

The Body es un proyecto que se caracteriza por ser extremadamente prolífico en discos propios y en colaboraciones. El año pasado lanzaron dos excelentes álbumes: uno en conjunto con Dis Fig (alias de la cantante, DJ y productora estadounidense Felicia Chen) titulado Orchards of a Futile Heaven, y otro a cargo solamente de ellos llamado The Crying Out of Things. Continuando con el furor creativo, ya a principios de este 2025 sale esta obra cooperativa con el dúo industrial canadiense Intensive Care, una vez más para deleite de la audiencia ávida de vanguardismo musical en territorios oscuros. Siempre es bueno recordar algunos de los antecedentes colaborativos para tomar una noción más certera de la fuerte intencionalidad comunitaria y exploradora de The Body: Braveyoung (2011), Thou (2015), Krieg (2015), Full of Hell (2016 y 2017), Uniform (2018 y 2019), HEALTH (2022), etc. Intensive Care, por su lado, sacó dos discos en 2022: That We May Be Worthy y Antibodies, y una colaboración con Full of Hell en 2018.
Entonces, en esta ocasión, el dúo experimental de sludge metal con mucho noise y elementos industriales, conformado por Chip King y Lee Buford, une fuerzas con la pareja constituida por Andrew Nolan y Ryan Bloomer, que hacen una mezcla de metal industrial, hardcore y powerviolence, todo atravesado por la electrónica.
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“Mistakes Have Been Made” es un comienzo relativamente calmo, casi dub, al menos para quienes ya estamos habituados (y amamos) los agudos alaridos asordinados de King, que siempre suena como un fantasma histérico, a veces más frenético que otras. Una base percusiva y ruidos sintetizados son todo el acompañamiento necesario, hasta que el panorama vocal empieza a diversificarse. En “Swallowed by God” irrumpe un bajo distorsionado a más no poder, y todo se vuelve agresivo. La estridencia vocal persiste, pero se suman nuevas voces, guturales o parcialmente limpias, a cargo de los canadienses.
A medida que va avanzando la obra, la referencia ineludible de Godflesh va resonando con más potencia. “The Misunderstanding” empieza con un bajo de oscilaciones catastróficas, aunque la canción tiene momentos más calmos y minimalistas, con una sonoridad coral psicodélica. “At Death’s Door” sigue profundizando en la veta noise, aunque el instrumento de las emisiones graves vuelve a adquirir mayor protagonismo. Junto con el canto, los ecos de los íconos industriales ya mencionados se vuelven más intensos.
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“The Riderless Mount” se torna más lisérgico y, en este punto, puede afirmarse que en este disco hay cierta impronta dub, como ya mencionamos anteriormente. No obstante, “Cartography of Suffering” impone un giro radical, nuevamente hacia espacios lúgubres, como húmedas y herméticas recámaras subterráneas. La distorsión y la reverberación son brutales. La multiplicidad de voces despliega un histrionismo que prácticamente monta una escena dramática.
“Unwanted” es un track en el que la desesperación adquiere tintes claustrofóbicos para luego dar paso a un teclado casi cinematográfico. “Mandelbrot Anamnesis” es la composición más extensa de todo el álbum, más que canto hay un discurso, y de fondo, por supuesto, ese banshee corrosivo característico de The Body. Hacia el final resurge el canto con cadencia declamatoria, montado sobre una nube de moscas ruidosas rumbo a las pilas de cadáveres en un mundo apocalíptico, o las colecciones pútridas de pensamientos obsoletos que se acumulan en la mente de alguien anónimo. Si les gusta lo ominoso, Intensive Care y The Body tienen de sobra.

Bleed from Within acaba de lanzar su séptimo disco de estudio llamado Zenith. La banda escocesa con raíces de metalcore ha evolucionado con el pasar del tiempo y como es de costumbre los breakdowns estarán a la orden del día.
Son tres años desde el último disco, y a pesar de que lanzaron dos singles antes de la fecha del lanzamiento, mantuvimos a raya las ganas de escucharlos para así tener la experiencia completa: la primera impresión.
Y cuesta encontrar palabras para describir cómo comienza Violent Nature, con una pequeña intro que se traduce rápidamente en una bestialidad de riffs, con un sonido y una producción que, desde ya, deja en claro que esta será una de aquellas experiencias. Con un sonido más agresivo y con mucho más “punch” que discos anteriores, pavimenta el camino y nos invita a recorrerlo con mucho headbang de por medio.
Y así continúa, tema tras tema, con un ritmo implacable, demostrando que la experiencia que han ganado a través de sus 20 años como banda es puesta en práctica disco tras disco, y Zenith no es la excepción. A la ya potente y característica voz de Scott Kennedy, ahora se agrega de forma más constante la voz limpia del guitarrista Steven Jones, que nos permite comprobar que la raíz deathcore sigue presente y vigente.
Y el disco, vaya que tiene sorpresas. Una de ellas es la participación de Brann Dailor, mejor conocido por ser el baterista de Mastodon. Y como si no fuese suficiente, también cuenta con la participación y voz de Josh Middleton, guitarrista, vocalista y líder de Sylosis, y también ex-Architects. Como si todo eso fuese poco, la participación de Brann es en el séptimo tema del disco, y la de Josh en el décimo tema. Una total locura.
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Como parte de esta reseña, y para entregar un análisis con un condimento extra, escogí cuatro temas para analizarlos un poco más en profundidad:
El antes mencionado Violent… no puede ser un mejor inicio para un disco de metal, con una mezcla de algo nuevo para el sonido de Bleed from Within, algo que recuerda a los discos de Chimaira, con la distorsión de las guitarras, un poco al sonido del antiguo pero no olvidado metal industrial, para que en el segundo 25 explote con la voz y la batería.
Si bien los breakdowns son el plato fuerte hoy en día en los discos modernos, la madurez de la banda queda demostrada ya en este primer track, donde marcan paso y cambios sin necesidad de un breakdown típico. Ya avanzado el minuto 3, nos encontramos con el primer rebaje medio tempo, más pesado, sin abusar de ningún palm muting ni doble pedal. Una puta obra maestra. Ali Richardson se convierte, con el pasar del tiempo, en un batero de excelencia mundial.
La letra, en resumidas cuentas, trata (a interpretación de este redactor) de un tipo de conversación donde se deja en claro que no estamos solos, que vivimos experiencias como un grupo, y que la resiliencia y la lucha son características propias de quien relata la letra.
El séptimo tema del disco, Immortal Desire, comienza de manera épica con un canto grupal y una instrumentalización de fondo. Al segundo 11, entra de golpe la distorsión, el doble pedal, el palm muting y, de fondo, continúa la armonía vocal hasta que, antes del segundo 40, da paso a una voz carrasposa acompañada de los cleans del guitarrista, mutando nuevamente en estos cambios entre false cords y cleans, finalizando con la frase “I’d give life to save you”, en donde reaparece este coro que da lugar a otro breakdown de esos que nos hacen cabecear como si quisiéramos desprender la cabeza de nuestros cuellos. El tema concluye con una mezcla de la sección vocal inicial y más false cords.
La letra, desde mi perspectiva (y esto es lo hermoso de la música/metal), nos cuenta una lucha interna de cambios y crecimiento, momentos críticos y bajos, para luego afrontar el infierno y la muerte con un deseo de victoria, como lo dice parte de la letra:
“I won’t fear hell, it’s a part of me, engraved in the fabric of my being, i have lived through worse, nNo, death is not the end”
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Con respecto a Known by No Name, no tengo palabras para la intro. Es algo totalmente nuevo en la discografía de la banda, algo que no puedo describir y que tienen que vivir ustedes mismos. Si somos puristas, el inicio del tema puede parecer fuera de contexto dentro del disco, pero nuevamente un canto angelical de fondo nos hace recordar un poco a Immortal Desire. Y en el momento en que Scott Kennedy y su voz entran en juego, las guitarras alinean sus riffs y Ali Richardson aparece para darle el punch y el cambio de atmósfera necesarios.
El tema puede sentirse un poco corto, y es por la intro de casi un minuto para un tema de 3:52 de duración total. Pero sin lugar a duda toma ritmo, y nuevamente nos incita a cabecear cuando Kennedy canta: “Shit filled shelters serving as home, Dead men are digging, they bury their own.”
El track Edge of Infinity cierra el disco con una estructura nueva, que no suena similar a las otras piezas del álbum. Durante los casi cinco minutos y medio que dura la canción, nos recuerda a lo que hicieron muchas bandas de thrash metal a finales de los 80 o principios de los 90, como Testament, Metallica, entre otras. Un tema que sale bastante natural y que da cierre a un tremendo disco, que mezcla perfectamente un sonido nuevo para la banda con el sonido característico del metalcore, groove y metal moderno.
El álbum tiene una duración de 47 minutos que, les aseguro, se sentirán como un suspiro. No es un disco repetitivo, y eso es algo que se agradece. Por la estructura del deathcore y groove metal, es bastante común sentir en algún momento de los discos esa sensación de repetitividad.
Podemos ser fans o no de un estilo musical, tener nuestras preferencias y gustos, pero no debemos dejar que eso nos cierre ante la eventualidad de que este disco perfectamente puede estar entre los mejores del año.

