Así que brindemos por la posibilidad de tener a Alestorm de vuelta en el país, porque la fiesta siempre está garantizada con ellos.
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Estoy muy seguro de que Rolf Kasparek, a diferencia del protagonista John Xenir de su disco Black Hand Inn, no tenía poderes para ver el futuro: cuando decidió desechar la temática satánica de los dos primeros discos de su banda Running Wild para adoptar la estética pirata en su clásico Under Jolly Roger (1987), lo hizo porque le parecía una idea interesante y no porque supiera que años después combinar metal con letras sobre estos forajidos de alta mar terminaría creando uno de los subgéneros más particulares del mundo de la música pesada. Pero eso fue lo que terminó pasando, desencadenando una serie de hechos que terminaron con que el 17 de octubre de 2022 The Other Place (Gascón 104, CABA) estuviera lleno de gente para presenciar una nueva visita de los escoceses Alestorm, la banda más famosa del metal pirata.
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Bueno, “metal pirata”: a diferencia de otros términos como “viking metal” o “war metal”, no creo que haya un sonido específico que lo defina, y es más una temática lírica. Pero Alestorm son la cara más visible del estilo, y diría que son de los que están más cerca de haber creado un sonido para esa etiqueta, con su mezcla de power metal, teclados folk y estribillos para cantar con un chop de cerveza en la mano. Su sentido del humor, aquel que los llevó a editar una versión de su último álbum Seventh Rum of a Seventh Rum con las voces reemplazadas por ladridos de perros, no será para todo el mundo, pero viendo a la gente en el lugar, varios de ellos con tricornios y aprovechando el bar de The Other Place, está claro que estos habitantes de las Tierras Altas tienen algo que atrae.
La velada dio comienzo con Leshy, quinteto oriundo de Tigre, formado en 2019 y que se encuentra grabando su primer EP. El grupo se define como “metal pagano”, y tanto su sonido influenciado por el black metal como su imagen van de la mano con esa etiqueta, como se pudo escuchar en canciones como “Through The Whispering Forest”, “1380”, “The Last Rune” y su cover de “La Comarca” de Barloventos, que se puede escuchar en El Abordaje, el disco tributo a la banda argentina de folk metal. Cerraron con “Leshy”, canción que da nombre a la banda, completando una muy buena presentación de 35 minutos de sonidos ancestrales.
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La noche siguió con Innerforce. El antiguo quinteto y ahora cuarteto, luego de que la salida del cantante Alejo Popovici motivara al guitarrista Francisco Pérez Borchiero a encargarse también del micrófono, tuvo un desarrollo importante en los últimos años, algo que se demuestra al estar acompañando a Alestorm no sólo en este recital sino en toda su gira latinoamericana, justo a tiempo para celebrar la salida de su segundo álbum Arcadia. Las canciones de Innerforce no tienen una longitud particularmente amigable para un set de media hora, pero la banda se las arregló con tracks tanto de este último trabajo, como “The Last Ride”, como de su debut From Within de 2017, incluyendo “Galleons of Nations” que ya es un clásico de su repertorio. Más allá de un par de problemas de sonido, mencionados por ellos mismos, Innerforce saldrían airosos y aplaudidos de este momento tan importante en su carrera.
Durante la media hora que siguió, el público disfrutó de una selección de canciones de rock setentoso, lo que dio lugar a un momento espectacular y bizarro cuando empezó a sonar “Bohemian Rhapsody” de Queen y los presentes se la cantaron de principio a fin al pato gigante arriba del escenario, una parte inseparable de la escenografía de Alestorm.
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A las 21:00 en punto, apareció de fondo el logo de Alestorm con la bandera argentina incorporada, y en par de segundos teníamos a la banda completa arriba del escenario tocando la pesadísima “Keelhauled”, acompañada por los cantos piratescos del público en cada coro y un pogo brutal ya desde el comienzo. A pesar de que todos en Alestorm llaman la atención (sobre todo porque los cinco miembros parecen de tres bandas diferentes), es difícil no centrar la atención en Christopher Bowes, no sólo por ser el cantante y combinar el kilt escocés con la vestimenta de músico de crossover thrash sino también por llevar un keytar, ese teclado colgado como guitarra que en Argentina se relaciona inmediatamente con la cumbia villera.
No hubo mucho tiempo para el descanso para cuando comenzaron con “Treasure Chest Party Quest”, otra canción que debe haber dejado afónico a más de uno en el público, al igual que la siguiente “Mexico” y su intro similar al de un juego de 8 bits. Eventualmente la gente estaba haciendo el clásico canto de “Es un sentimiento…”, que dejaba en claro la devoción por la banda y que hay una división importante entre los que pronuncian el nombre como “Éilstorm” y los que dicen “Álestorm”.
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Sí, Alestorm es una banda que, más allá de lo que uno piense sobre sus discos, sabe dar un espectáculo en vivo que convence hasta el más escéptico, sobre todo si no se los busca tomar muy en serio. Y en una muestra de que no le temen a alienar a sus fans más cuadrados o al buen gusto, le preguntaron a la gente si les gustaba el nu metal noventero antes de comenzar con “Tortuga”, esa mezcla hereje de folk y rap metal con el Captain Yarrface como invitado que es ridícula incluso para los estándares del grupo. Pero ese es uno de los atractivos de Alestorm, algo que continúan con “Hangover”, ese cover del cantante electropop Taio Cruz que tuvo a la gente coreando y recordando por primera vez a Taio Cruz desde 2011.
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Alestorm se retiraron, pero es obvio que no pasarían más que unos minutos para tenerlos de vuelta al pie del cañón para quemar las últimas municiones. Estas últimas balas serían “Drink”, con apología alcohólica incluida, “Pirate Metal Drinking Crew”, y esa oda a la belleza de los mares llamada “Fucked With An Anchor”, que cerraría con otro coro pirata y con Christopher Bowes con la bandera argentina como capa, con las fotos contractuales por el público y la banda retirándose, más tarde saliendo por la misma salida del público de The Other Place. De fondo sonaba “Mr Blobby”, canción grabada por el ser más horripilante que haya dado la televisión no apellidado Saville.
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Así que, ¿qué nos queda después de esto? Escuchar los discos completos de Alestorm se me hace una tarea bastante agotadora, por lo que creo que en vivo logran mostrar su mejor versión, tanto con la escenografía como con sus interacciones con el público. Y con 75 minutos y monedas, creo que el recital logra un balance perfecto, algo que estuvo ayudado por un muy buen sonido por parte del local. Así que brindemos por la posibilidad de tener a Alestorm de vuelta en el país, porque la fiesta siempre está garantizada con ellos.
- Leshy
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