A estas alturas del partido, yo creo que no hace falta hacer presentaciones ni desmentir que Disturbed han sido y siguen siendo una de las bandas más populares de su generación, siempre un escalón por debajo de Korn, Linkin Park, Slipknot y System of a Down, en cuanto a ventas y popularidad se refiere.
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Solo con ver que la celebración del 25 aniversario de su álbum debut The Sickness, al menos en Europa, se va a llevar a cabo en grandes pabellones y con !Megadeth¡ como artista invitado, evidencia de forma clarísima lo que acabo de decir.
Por eso analizar la nueva edición de The Sickness, es un trabajo meramente lúdico, sobre todo teniendo en cuenta que la banda no ha arriesgado mucho, por no decir nada en esta “nueva” edición, aunque viene presentada en un precioso doble digipack y que tiene como curiosidad dos caras B: “God Of The Mind” y “A Welcome Burden“, mientras que el resto del segundo disco se completa con las versiones demo de gran parte del álbum original y dos remixes de “Stupify” y “Glass Shatters“.
La banda de Chicago debutó en el año 2000 con este disco, donde si bien navegaban en la ola del nu metal, lo suyo tampoco era ni tanto ni tan poco y es que David Draiman nunca tuvo ese “flow” para rapear que tenía Fred Durst, tampoco la sensibilidad torturada de Jonathan Davis y Chino Moreno y muchísimo menos la brutalidad vocal de Corey Taylor, sin embargo y aunque os duela admitirlo, tiene una voz tan particular que si pones en la tele un tema de Disturbed, enseguida sabrás que son ellos aunque no sepas cual canción está sonando y eso es como mínimo de admirar. Quizás Disturbed estaba más cerca de las bandas que venían detrás de ellos como puedan ser Godsmack o Sevendust y pavimentó el terreno para la posterior aparición de combos como Five Finger Death Punch, combinando ese metal moderno con toques groove y algo de melodía accesible.
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Temas como “Voices“, el himno “Down With The Sickness” (uno de los 5 mejores temas de su carrera lejos, a pesar de lo delicada de su letra), la desafiante “Stupify” o “Want“, siguen sonando bien a pesar del paso del tiempo y aunque no sean lo más original del mundo, si que forman parte por derecho propio de un género que aunque ya no goce ni por asomo de la popularidad que tuvo a comienzos de la década del 2000, si que son claves para entender un poquito lo que se escuchaba por aquellos días y que es lo que bandas como Disturbed querían ofrecer y visto las cifras millonarias de este primer disco, tampoco es que estuvieran muy equivocados con lo que hacían ni la forma en la que plasmaron su sonido por aquel entonces.
Las versiones demo, son básicamente una simple curiosidad para los fans más acérrimos de los norteamericanos, aunque he de admitir que las versiones de “Stupify” y sobre todo “Shout“, porque evidencia que no se equivocaron al versionar aquel clásico de Tears For Fears, son bastante simpáticas. Quizás el “pero” que se le puede poner es no haber incluido un dvd con los videoclips de los singles y la particular performance en el Ozzfest 2000, pero aún así es una buena manera de echar la vista atrás y recordar uno de los discos más destacados de su generación.

El nuevo álbum de Gotthard llega como anillo al dedo ya que es un disco que recupera la creatividad y la armonía de la banda. Stereo Crush limpia las heridas causadas por su antecesor del 2020 llamada simplemente #13 que nos dejó a muchos un con agrio sabor de boca y no porque fuera malo, sino que no se le encontró nada especial en el, así de simple.
Stereo Crush inicia con “Ai & I” que sorprende desde la entrada, un tema donde Gotthard entra a explorar algo un poco más veloz y algo desgarrador en todo sentido. Muy bueno para iniciar el disco, se puede apreciar a la banda explorando nuevas cosas.
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Sigue “Thunder & Lightning“. Qué gran canción que nos recuerda a la época en que Nic Meader entró a la banda por allá en el 2012 y sacaron el disco Firebirth. Acá ya vemos al Gotthard que todos queremos escuchar, guitarras muy armónicas, coros pegadizos y mucho hard rock a la vieja escuela, uno de los mejores temas de esta producción sin duda.
Para “Rusty Rose” usan un intro con teclado muy a lo Deep Purple, banda de la que ha obtenido enorme influencia. Y si hablamos de agrupaciones que marcaron a Gotthard, como quinto tema suena “Drive My Car” de The Beatles pero con toda la potencia del hard rock. Nna versión que al igual que Hush ya podrían seguir tocando en vivo en todos sus repertorios.
Otros temas que sobresalen del disco son “Liverpool” con esa guitarra única y creativa por parte de Leo Leoni; “Devil In The Moonlight” la marca el bajo de Marc Lynn en sus pocos más de 3 minutos de duración; “Dig A Little Deeper” que suena a antaño, muy a cosas que hicieron a principios del 2000. Esta es la banda que todos queríamos de regreso.
Muchos creíamos que la salida de su baterista original iba a afectar el sonido del grupo pero no fue así, ya que la incorporación de Flavio Mezzodi (Krokus) fue de lo mejor que les pudo pasar. Este señor trajo consigo toda una nueva fuerza a la banda. La dupla entre Freddy Scherer y Leo Leoni sigue igual, ambos son como almas gemelas y Nic Maeder ya está más acoplado a la banda que cualquier otro miembro. No podemos negar que siempre que se menciona a Gotthard inmediatamente se nos viene a la cabeza el nombre de Steve Lee y su hermosa voz, pero Nic fue un muy buen remplazo, eso no se puede negar.
Las 12 canciones del disco tienen algo especial, aquí no hubo lugar para rellenos, la producción del mismo es limpia y profunda, todo suena en total armonía, así que demos un aplauso doble o triple para estos señores que con su nuevo disco Stereo Crush, regresaron a las andadas por el buen camino del hard rock que todos amamos.

A estas alturas, creo que Cradle of Filth no necesita presentación y debo reconocer que musicalmente me encantan, además de haber esperado este nuevo material con ansias. Después de treinta años de sangre y aullidos barrocos, los liderados por Dani Filth ya no se esfuerzan por trascender el mundo que les rodea. Han sido una de las bandas más duraderas y constantes de la música pesada, dejando en el camnino un buen número de auténticos clásicos, han destrozado escenarios de todo el mundo y han ignorado alegremente las polémicas que aparecieron a su paso.
Resulta sorprendente que, tras catorce álbumes, los black metaleros sinfónicos no hayan producido todavía nada que pueda calificarse de malo; podrán tener trabajos mediocres, pobres, pero no malos (según mi visión, claro está). Habiendo establecido su sonido desde hace mucho tiempo, los trabajos más recientes han tendido a centrarse en el refinamiento más que en la reinvención, y eso está muy bien, ya que la calidad rara vez baja de un álbum a otro. Este nuevo álbum de estudio, The Screaming of the Valkyries, acaba de ver tenebrosa luz el pasado 21 de marzo a través de Napalm Records y confirma que el fuego sigue ardiendo.
Como novedad principal tenemos la incorporación de dos nuevos miembros: Donny Burbage (guitarras) y Zoe Marie Federoff (teclados, voz), cuyas contribuciones han sido elogiadas por aportar renovado vigor y profundidad al sonido general, en lugar de Richard Shaw y la teclista/vocalista Annabelle Iratni, respectivamente.
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Pero basta de introducción, pasemos a la review de este nuevo larga duración de los “británicos”, cosa que no es tan así dado que actualmente la formación 2025 de CoF está compuesta por un escocés, un par de norteamericanos y dos miembros de la República Checa. Este nuevo material llega luego cuatro años, y es la continuación del brillante Existence Is Futile, consta de una explosión de 9 pistas, y aquí pasaré a detallar mi apreciación al escucharlo repetidas veces.
Bajo sonidos de una tormenta que se avecina y cánticos diabólicos, marca la entrada To Live Deliciously; la misma consta del hábil trabajo de los guitarristas Donny Burbage y Ashok, quienes ponen inmediatamente el listón muy alto a tan solo breves minutos de transcurrido el inicio del disco. Con una producción afiladísima, recuerda la emoción de escuchar alguna otra placa de los dorados 90s, y podríamos estar en presencia de uno de los mejores temas de apertura de la agrupación en años.
Demagoguery nos envuelve con sonidos contundentes y una letra siniestra. Los acompañamientos sinfónicos añaden una teatralidad épica, con sus ritmos orquestales y sus riffs de la vieja escuela chocan para sonar como la canción más oscura, que culmina con un toque épico, mientras que The Trinity of Shadows comienza de forma explosiva con una ráfaga de guitarras y batería, antes de presentarnos un estribillo que seguramente será cantado en cada presentación que haga la banda. Es un gran tema y una clara señal de la constante evolución de Cradle of Filth.
Para la siguiente canción, el sexteto se adentra en un territorio más gótico con Non Omnis Moriar (“No todo de mí morirá”), que tiene como la primera participación real para Zoe como vocalista, que junto a los teclados visten al tema con una atmósfera sombría. La blonda se desliza en su nuevo papel como si siempre hubiera estado allí; su voz proporciona un contrapeso melódico eficaz a lo realizado por Dani, recordando a aquel gran éxito que fue Nymphetamine, con la inolvidable participación de Liv Kristine.
Le sigue la frenética White Hellebore, que una vez más otorga a Federoff un papel sustancial, mientras las guitarras cortan y queman a su alrededor. Es el momento del disco justo entre la clásica velocidad y pesadez de Cradle of Filth, con infusiones melódicas chillonas, pero, una vez más, lo mejor es un estribillo entre los vocalistas.
Pasando el ecuador del disco, nos encontramos con You Are My Nautilus. Esta pieza juega un poco con el pasado, rememorando las épocas de Cruelty and the Beast, con Dani ofreciendo una actuación sublime. Te puede gustar o no su estilo teatral de cantar, pero sus chillidos, gruñidos y susurros se combinan con precisión, creando un gran efecto sónico que juntos evocan una composición con dramatismo. Por si esto no fuera poco, el conjunto navega una vez más por un arreglo laberíntico, culminando en un impresionante duelo entre los guitarristas mientras que Marthus muestra sus habilidades tras los parches.
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Manteniendo el ritmo enérgico, Malignent Perfection contiene un estribillo monstruoso, lleno de riffs que se te clavan en la mente. Ya desde el inicio encontramos las melodías de teclado, los ritmos de guitarra y los estilos vocales que recuerdan a aquel excelente álbum que fue Midian. De a poco nos vamos acercando al final, y en Ex Sanguine Draculae encontramos una canción rápida que opta por niveles endiablados de pesadez, entrelazando blast beats, gritos aullantes y ganchos monstruosos, dejando un tanto las melodías de lado y apostando a la velocidad y el sonido contundente.
When Misery Was a Stranger redondea este lanzamiento de manera formidable, con un estribillo absolutamente endiablado entre el ardiente caos, mientras la alineación da rienda suelta a una última fantasía gótica. Los más de cincuenta y cinco minutos que dura la placa realmente pasan volando, y el disco cierra de una excelente manera.
Cradle of Filth ha encontrado el equilibrio perfecto entre la pesadez basada en riffs de la vieja escuela, sumándole sus clásicos elementos sinfónicos. Dani Filth, con sus 50 años a cuestas, sigue dominando con sus gritos agudos y sus graznidos, mientras que la incorporación de Zoe trajo frescura sin opacar el trabajo que anteriormente ha hecho Sarah Jezebel Deva. Podrán ser catalogados con el género que quieran, pero ellos son y siempre han sido su propio género, le guste a quien le guste, tanto que han entregado otro excelente álbum abrazando su pasado y sabiendo cómo mejorar su futuro.

This Gift Is A Curse es una excelente banda sueca que, por algún motivo, viene pasando desapercibida para mucha gente. Claramente, no ha sido así para el sello Season of Mist, o para mí, que tengo toda su discografía en CD. Empecé a seguirlos cuando salió el magnífico All Hail the Swinelord (2015), y en ese entonces, me enteré de la existencia de un lanzamiento anterior, I, Gvilt Bearer (2012), lo cual es una señal más del fenómeno que estoy comentando. Luego, A Throne of Ash (2019) confirmó que este quinteto oriundo de Estocolmo, era una fuerza digna de ser tenida en cuenta y con mucha atención.
Si fuera un grupo de death metal o de post metal, viniendo de esa nación escandinava, no me sorprendería que se perdiera en medio de la avalancha de propuestas, o que permaneciera eclipsado por los grandes exponentes. Sin embargo, la música de This Gift Is A Curse es una mezcla de black metal y sludge con algunos toques bastante sobresalientes de hardcore. La imaginería que usa explota símbolos y escenarios paganos de impronta ancestral.
El line-up del grupo es: Jonas A. Holmberg (voz), Patrik Andersson (guitarra y voz), David Deravian (guitarra), Lars Gunnarsson (bajo) y Christian Augustin (batería). El vocalista también fue el encargado del arte de tapa. Laura Morgan participó como cantante invitada en tres tracks. Este cuarto álbum contó con la producción de William Blackmon, alguien que desde hace mucho tiempo viene trabajando fuertemente en la escena under de ese país (en mi opinión se destaca su aporte a la banda hardcore Victims), y la masterización de Magnus Lindberg, integrante de Cult of Luna, que ya se ha ocupado de proyectos del calibre de Russian Circles, Crippled Black Phoenix, Tribulation, Norna, Dool, Birds In Row, Lucifer, además de cumplir un doble en rol en su propia banda.
“Kingdom” es un comienzo brutal, a puro blast beat y trémolos siniestros. El timbre y la cadencia de la voz, junto al estilo de algunos riffs, son algunos de los elementos “hardcore” que encuentro en la alquimia que se nos ofrece. Hay un tramo de tenso discurso acompañado por un ritmo ralentizado y un punteo de guitarra que, rápidamente, recuerda la versatilidad del grupo, capaz de alcanzar lapsos de intenso caos organizado. La presencia femenina es un buen aporte a la totalidad y retorna en las dos canciones finales, aunque casi como una presencia espectral. La intro de veta noise que tiene “No Sun, Nor Moon” no tarda en dar lugar a la sonoridad de un black metal muy moderno. Las progresiones armónicas utilizadas están muy bien seleccionadas en función de evocar la crispación de lo ominoso. Hay una sección de poderosa percusión acompañada por un bajo de vibración cataclísmica que es seductoramente oscura. Puede decirse que el trabajo vocal tiene cierto histrionismo ritual que resulta muy coherente con la estética visual del grupo.
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“Void Bringer” da un giro hacia espacios más densos y de una potencia impactante. La canción se estructura alternando momentos de calamidad abrumadora con pasajes introspectivos y furiosos en medidas similares. La ejecución de la batería es de una variabilidad impresionante. La calidad de la mezcla es excepcional: permite escuchar cada instrumento con profunda claridad. Este track, como otros que son más extensos que el resto, despliega un aspecto progresivo que la música de estos suecos puede tener. “Death Maker” tiene un riff de guitarra que remite a las raíces más primitivas del black metal. Le sigue “Passing“, un bienvenido interludio tétricamente atmosférico, que abre paso a “Seers Of No Light“, con un inicio in crescendo hasta todo que explota sin piedad, despidiendo esquirlas de maldad. La energía que se maneja se mantiene dentro de los límites que permiten el groove, lo cual constituye un gran acierto.
En “Cosmic Voice” se acentúa el costado más apoyado en los sintetizadores, con una batería que vuelve a lucirse en su intencionalidad. This Gift Is A Curse logra representar muy bien los alcances de la desesperación, la angustia existencial, el vacío interior que opaca al mundo y le otorga rasgos apocalípticos. Hay algo de un espíritu marcial en el ritmo, hace pensar en la marcha honrosa hacia un final inevitable, frente al cual, el patetismo podría ser la opción más popular. “Vow Sayer” es visceral y agresiva, nuevamente invoca el consejo de los antepasados. La ejecución instrumental se luce explorando los extremos.
Con la llegada de “Old Space” se puede recuperar el aliento, de vuelta con un primer trayecto gradual y reflexivo que, como era de esperarse, anunciaba la caída en un nuevo precipicio. La canción es espesa, lúgubre y de una contundencia despiadada. El bajo adquiere una fuerza gravitatoria propia. La elección de los acordes es maquiavélica. Ascension marca el fin, con una violencia atroz en líneas de guitarra que son como cuchilladas sobre una base pulsátil. Algunos arpegios suenan etéreos sobrevolando la catástrofe. En conclusión: estamos ante un disco de escucha absolutamente recomendable para el público fanático de la música más pesada y en la búsqueda de novedades. Un título que ya se va sumando a mi lista anual de preferencias a lo largo de la vuelta al sol que está en curso.

Si uno tiene que pensar en bandas que han generado divisiones de opiniones más radicales en la última década dentro del metal, una de ellas sería Arch Enemy sin duda y es que a la banda encabezada por Alissa White Gluz le cuesta cada vez más convencer a sus seguidores de que aún tienen cosas interesantes para ofrecer y al mismo tiempo cada vez tocan en recintos más grandes (En España, la última vez llegaron al Palacio Vistalegre de Madrid convocando a más de 9000 personas, cifra nada despreciable no creen?).
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Pero con su nuevo disco, me parece que la balanza no se va a inclinar del lado defensor de Arch Enemy, si no en un punto intermedio, pero que sabe a poco teniendo en cuenta de que banda estamos hablando.
Y es que lo que nos vamos a encontrar en estas nuevas 11 canciones, quizás no sea lo mejor que estos chicos tienen para ofrecer tras más de 20 años de carrera.
Ya desde el comienzo con “Dream Stealer“, uno de los cortes que más convence por sus cambios de ritmo, Arch Enemy vuelve a desplegar sus recursos habituales, con esa velocidad en las guitarras y la batería y una Alissa que sigue cantando de manera impecable, pero que quizás en el disco donde la banda no la acompaña del todo, y el solo es una prueba evidente de ello, ya que hemos podido escuchar muchas veces el mismo estilo de Amott en los tres discos anteriores con la peliazul vocalista.
Pero luego nos vamos a encontrar con un disco que simplemente está ahí, continúa todo lo que Arch Enemy ha venido haciendo desde la entrada de Alissa a la banda, pero no hay apenas evolución desde el último disco hasta este “Blood Dynasty“.
Ojo, los singles promocionales, sobre todo “Liars & Thieves“, suenan muy bien, es más se entiende porque ha sido elegido para promocionar el disco hace unos meses, pero cuando dentro del mismo hay piezas tan “intrascendentes” como “Presage“, “The Pendulum” o “A Million Suns“, es inevitable sentir una especie de “Preocupación” ante el alarmante estado de “estancamiento” por parte de Alissa y los suyos.
Y Alissa?, pues aunque a los “haters” de esta época de la banda se refiere, sigue cantando muy bien, su voz está impecable, los guiños melódicos siguen siendo coquetos y quizás es aún agradable verla cantar en un tono más accesible, pero lo que en “War Eternal“, era innovador, aquí ya empieza a quedarse obsoleto y falto de gancho.
Aunque evidentemente la sorpresa mayúscula llega con los primeros acordes de “Vivre Libre“, una especie de power ballad, que pese al desconcierto inicial, paradójicamente es de los momentos en donde la banda más ha arriesgado en todo este nuevo disco.
La pieza contiene la intensidad necesaria para acompañar quizás al mejor momento vocal de Alissa en todo el álbum y es que ese tono (ahora) melancólico y pausado si que da los resultados que la canción pide y sin duda los tonos más agudos son una absoluta delicia para el oído…
Ahora bien ¿Cuál es el papel de esta canción en el disco?, esa respuesta y mejor dicho su pregunta, evidencia muy claramente que no sabemos exactamente que es lo que ha querido ofrecer Arch Enemy en este disco.
Y a pesar de contar con solo 11 canciones, el disco se te acaba haciendo un poco repetitivo y falto de gancho, pero gracias a canciones como “Illuminate the Path“, “Paper Tiger” e incluso la propia “Vivre Libre”, aún confío en que la banda pueda revertir su situación de cara al próximo disco, porque en este si aprueban es gracias a la trayectoria y la experiencia que tienen y la cual les ha permitido crear algunas canciones destacables en el álbum, pero cuidado, porque esto está lejos de ser un álbum notable y su acercamiento al abismo ha estado muy cerca.
Etiquetas: Arch Enemy, Blood Dynasty, Century Media Records, Death Metal Melodico, Melodeath
![KOLLAPS\E – KLPS [EP] (2025) thumb image](https://tracktohell.com/wp-content/uploads/2025/03/KLPS-EP-2025.jpg)
En Suecia se erige un gran monolito del post-metal llamado Cult of Luna. Esa es una presencia ineludible, que proyecta una sombra que desde hace décadas marca el tiempo, cual reloj solar, del género a nivel mundial. Esa sombra, sin dudas, debe ser más oscura dentro del propio territorio sueco. Sin embargo, también prospera la vida en ausencia de la luz y, por lo general, suele tratarse de organismos más extraños, que despliegan modos increíbles de adaptarse. KOLLAPS\E es un grupo relativamente nuevo de post- metal, oriundo de Helsingborg, un cuarteto que está encontrando su nicho en un ecosistema desafiante. Tras editar el single The Pandemic Sessions en 2021, y luego el LP debut Phantom Centre en 2023, ahora nos presentan “KLPS” (modo en que a partir de este lanzamiento se estiliza el nombre de la banda), que suena como la consolidación de una propuesta musical sobre la que hay bastante que decir.
El comienzo del disco es brutal con “Subverse“. Una voz furiosa se despliega sobre una afilada estructura musical de las que se desprenden riffs como puntas penetrantes. Esto no quita que, de hecho, haya momentos calmos y melancólicos. No obstante, el canto nunca es melódico, no cesan los guturales rabiosos. Es un primer track bien arraigado en un terreno abonado por la referencia monumental que dimos al principio. Encontraremos letras tanto en inglés como en sueco.
“Katarsis” continúa en una vena similar, desarrollando mayor versatilidad en la ejecución instrumental y el esquema compositivo, aunque sigue sin distanciarse del cobijo de la penumbra generacional. Siendo un fanático del post-metal, en general, y de COL, en particular, no puedo evitar mencionarlo. Quizás pueda afirmarse que KLPS se mantiene siempre más afín al sludge y al hardcore, y no se adentra en ámbitos más propios del folk, como sí hacen sus predecesores. En “Tribulation” se confirma que hasta las elecciones armónicas remiten a esa influencia crucial, y ni hablar del arte de tapa de todos sus lanzamientos hasta el momento, que parecen variaciones de la idea expuesta en “Vertikal“. Aparecen tramos atmosféricos que también recuerdan a Isis y Rosetta. Otra banda que se me viene a la mente es Fall of Efrafa.
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En “Nattvarst” encontramos la irrupción de un ímpetu un poco más diverso. Hay un nivel parejo de intensidad transversal a todas las canciones, y lo mismo puede decirse con respecto a la emotividad que convocan. Tal vez sería interesante una mayor exploración de las posibilidades expresivas que, sin dudas, este grupo posee. Más allá de las líneas de guitarra, la base rítmica es de una ejecución tremendamente efectiva. “Undertow” sigue trazando el mismo diseño general, y en este punto, podría pensarse que hay algo brutalista en el enfoque de estos suecos.
De hecho, si volvemos al arte de tapa, esta noción se vería reforzada. Recordemos que el brutalismo como estilo arquitectónico creaba monumentales obras de concreto, fuertes y honestas, genuinas en la intención de hallar la funcionalidad en lo sublime y la magnificencia en la humildad de las formas. El aporte de la electrónica en este track también introduce un fugaz factor de heterogeneidad. El final llega con “Aureola“, donde encontramos lapsos en los que las guitarras se animan a tener un mayor vuelo. Así termina un muy buen trabajo que marca un paso adelante en la metamorfosis que ojalá convierta a KLPS en una criatura aún más sorprendente.
Etiquetas: Cult Of Luna, Kollaps/e, Post Metal

Desde las profundidades del metal extremo, Cabal regresa con una nueva manifestación de oscuridad y brutalidad sonora con Everything Rots, su cuarto álbum de estudio, ya disponible bajo el sello de Nuclear Blast. Esta obra representa la evolución definitiva de la banda danesa, que ha perfeccionado su fórmula de deathcore opresivo, elementos industriales desgarradores y una atmósfera tan densa que parece descomponerse desde adentro. Para marcar el lanzamiento, el grupo ha revelado el videoclip de Snake Tongues, un tema que encapsula a la perfección el caos y la agresión que definen este nuevo capítulo en su discografía.
Con una trayectoria que los ha llevado a pisar escenarios en Europa, Norteamérica, Japón y Australia, además de festivales de renombre como Roskilde, Copenhell, Summer Slaughter y Brutal Assault, Cabal se ha convertido en una de las propuestas más implacables del metal contemporáneo. Su sonido fusiona la ferocidad del death metal con la agresividad del metalcore moderno y la frialdad electrónica, logrando una expresión sonora de intensidad abrumadora.
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Liderados por Andreas Bjulver en la voz, la alineación ha demostrado una cohesión inquebrantable, construyendo un sonido tanto devastador como intrincado. Sobre este nuevo lanzamiento, Bjulver comenta: “Estamos más que emocionados de compartir por fin Everything Rots con el mundo. Este álbum es la culminación de años de trabajo duro y representa la esencia de lo que nos hemos convertido como banda. Todas las cosas buenas terminan, todos mueren y todo se pudre”.
Pero Everything Rots no solo destaca por su crudeza sonora, sino también por su profundidad lírica. Las canciones abordan temas como la depresión, el trauma y la adicción desde una perspectiva desgarradoramente honesta. “Still Cursed” examina la lucha interminable contra los trastornos mentales, mientras que la homónima “Everything Rots” se erige como un himno para generaciones atrapadas en la desesperanza de un mundo en colapso. “No Peace” narra la impactante experiencia de hallar a una víctima de suicidio en las calles de Copenhague, una imagen brutal que se refleja en su sonido demoledor. Por otro lado, “Unveiled” y “Forever Marked” enfrentan la realidad del abuso desde diferentes ángulos, explorando la ira, la traición y la culpa en un viaje catártico de dolor y venganza.
La producción del álbum es una obra maestra en sí misma, combinando una instrumentación asfixiante con elementos electrónicos y paisajes sonoros apocalípticos. Cabal no deja espacio para la comodidad: su música es una confrontación directa con lo más oscuro de la condición humana, presentando su mensaje con una crudeza que resulta imposible de ignorar.

Los norteamericanos Underoath quizás sean de las bandas de su generación que mejor han resistido el paso del tiempo y las modas, entregando en los últimos 15 años, discos tan interesantes como Ø (Disambiguation) o Erase Me, ambos con excelente respuesta por parte del público y también de la prensa y es que Spencer Chamberlain y los suyos siguen sonando muy sólidos e interesantes demostrando que en su caso la palabra “Evolución” está bien empleada.
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Ahora regresan tras tres años desde su último trabajo y lo hacen con The Place After This One, un disco que continúa la senda de su predecesor y que de haber salido hace unos años atrás los llevaría a recintos aún más grandes de los que se presentan actualmente y que es lo que aquí encontramos es muy superior a la media actual dentro del género.
Ya desde el potente inicio con “Generation No Surrender”, te das cuenta como sin tener la mega fama de My Chemical Romance o Avenged Sevenfold, estos chicos pavimentaron un camino y una forma de ejecutar el estilo que luego sería imitada (aunque nunca igualada) por bandas como Wage War, Falling In Reverse (sobre todo en el primer disco), Of Mice & Men o I Prevail, entre otros.
Pero lejos de quedarse en la esquina maldiciendo a todo dios (perdón por la broma), Underoath han construido una carrera sólida y eso se traduce en como este nuevo disco, ya el décimo de su carrera, bien podría parecer de los primeros, con una banda llena de fuerza y ganas por seguir bien arriba en la lucha.
Por esta misma razón cuando se ponen modernos y presentan “Teeth”, lejos de parecer un tema postizo y para subirse al carro de lo que “ahora se lleva”, la banda suena muy bien y las voces de Spencer y Aaron, siguen cautivándonos como antaño.
Las diferencias quizás estén en que este disco es más directo para el oyente que los últimos tres, dejando de lado la experimentación y volviendo a disparar directo y a la diana, con excelentes resultados traducidos en canciones como “Lifeline”, el tremendo dueto con Troy Sanders de Mastodon en “Vultures”, “All The Love Is Gone” que podría pasar por un tema de los The Used más enroscados o ese bombazo que es “Shame”, todo bien calibrado y sin alargarse más de la cuenta.
Y es que a 26 años desde su álbum debut, Underoath siguen sonando más que potentes e interesantes, sin inventar nada nuevo ni buscar hacer su sonido más “artificial” para destacar, pero con la suficiente convicción para entregar un disco mucho más disfrutable que el de algunos de sus compañeros de profesión y eso es cuanto menos para aplaudirles.
Etiquetas: Metalcore Melodico, MNRK Records, Post Hardcore, The Place After This One, Underoath


The Body es un proyecto que se caracteriza por ser extremadamente prolífico en discos propios y en colaboraciones. El año pasado lanzaron dos excelentes álbumes: uno en conjunto con Dis Fig (alias de la cantante, DJ y productora estadounidense Felicia Chen) titulado Orchards of a Futile Heaven, y otro a cargo solamente de ellos llamado The Crying Out of Things. Continuando con el furor creativo, ya a principios de este 2025 sale esta obra cooperativa con el dúo industrial canadiense Intensive Care, una vez más para deleite de la audiencia ávida de vanguardismo musical en territorios oscuros. Siempre es bueno recordar algunos de los antecedentes colaborativos para tomar una noción más certera de la fuerte intencionalidad comunitaria y exploradora de The Body: Braveyoung (2011), Thou (2015), Krieg (2015), Full of Hell (2016 y 2017), Uniform (2018 y 2019), HEALTH (2022), etc. Intensive Care, por su lado, sacó dos discos en 2022: That We May Be Worthy y Antibodies, y una colaboración con Full of Hell en 2018.
Entonces, en esta ocasión, el dúo experimental de sludge metal con mucho noise y elementos industriales, conformado por Chip King y Lee Buford, une fuerzas con la pareja constituida por Andrew Nolan y Ryan Bloomer, que hacen una mezcla de metal industrial, hardcore y powerviolence, todo atravesado por la electrónica.
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“Mistakes Have Been Made” es un comienzo relativamente calmo, casi dub, al menos para quienes ya estamos habituados (y amamos) los agudos alaridos asordinados de King, que siempre suena como un fantasma histérico, a veces más frenético que otras. Una base percusiva y ruidos sintetizados son todo el acompañamiento necesario, hasta que el panorama vocal empieza a diversificarse. En “Swallowed by God” irrumpe un bajo distorsionado a más no poder, y todo se vuelve agresivo. La estridencia vocal persiste, pero se suman nuevas voces, guturales o parcialmente limpias, a cargo de los canadienses.
A medida que va avanzando la obra, la referencia ineludible de Godflesh va resonando con más potencia. “The Misunderstanding” empieza con un bajo de oscilaciones catastróficas, aunque la canción tiene momentos más calmos y minimalistas, con una sonoridad coral psicodélica. “At Death’s Door” sigue profundizando en la veta noise, aunque el instrumento de las emisiones graves vuelve a adquirir mayor protagonismo. Junto con el canto, los ecos de los íconos industriales ya mencionados se vuelven más intensos.
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“The Riderless Mount” se torna más lisérgico y, en este punto, puede afirmarse que en este disco hay cierta impronta dub, como ya mencionamos anteriormente. No obstante, “Cartography of Suffering” impone un giro radical, nuevamente hacia espacios lúgubres, como húmedas y herméticas recámaras subterráneas. La distorsión y la reverberación son brutales. La multiplicidad de voces despliega un histrionismo que prácticamente monta una escena dramática.
“Unwanted” es un track en el que la desesperación adquiere tintes claustrofóbicos para luego dar paso a un teclado casi cinematográfico. “Mandelbrot Anamnesis” es la composición más extensa de todo el álbum, más que canto hay un discurso, y de fondo, por supuesto, ese banshee corrosivo característico de The Body. Hacia el final resurge el canto con cadencia declamatoria, montado sobre una nube de moscas ruidosas rumbo a las pilas de cadáveres en un mundo apocalíptico, o las colecciones pútridas de pensamientos obsoletos que se acumulan en la mente de alguien anónimo. Si les gusta lo ominoso, Intensive Care y The Body tienen de sobra.

Bleed from Within acaba de lanzar su séptimo disco de estudio llamado Zenith. La banda escocesa con raíces de metalcore ha evolucionado con el pasar del tiempo y como es de costumbre los breakdowns estarán a la orden del día.
Son tres años desde el último disco, y a pesar de que lanzaron dos singles antes de la fecha del lanzamiento, mantuvimos a raya las ganas de escucharlos para así tener la experiencia completa: la primera impresión.
Y cuesta encontrar palabras para describir cómo comienza Violent Nature, con una pequeña intro que se traduce rápidamente en una bestialidad de riffs, con un sonido y una producción que, desde ya, deja en claro que esta será una de aquellas experiencias. Con un sonido más agresivo y con mucho más “punch” que discos anteriores, pavimenta el camino y nos invita a recorrerlo con mucho headbang de por medio.
Y así continúa, tema tras tema, con un ritmo implacable, demostrando que la experiencia que han ganado a través de sus 20 años como banda es puesta en práctica disco tras disco, y Zenith no es la excepción. A la ya potente y característica voz de Scott Kennedy, ahora se agrega de forma más constante la voz limpia del guitarrista Steven Jones, que nos permite comprobar que la raíz deathcore sigue presente y vigente.
Y el disco, vaya que tiene sorpresas. Una de ellas es la participación de Brann Dailor, mejor conocido por ser el baterista de Mastodon. Y como si no fuese suficiente, también cuenta con la participación y voz de Josh Middleton, guitarrista, vocalista y líder de Sylosis, y también ex-Architects. Como si todo eso fuese poco, la participación de Brann es en el séptimo tema del disco, y la de Josh en el décimo tema. Una total locura.
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Como parte de esta reseña, y para entregar un análisis con un condimento extra, escogí cuatro temas para analizarlos un poco más en profundidad:
El antes mencionado Violent… no puede ser un mejor inicio para un disco de metal, con una mezcla de algo nuevo para el sonido de Bleed from Within, algo que recuerda a los discos de Chimaira, con la distorsión de las guitarras, un poco al sonido del antiguo pero no olvidado metal industrial, para que en el segundo 25 explote con la voz y la batería.
Si bien los breakdowns son el plato fuerte hoy en día en los discos modernos, la madurez de la banda queda demostrada ya en este primer track, donde marcan paso y cambios sin necesidad de un breakdown típico. Ya avanzado el minuto 3, nos encontramos con el primer rebaje medio tempo, más pesado, sin abusar de ningún palm muting ni doble pedal. Una puta obra maestra. Ali Richardson se convierte, con el pasar del tiempo, en un batero de excelencia mundial.
La letra, en resumidas cuentas, trata (a interpretación de este redactor) de un tipo de conversación donde se deja en claro que no estamos solos, que vivimos experiencias como un grupo, y que la resiliencia y la lucha son características propias de quien relata la letra.
El séptimo tema del disco, Immortal Desire, comienza de manera épica con un canto grupal y una instrumentalización de fondo. Al segundo 11, entra de golpe la distorsión, el doble pedal, el palm muting y, de fondo, continúa la armonía vocal hasta que, antes del segundo 40, da paso a una voz carrasposa acompañada de los cleans del guitarrista, mutando nuevamente en estos cambios entre false cords y cleans, finalizando con la frase “I’d give life to save you”, en donde reaparece este coro que da lugar a otro breakdown de esos que nos hacen cabecear como si quisiéramos desprender la cabeza de nuestros cuellos. El tema concluye con una mezcla de la sección vocal inicial y más false cords.
La letra, desde mi perspectiva (y esto es lo hermoso de la música/metal), nos cuenta una lucha interna de cambios y crecimiento, momentos críticos y bajos, para luego afrontar el infierno y la muerte con un deseo de victoria, como lo dice parte de la letra:
“I won’t fear hell, it’s a part of me, engraved in the fabric of my being, i have lived through worse, nNo, death is not the end”
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Con respecto a Known by No Name, no tengo palabras para la intro. Es algo totalmente nuevo en la discografía de la banda, algo que no puedo describir y que tienen que vivir ustedes mismos. Si somos puristas, el inicio del tema puede parecer fuera de contexto dentro del disco, pero nuevamente un canto angelical de fondo nos hace recordar un poco a Immortal Desire. Y en el momento en que Scott Kennedy y su voz entran en juego, las guitarras alinean sus riffs y Ali Richardson aparece para darle el punch y el cambio de atmósfera necesarios.
El tema puede sentirse un poco corto, y es por la intro de casi un minuto para un tema de 3:52 de duración total. Pero sin lugar a duda toma ritmo, y nuevamente nos incita a cabecear cuando Kennedy canta: “Shit filled shelters serving as home, Dead men are digging, they bury their own.”
El track Edge of Infinity cierra el disco con una estructura nueva, que no suena similar a las otras piezas del álbum. Durante los casi cinco minutos y medio que dura la canción, nos recuerda a lo que hicieron muchas bandas de thrash metal a finales de los 80 o principios de los 90, como Testament, Metallica, entre otras. Un tema que sale bastante natural y que da cierre a un tremendo disco, que mezcla perfectamente un sonido nuevo para la banda con el sonido característico del metalcore, groove y metal moderno.
El álbum tiene una duración de 47 minutos que, les aseguro, se sentirán como un suspiro. No es un disco repetitivo, y eso es algo que se agradece. Por la estructura del deathcore y groove metal, es bastante común sentir en algún momento de los discos esa sensación de repetitividad.
Podemos ser fans o no de un estilo musical, tener nuestras preferencias y gustos, pero no debemos dejar que eso nos cierre ante la eventualidad de que este disco perfectamente puede estar entre los mejores del año.

A estas alturas del partido, yo creo que no hace falta hacer presentaciones ni desmentir que Disturbed han sido y siguen siendo una de las bandas más populares de su generación, siempre un escalón por debajo de Korn, Linkin Park, Slipknot y System of a Down, en cuanto a ventas y popularidad se refiere.
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Solo con ver que la celebración del 25 aniversario de su álbum debut The Sickness, al menos en Europa, se va a llevar a cabo en grandes pabellones y con !Megadeth¡ como artista invitado, evidencia de forma clarísima lo que acabo de decir.
Por eso analizar la nueva edición de The Sickness, es un trabajo meramente lúdico, sobre todo teniendo en cuenta que la banda no ha arriesgado mucho, por no decir nada en esta “nueva” edición, aunque viene presentada en un precioso doble digipack y que tiene como curiosidad dos caras B: “God Of The Mind” y “A Welcome Burden“, mientras que el resto del segundo disco se completa con las versiones demo de gran parte del álbum original y dos remixes de “Stupify” y “Glass Shatters“.
La banda de Chicago debutó en el año 2000 con este disco, donde si bien navegaban en la ola del nu metal, lo suyo tampoco era ni tanto ni tan poco y es que David Draiman nunca tuvo ese “flow” para rapear que tenía Fred Durst, tampoco la sensibilidad torturada de Jonathan Davis y Chino Moreno y muchísimo menos la brutalidad vocal de Corey Taylor, sin embargo y aunque os duela admitirlo, tiene una voz tan particular que si pones en la tele un tema de Disturbed, enseguida sabrás que son ellos aunque no sepas cual canción está sonando y eso es como mínimo de admirar. Quizás Disturbed estaba más cerca de las bandas que venían detrás de ellos como puedan ser Godsmack o Sevendust y pavimentó el terreno para la posterior aparición de combos como Five Finger Death Punch, combinando ese metal moderno con toques groove y algo de melodía accesible.
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Temas como “Voices“, el himno “Down With The Sickness” (uno de los 5 mejores temas de su carrera lejos, a pesar de lo delicada de su letra), la desafiante “Stupify” o “Want“, siguen sonando bien a pesar del paso del tiempo y aunque no sean lo más original del mundo, si que forman parte por derecho propio de un género que aunque ya no goce ni por asomo de la popularidad que tuvo a comienzos de la década del 2000, si que son claves para entender un poquito lo que se escuchaba por aquellos días y que es lo que bandas como Disturbed querían ofrecer y visto las cifras millonarias de este primer disco, tampoco es que estuvieran muy equivocados con lo que hacían ni la forma en la que plasmaron su sonido por aquel entonces.
Las versiones demo, son básicamente una simple curiosidad para los fans más acérrimos de los norteamericanos, aunque he de admitir que las versiones de “Stupify” y sobre todo “Shout“, porque evidencia que no se equivocaron al versionar aquel clásico de Tears For Fears, son bastante simpáticas. Quizás el “pero” que se le puede poner es no haber incluido un dvd con los videoclips de los singles y la particular performance en el Ozzfest 2000, pero aún así es una buena manera de echar la vista atrás y recordar uno de los discos más destacados de su generación.

El nuevo álbum de Gotthard llega como anillo al dedo ya que es un disco que recupera la creatividad y la armonía de la banda. Stereo Crush limpia las heridas causadas por su antecesor del 2020 llamada simplemente #13 que nos dejó a muchos un con agrio sabor de boca y no porque fuera malo, sino que no se le encontró nada especial en el, así de simple.
Stereo Crush inicia con “Ai & I” que sorprende desde la entrada, un tema donde Gotthard entra a explorar algo un poco más veloz y algo desgarrador en todo sentido. Muy bueno para iniciar el disco, se puede apreciar a la banda explorando nuevas cosas.
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Sigue “Thunder & Lightning“. Qué gran canción que nos recuerda a la época en que Nic Meader entró a la banda por allá en el 2012 y sacaron el disco Firebirth. Acá ya vemos al Gotthard que todos queremos escuchar, guitarras muy armónicas, coros pegadizos y mucho hard rock a la vieja escuela, uno de los mejores temas de esta producción sin duda.
Para “Rusty Rose” usan un intro con teclado muy a lo Deep Purple, banda de la que ha obtenido enorme influencia. Y si hablamos de agrupaciones que marcaron a Gotthard, como quinto tema suena “Drive My Car” de The Beatles pero con toda la potencia del hard rock. Nna versión que al igual que Hush ya podrían seguir tocando en vivo en todos sus repertorios.
Otros temas que sobresalen del disco son “Liverpool” con esa guitarra única y creativa por parte de Leo Leoni; “Devil In The Moonlight” la marca el bajo de Marc Lynn en sus pocos más de 3 minutos de duración; “Dig A Little Deeper” que suena a antaño, muy a cosas que hicieron a principios del 2000. Esta es la banda que todos queríamos de regreso.
Muchos creíamos que la salida de su baterista original iba a afectar el sonido del grupo pero no fue así, ya que la incorporación de Flavio Mezzodi (Krokus) fue de lo mejor que les pudo pasar. Este señor trajo consigo toda una nueva fuerza a la banda. La dupla entre Freddy Scherer y Leo Leoni sigue igual, ambos son como almas gemelas y Nic Maeder ya está más acoplado a la banda que cualquier otro miembro. No podemos negar que siempre que se menciona a Gotthard inmediatamente se nos viene a la cabeza el nombre de Steve Lee y su hermosa voz, pero Nic fue un muy buen remplazo, eso no se puede negar.
Las 12 canciones del disco tienen algo especial, aquí no hubo lugar para rellenos, la producción del mismo es limpia y profunda, todo suena en total armonía, así que demos un aplauso doble o triple para estos señores que con su nuevo disco Stereo Crush, regresaron a las andadas por el buen camino del hard rock que todos amamos.

A estas alturas, creo que Cradle of Filth no necesita presentación y debo reconocer que musicalmente me encantan, además de haber esperado este nuevo material con ansias. Después de treinta años de sangre y aullidos barrocos, los liderados por Dani Filth ya no se esfuerzan por trascender el mundo que les rodea. Han sido una de las bandas más duraderas y constantes de la música pesada, dejando en el camnino un buen número de auténticos clásicos, han destrozado escenarios de todo el mundo y han ignorado alegremente las polémicas que aparecieron a su paso.
Resulta sorprendente que, tras catorce álbumes, los black metaleros sinfónicos no hayan producido todavía nada que pueda calificarse de malo; podrán tener trabajos mediocres, pobres, pero no malos (según mi visión, claro está). Habiendo establecido su sonido desde hace mucho tiempo, los trabajos más recientes han tendido a centrarse en el refinamiento más que en la reinvención, y eso está muy bien, ya que la calidad rara vez baja de un álbum a otro. Este nuevo álbum de estudio, The Screaming of the Valkyries, acaba de ver tenebrosa luz el pasado 21 de marzo a través de Napalm Records y confirma que el fuego sigue ardiendo.
Como novedad principal tenemos la incorporación de dos nuevos miembros: Donny Burbage (guitarras) y Zoe Marie Federoff (teclados, voz), cuyas contribuciones han sido elogiadas por aportar renovado vigor y profundidad al sonido general, en lugar de Richard Shaw y la teclista/vocalista Annabelle Iratni, respectivamente.
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Pero basta de introducción, pasemos a la review de este nuevo larga duración de los “británicos”, cosa que no es tan así dado que actualmente la formación 2025 de CoF está compuesta por un escocés, un par de norteamericanos y dos miembros de la República Checa. Este nuevo material llega luego cuatro años, y es la continuación del brillante Existence Is Futile, consta de una explosión de 9 pistas, y aquí pasaré a detallar mi apreciación al escucharlo repetidas veces.
Bajo sonidos de una tormenta que se avecina y cánticos diabólicos, marca la entrada To Live Deliciously; la misma consta del hábil trabajo de los guitarristas Donny Burbage y Ashok, quienes ponen inmediatamente el listón muy alto a tan solo breves minutos de transcurrido el inicio del disco. Con una producción afiladísima, recuerda la emoción de escuchar alguna otra placa de los dorados 90s, y podríamos estar en presencia de uno de los mejores temas de apertura de la agrupación en años.
Demagoguery nos envuelve con sonidos contundentes y una letra siniestra. Los acompañamientos sinfónicos añaden una teatralidad épica, con sus ritmos orquestales y sus riffs de la vieja escuela chocan para sonar como la canción más oscura, que culmina con un toque épico, mientras que The Trinity of Shadows comienza de forma explosiva con una ráfaga de guitarras y batería, antes de presentarnos un estribillo que seguramente será cantado en cada presentación que haga la banda. Es un gran tema y una clara señal de la constante evolución de Cradle of Filth.
Para la siguiente canción, el sexteto se adentra en un territorio más gótico con Non Omnis Moriar (“No todo de mí morirá”), que tiene como la primera participación real para Zoe como vocalista, que junto a los teclados visten al tema con una atmósfera sombría. La blonda se desliza en su nuevo papel como si siempre hubiera estado allí; su voz proporciona un contrapeso melódico eficaz a lo realizado por Dani, recordando a aquel gran éxito que fue Nymphetamine, con la inolvidable participación de Liv Kristine.
Le sigue la frenética White Hellebore, que una vez más otorga a Federoff un papel sustancial, mientras las guitarras cortan y queman a su alrededor. Es el momento del disco justo entre la clásica velocidad y pesadez de Cradle of Filth, con infusiones melódicas chillonas, pero, una vez más, lo mejor es un estribillo entre los vocalistas.
Pasando el ecuador del disco, nos encontramos con You Are My Nautilus. Esta pieza juega un poco con el pasado, rememorando las épocas de Cruelty and the Beast, con Dani ofreciendo una actuación sublime. Te puede gustar o no su estilo teatral de cantar, pero sus chillidos, gruñidos y susurros se combinan con precisión, creando un gran efecto sónico que juntos evocan una composición con dramatismo. Por si esto no fuera poco, el conjunto navega una vez más por un arreglo laberíntico, culminando en un impresionante duelo entre los guitarristas mientras que Marthus muestra sus habilidades tras los parches.
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Manteniendo el ritmo enérgico, Malignent Perfection contiene un estribillo monstruoso, lleno de riffs que se te clavan en la mente. Ya desde el inicio encontramos las melodías de teclado, los ritmos de guitarra y los estilos vocales que recuerdan a aquel excelente álbum que fue Midian. De a poco nos vamos acercando al final, y en Ex Sanguine Draculae encontramos una canción rápida que opta por niveles endiablados de pesadez, entrelazando blast beats, gritos aullantes y ganchos monstruosos, dejando un tanto las melodías de lado y apostando a la velocidad y el sonido contundente.
When Misery Was a Stranger redondea este lanzamiento de manera formidable, con un estribillo absolutamente endiablado entre el ardiente caos, mientras la alineación da rienda suelta a una última fantasía gótica. Los más de cincuenta y cinco minutos que dura la placa realmente pasan volando, y el disco cierra de una excelente manera.
Cradle of Filth ha encontrado el equilibrio perfecto entre la pesadez basada en riffs de la vieja escuela, sumándole sus clásicos elementos sinfónicos. Dani Filth, con sus 50 años a cuestas, sigue dominando con sus gritos agudos y sus graznidos, mientras que la incorporación de Zoe trajo frescura sin opacar el trabajo que anteriormente ha hecho Sarah Jezebel Deva. Podrán ser catalogados con el género que quieran, pero ellos son y siempre han sido su propio género, le guste a quien le guste, tanto que han entregado otro excelente álbum abrazando su pasado y sabiendo cómo mejorar su futuro.

This Gift Is A Curse es una excelente banda sueca que, por algún motivo, viene pasando desapercibida para mucha gente. Claramente, no ha sido así para el sello Season of Mist, o para mí, que tengo toda su discografía en CD. Empecé a seguirlos cuando salió el magnífico All Hail the Swinelord (2015), y en ese entonces, me enteré de la existencia de un lanzamiento anterior, I, Gvilt Bearer (2012), lo cual es una señal más del fenómeno que estoy comentando. Luego, A Throne of Ash (2019) confirmó que este quinteto oriundo de Estocolmo, era una fuerza digna de ser tenida en cuenta y con mucha atención.
Si fuera un grupo de death metal o de post metal, viniendo de esa nación escandinava, no me sorprendería que se perdiera en medio de la avalancha de propuestas, o que permaneciera eclipsado por los grandes exponentes. Sin embargo, la música de This Gift Is A Curse es una mezcla de black metal y sludge con algunos toques bastante sobresalientes de hardcore. La imaginería que usa explota símbolos y escenarios paganos de impronta ancestral.
El line-up del grupo es: Jonas A. Holmberg (voz), Patrik Andersson (guitarra y voz), David Deravian (guitarra), Lars Gunnarsson (bajo) y Christian Augustin (batería). El vocalista también fue el encargado del arte de tapa. Laura Morgan participó como cantante invitada en tres tracks. Este cuarto álbum contó con la producción de William Blackmon, alguien que desde hace mucho tiempo viene trabajando fuertemente en la escena under de ese país (en mi opinión se destaca su aporte a la banda hardcore Victims), y la masterización de Magnus Lindberg, integrante de Cult of Luna, que ya se ha ocupado de proyectos del calibre de Russian Circles, Crippled Black Phoenix, Tribulation, Norna, Dool, Birds In Row, Lucifer, además de cumplir un doble en rol en su propia banda.
“Kingdom” es un comienzo brutal, a puro blast beat y trémolos siniestros. El timbre y la cadencia de la voz, junto al estilo de algunos riffs, son algunos de los elementos “hardcore” que encuentro en la alquimia que se nos ofrece. Hay un tramo de tenso discurso acompañado por un ritmo ralentizado y un punteo de guitarra que, rápidamente, recuerda la versatilidad del grupo, capaz de alcanzar lapsos de intenso caos organizado. La presencia femenina es un buen aporte a la totalidad y retorna en las dos canciones finales, aunque casi como una presencia espectral. La intro de veta noise que tiene “No Sun, Nor Moon” no tarda en dar lugar a la sonoridad de un black metal muy moderno. Las progresiones armónicas utilizadas están muy bien seleccionadas en función de evocar la crispación de lo ominoso. Hay una sección de poderosa percusión acompañada por un bajo de vibración cataclísmica que es seductoramente oscura. Puede decirse que el trabajo vocal tiene cierto histrionismo ritual que resulta muy coherente con la estética visual del grupo.
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“Void Bringer” da un giro hacia espacios más densos y de una potencia impactante. La canción se estructura alternando momentos de calamidad abrumadora con pasajes introspectivos y furiosos en medidas similares. La ejecución de la batería es de una variabilidad impresionante. La calidad de la mezcla es excepcional: permite escuchar cada instrumento con profunda claridad. Este track, como otros que son más extensos que el resto, despliega un aspecto progresivo que la música de estos suecos puede tener. “Death Maker” tiene un riff de guitarra que remite a las raíces más primitivas del black metal. Le sigue “Passing“, un bienvenido interludio tétricamente atmosférico, que abre paso a “Seers Of No Light“, con un inicio in crescendo hasta todo que explota sin piedad, despidiendo esquirlas de maldad. La energía que se maneja se mantiene dentro de los límites que permiten el groove, lo cual constituye un gran acierto.
En “Cosmic Voice” se acentúa el costado más apoyado en los sintetizadores, con una batería que vuelve a lucirse en su intencionalidad. This Gift Is A Curse logra representar muy bien los alcances de la desesperación, la angustia existencial, el vacío interior que opaca al mundo y le otorga rasgos apocalípticos. Hay algo de un espíritu marcial en el ritmo, hace pensar en la marcha honrosa hacia un final inevitable, frente al cual, el patetismo podría ser la opción más popular. “Vow Sayer” es visceral y agresiva, nuevamente invoca el consejo de los antepasados. La ejecución instrumental se luce explorando los extremos.
Con la llegada de “Old Space” se puede recuperar el aliento, de vuelta con un primer trayecto gradual y reflexivo que, como era de esperarse, anunciaba la caída en un nuevo precipicio. La canción es espesa, lúgubre y de una contundencia despiadada. El bajo adquiere una fuerza gravitatoria propia. La elección de los acordes es maquiavélica. Ascension marca el fin, con una violencia atroz en líneas de guitarra que son como cuchilladas sobre una base pulsátil. Algunos arpegios suenan etéreos sobrevolando la catástrofe. En conclusión: estamos ante un disco de escucha absolutamente recomendable para el público fanático de la música más pesada y en la búsqueda de novedades. Un título que ya se va sumando a mi lista anual de preferencias a lo largo de la vuelta al sol que está en curso.

Si uno tiene que pensar en bandas que han generado divisiones de opiniones más radicales en la última década dentro del metal, una de ellas sería Arch Enemy sin duda y es que a la banda encabezada por Alissa White Gluz le cuesta cada vez más convencer a sus seguidores de que aún tienen cosas interesantes para ofrecer y al mismo tiempo cada vez tocan en recintos más grandes (En España, la última vez llegaron al Palacio Vistalegre de Madrid convocando a más de 9000 personas, cifra nada despreciable no creen?).
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Pero con su nuevo disco, me parece que la balanza no se va a inclinar del lado defensor de Arch Enemy, si no en un punto intermedio, pero que sabe a poco teniendo en cuenta de que banda estamos hablando.
Y es que lo que nos vamos a encontrar en estas nuevas 11 canciones, quizás no sea lo mejor que estos chicos tienen para ofrecer tras más de 20 años de carrera.
Ya desde el comienzo con “Dream Stealer“, uno de los cortes que más convence por sus cambios de ritmo, Arch Enemy vuelve a desplegar sus recursos habituales, con esa velocidad en las guitarras y la batería y una Alissa que sigue cantando de manera impecable, pero que quizás en el disco donde la banda no la acompaña del todo, y el solo es una prueba evidente de ello, ya que hemos podido escuchar muchas veces el mismo estilo de Amott en los tres discos anteriores con la peliazul vocalista.
Pero luego nos vamos a encontrar con un disco que simplemente está ahí, continúa todo lo que Arch Enemy ha venido haciendo desde la entrada de Alissa a la banda, pero no hay apenas evolución desde el último disco hasta este “Blood Dynasty“.
Ojo, los singles promocionales, sobre todo “Liars & Thieves“, suenan muy bien, es más se entiende porque ha sido elegido para promocionar el disco hace unos meses, pero cuando dentro del mismo hay piezas tan “intrascendentes” como “Presage“, “The Pendulum” o “A Million Suns“, es inevitable sentir una especie de “Preocupación” ante el alarmante estado de “estancamiento” por parte de Alissa y los suyos.
Y Alissa?, pues aunque a los “haters” de esta época de la banda se refiere, sigue cantando muy bien, su voz está impecable, los guiños melódicos siguen siendo coquetos y quizás es aún agradable verla cantar en un tono más accesible, pero lo que en “War Eternal“, era innovador, aquí ya empieza a quedarse obsoleto y falto de gancho.
Aunque evidentemente la sorpresa mayúscula llega con los primeros acordes de “Vivre Libre“, una especie de power ballad, que pese al desconcierto inicial, paradójicamente es de los momentos en donde la banda más ha arriesgado en todo este nuevo disco.
La pieza contiene la intensidad necesaria para acompañar quizás al mejor momento vocal de Alissa en todo el álbum y es que ese tono (ahora) melancólico y pausado si que da los resultados que la canción pide y sin duda los tonos más agudos son una absoluta delicia para el oído…
Ahora bien ¿Cuál es el papel de esta canción en el disco?, esa respuesta y mejor dicho su pregunta, evidencia muy claramente que no sabemos exactamente que es lo que ha querido ofrecer Arch Enemy en este disco.
Y a pesar de contar con solo 11 canciones, el disco se te acaba haciendo un poco repetitivo y falto de gancho, pero gracias a canciones como “Illuminate the Path“, “Paper Tiger” e incluso la propia “Vivre Libre”, aún confío en que la banda pueda revertir su situación de cara al próximo disco, porque en este si aprueban es gracias a la trayectoria y la experiencia que tienen y la cual les ha permitido crear algunas canciones destacables en el álbum, pero cuidado, porque esto está lejos de ser un álbum notable y su acercamiento al abismo ha estado muy cerca.
Etiquetas: Arch Enemy, Blood Dynasty, Century Media Records, Death Metal Melodico, Melodeath
![KOLLAPS\E – KLPS [EP] (2025) thumb image](https://tracktohell.com/wp-content/uploads/2025/03/KLPS-EP-2025.jpg)
En Suecia se erige un gran monolito del post-metal llamado Cult of Luna. Esa es una presencia ineludible, que proyecta una sombra que desde hace décadas marca el tiempo, cual reloj solar, del género a nivel mundial. Esa sombra, sin dudas, debe ser más oscura dentro del propio territorio sueco. Sin embargo, también prospera la vida en ausencia de la luz y, por lo general, suele tratarse de organismos más extraños, que despliegan modos increíbles de adaptarse. KOLLAPS\E es un grupo relativamente nuevo de post- metal, oriundo de Helsingborg, un cuarteto que está encontrando su nicho en un ecosistema desafiante. Tras editar el single The Pandemic Sessions en 2021, y luego el LP debut Phantom Centre en 2023, ahora nos presentan “KLPS” (modo en que a partir de este lanzamiento se estiliza el nombre de la banda), que suena como la consolidación de una propuesta musical sobre la que hay bastante que decir.
El comienzo del disco es brutal con “Subverse“. Una voz furiosa se despliega sobre una afilada estructura musical de las que se desprenden riffs como puntas penetrantes. Esto no quita que, de hecho, haya momentos calmos y melancólicos. No obstante, el canto nunca es melódico, no cesan los guturales rabiosos. Es un primer track bien arraigado en un terreno abonado por la referencia monumental que dimos al principio. Encontraremos letras tanto en inglés como en sueco.
“Katarsis” continúa en una vena similar, desarrollando mayor versatilidad en la ejecución instrumental y el esquema compositivo, aunque sigue sin distanciarse del cobijo de la penumbra generacional. Siendo un fanático del post-metal, en general, y de COL, en particular, no puedo evitar mencionarlo. Quizás pueda afirmarse que KLPS se mantiene siempre más afín al sludge y al hardcore, y no se adentra en ámbitos más propios del folk, como sí hacen sus predecesores. En “Tribulation” se confirma que hasta las elecciones armónicas remiten a esa influencia crucial, y ni hablar del arte de tapa de todos sus lanzamientos hasta el momento, que parecen variaciones de la idea expuesta en “Vertikal“. Aparecen tramos atmosféricos que también recuerdan a Isis y Rosetta. Otra banda que se me viene a la mente es Fall of Efrafa.
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En “Nattvarst” encontramos la irrupción de un ímpetu un poco más diverso. Hay un nivel parejo de intensidad transversal a todas las canciones, y lo mismo puede decirse con respecto a la emotividad que convocan. Tal vez sería interesante una mayor exploración de las posibilidades expresivas que, sin dudas, este grupo posee. Más allá de las líneas de guitarra, la base rítmica es de una ejecución tremendamente efectiva. “Undertow” sigue trazando el mismo diseño general, y en este punto, podría pensarse que hay algo brutalista en el enfoque de estos suecos.
De hecho, si volvemos al arte de tapa, esta noción se vería reforzada. Recordemos que el brutalismo como estilo arquitectónico creaba monumentales obras de concreto, fuertes y honestas, genuinas en la intención de hallar la funcionalidad en lo sublime y la magnificencia en la humildad de las formas. El aporte de la electrónica en este track también introduce un fugaz factor de heterogeneidad. El final llega con “Aureola“, donde encontramos lapsos en los que las guitarras se animan a tener un mayor vuelo. Así termina un muy buen trabajo que marca un paso adelante en la metamorfosis que ojalá convierta a KLPS en una criatura aún más sorprendente.
Etiquetas: Cult Of Luna, Kollaps/e, Post Metal

Desde las profundidades del metal extremo, Cabal regresa con una nueva manifestación de oscuridad y brutalidad sonora con Everything Rots, su cuarto álbum de estudio, ya disponible bajo el sello de Nuclear Blast. Esta obra representa la evolución definitiva de la banda danesa, que ha perfeccionado su fórmula de deathcore opresivo, elementos industriales desgarradores y una atmósfera tan densa que parece descomponerse desde adentro. Para marcar el lanzamiento, el grupo ha revelado el videoclip de Snake Tongues, un tema que encapsula a la perfección el caos y la agresión que definen este nuevo capítulo en su discografía.
Con una trayectoria que los ha llevado a pisar escenarios en Europa, Norteamérica, Japón y Australia, además de festivales de renombre como Roskilde, Copenhell, Summer Slaughter y Brutal Assault, Cabal se ha convertido en una de las propuestas más implacables del metal contemporáneo. Su sonido fusiona la ferocidad del death metal con la agresividad del metalcore moderno y la frialdad electrónica, logrando una expresión sonora de intensidad abrumadora.
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Liderados por Andreas Bjulver en la voz, la alineación ha demostrado una cohesión inquebrantable, construyendo un sonido tanto devastador como intrincado. Sobre este nuevo lanzamiento, Bjulver comenta: “Estamos más que emocionados de compartir por fin Everything Rots con el mundo. Este álbum es la culminación de años de trabajo duro y representa la esencia de lo que nos hemos convertido como banda. Todas las cosas buenas terminan, todos mueren y todo se pudre”.
Pero Everything Rots no solo destaca por su crudeza sonora, sino también por su profundidad lírica. Las canciones abordan temas como la depresión, el trauma y la adicción desde una perspectiva desgarradoramente honesta. “Still Cursed” examina la lucha interminable contra los trastornos mentales, mientras que la homónima “Everything Rots” se erige como un himno para generaciones atrapadas en la desesperanza de un mundo en colapso. “No Peace” narra la impactante experiencia de hallar a una víctima de suicidio en las calles de Copenhague, una imagen brutal que se refleja en su sonido demoledor. Por otro lado, “Unveiled” y “Forever Marked” enfrentan la realidad del abuso desde diferentes ángulos, explorando la ira, la traición y la culpa en un viaje catártico de dolor y venganza.
La producción del álbum es una obra maestra en sí misma, combinando una instrumentación asfixiante con elementos electrónicos y paisajes sonoros apocalípticos. Cabal no deja espacio para la comodidad: su música es una confrontación directa con lo más oscuro de la condición humana, presentando su mensaje con una crudeza que resulta imposible de ignorar.

Los norteamericanos Underoath quizás sean de las bandas de su generación que mejor han resistido el paso del tiempo y las modas, entregando en los últimos 15 años, discos tan interesantes como Ø (Disambiguation) o Erase Me, ambos con excelente respuesta por parte del público y también de la prensa y es que Spencer Chamberlain y los suyos siguen sonando muy sólidos e interesantes demostrando que en su caso la palabra “Evolución” está bien empleada.
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Ahora regresan tras tres años desde su último trabajo y lo hacen con The Place After This One, un disco que continúa la senda de su predecesor y que de haber salido hace unos años atrás los llevaría a recintos aún más grandes de los que se presentan actualmente y que es lo que aquí encontramos es muy superior a la media actual dentro del género.
Ya desde el potente inicio con “Generation No Surrender”, te das cuenta como sin tener la mega fama de My Chemical Romance o Avenged Sevenfold, estos chicos pavimentaron un camino y una forma de ejecutar el estilo que luego sería imitada (aunque nunca igualada) por bandas como Wage War, Falling In Reverse (sobre todo en el primer disco), Of Mice & Men o I Prevail, entre otros.
Pero lejos de quedarse en la esquina maldiciendo a todo dios (perdón por la broma), Underoath han construido una carrera sólida y eso se traduce en como este nuevo disco, ya el décimo de su carrera, bien podría parecer de los primeros, con una banda llena de fuerza y ganas por seguir bien arriba en la lucha.
Por esta misma razón cuando se ponen modernos y presentan “Teeth”, lejos de parecer un tema postizo y para subirse al carro de lo que “ahora se lleva”, la banda suena muy bien y las voces de Spencer y Aaron, siguen cautivándonos como antaño.
Las diferencias quizás estén en que este disco es más directo para el oyente que los últimos tres, dejando de lado la experimentación y volviendo a disparar directo y a la diana, con excelentes resultados traducidos en canciones como “Lifeline”, el tremendo dueto con Troy Sanders de Mastodon en “Vultures”, “All The Love Is Gone” que podría pasar por un tema de los The Used más enroscados o ese bombazo que es “Shame”, todo bien calibrado y sin alargarse más de la cuenta.
Y es que a 26 años desde su álbum debut, Underoath siguen sonando más que potentes e interesantes, sin inventar nada nuevo ni buscar hacer su sonido más “artificial” para destacar, pero con la suficiente convicción para entregar un disco mucho más disfrutable que el de algunos de sus compañeros de profesión y eso es cuanto menos para aplaudirles.
Etiquetas: Metalcore Melodico, MNRK Records, Post Hardcore, The Place After This One, Underoath