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Enforcer en Buenos Aires: “Con un poco de rock, todo está bien”
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Siete años tuvieron que pasar para que Enforcer volvieran a pisar tierras argentinas, desde aquella vez que bajaran en Ezeiza para tocar primero en Santa Fe en el bar Tribus y luego en Capital en Uniclub. En esa ocasión los liderados por el cantante y guitarrista Olof Wikstrand estaban presentando From Beyond (2015), el cuarto en su seguidilla de álbumes que los posicionaron como líderes del revival del speed metal ochentoso.

Para la que sería la tercera visita de los suecos a Argentina la situación era un tanto diferente, siendo que en esta ocasión no estarían presentando material nuevo: aunque los oriundos de Arvika están a punto de editar su sexto trabajo Nostalgia, este disco no va a estar en las calles hasta mayo próximo. La gira Metal Supremacía 2023 de cierta manera podría verse como compensación por no haberse presentado en Latinoamérica, con excepción de México, para presentar Zenith (2019): incluso si ese había sido el trabajo más cuestionado de su carrera, lo más seguro es que hubieran tocado por estos lares de no ser por la pandemia. Si le sumamos la salida del bajista Tobias Lindqvist en 2021, es fácil caracterizar a estos últimos años como un periodo de crisis dentro de Enforcer, aunque también como uno de transición.

La cita de los suecos en Capital en esta ocasión sería en el Teatrito, y déjenme decirles que Enforcer se sacaron la lotería: a diferencia de sus compatriotas Therion, quienes debieron tocar en medio de una ola de calor espantosa, Wikstrand y compañía lo hicieron en un fin de semana caracterizado por una inusual ola polar de mediados de febrero, haciendo que el ambiente dentro del lugar fuera muchísimo más tolerable.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Tailgunner – Crashdive EP (2022)

Lamentablemente me perdí por completo el set de Tándem, que darían su primera presentación del año en esta ocasión: toda una lástima, considerando que su hard rock con abundancia de teclados era algo que quería ver en vivo. Por suerte, ese no fue el caso de los siguientes Caustic, quienes arrancaron su set con un par de problemas técnicos pero que se lo tomaron con el mejor humor del mundo, con el cantante Nick Disaster agradeciendo a todos los presentes, en la que es la banda teloneaba a un grupo internacional.

Lo de Caustic muestra una dedicación importante a la década de Mad Max, Rambo, Robocop, Terminator, Depredador, Toxic Avenger y demás, considerando que todos los miembros del cuarteto adoptaron apodos como si fueran miembros de una pandilla en alguna película de acción de la época de Ronald Reagan y se ven como algún personaje de una versión extendida del documental Heavy Metal Parking Lot. Por suerte, este esfuerzo por parte del grupo va más allá de la imagen o de su logo particularmente complicado de leer, siendo que también se puede escuchar en su música, un speed metal particularmente jodido y con mucho énfasis en el doble bombo de Frank Fire y los agudos del recientemente llegado Nick Disaster, además del combo de riffs de Shohn Skull y el bajo pesado de Joel Wildhunter

Aunque no hayamos visto a la mejor versión de Caustic en vivo, debido a que sólo tenían la mitad del escenario habilitado (el eterno problema de la batería de los teloneros enfrente de la batería principal) y un puñado de problemas técnicos, tracks como los ya grabados “Advance & Fight”, “Zombie Road” y “Arrowfire” (canción que también denomina a sus fans) como las todavía sin registrar “Riding Tonite” y “Take My Self” muestran a una banda con energía, un conocimiento importante de la materia y una habilidad grande para capturar el sonido de esa época sin que suene como que están copiando y pegando de alguna banda específica. Con buen humor y buenas canciones, el cuarteto logró dar un buen set a pesar de las circunstancias en contra. ¿Quiere decir que me convirtieron en un “arrowhead”? Esperemos a que tengan más material en la calle y les digo.

Ya cerrando la lista de teloneros aparecieron Innerforce, grupo al que ya vi en vivo como teloneros de Raphael Mendes y Alestorm, si el archivo de WordPress no me falla. La verdad es que no hay mucho para decir que no haya dicho en esas ocasiones: no sé si decir que son una de las grandes esperanzas del metal argentino de los últimos años, porque no quisiera meterles ese tipo de presión, pero ciertamente es un grupo extremadamente profesional, con canciones poderosas como “Blood Eagle” y “Galleons of Nations” (que motiva a la gente a hacer el “pogo galeón” de Amon Amarth) y un sonido e identidad suficientemente como para telonear heavy clásico, metal pirata y speed metal. A prestarles atención, gente: como bien anunciaron, en marzo van a formar parte del Furia Metal Fest en Zárate.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Alestorm en Buenos Aires: “Día de la Lealtad Pirata”

Tras poco menos de media hora de espera y con un Teatrito casi lleno, empezó a sonar la intro icónica de “Diamond & Rust”, aquella canción de Joan Baez que con esta versión Judas Priest hicieran propia en Sin After Sin y que la gente cantó como si tuvieran a los mismos ingleses arriba del escenario. El telón se abre y podemos ver a Jonas Wikstrand solo en la batería, y al final de la intro pregrabada da un redoble de batería para que entre el resto de la banda y den comienzo a “Destroyer”, con una locomotora de guitarras y doble bombo que tapaba las voces de Olof Wikstrand pero no importaba para la gente frente al escenario. 

El guitarrista Jonathan Nordwall y el bajista estadounidense Garth Condit están completamente concentrados en sus instrumentos, pero Olof parece estar teniendo el mejor momento de su vida, con las caras que hace y la manera en la que busca animar al público en todo momento. Con los momentos coreografiados, con Jonathan, Garth y Olof elevando sus instrumentos hacia la batería, está claro que el grupo tiene bien estudiado el manual del rock pesado de los ochentas, como se vería en varias ocasiones más adelante.

Apenas dando respiro, dieron paso a “Undying Evil”, otro temazo donde las voces mejoraron y Enforcer siguieron demostrando su poder, con la gente cantando cada una de las letras. Ya al terminar, Olof se dirigió a la gente con el discurso clásico de mencionar el placer que era volver al país y que Argentina era el país más ruidoso del mundo, antes de anunciar que la noche continuaría con “From Beyond”, aquel track que da nombre a su cuarto álbum y que siempre voy a describir como una muy buena reinterpretación de “The Final Countdown” de sus compatriotas Europe, al menos en lo que a la melodía principal se refiere.

¿Sabían que Enforcer había sacado una versión en español de Zenith? Estoy seguro de que con un álbum mejor recibido (los experimentos con glam metal y hard rock no cayeron del todo bien) esa habría sido una maniobra que hubiera tenido más impacto, pero Olof aprovecha la gira latinoamericana para sacarse de la manga “Muere por el Diablo”, la versión en castellano de “Die for the Devil”. Es una maniobra muy hábil, viendo a un par de personas cantando junto con el rubio, y ayuda que sea una de las mejores canciones de aquel álbum.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Raphael Mendes en Buenos Aires: “Ningún prisionero atrapado en el tiempo”

Viajamos a los viejos tiempos de Diamonds para traer “Live For The Night”, con Olof pidiendo a la gente que se descontrole antes que el bigotudo Nordwall toque el riff de la intro y Olof pegue un grito estratosférico para arrancar uno de los tracks más violentos de la discografía de Enforcer. Olof machaca los riffs en su guitarra y la gente la pasa bien, mientras su hermano Jonas demuestra ser una máquina detrás de los platillos, a lo que hay que sumar sus intervenciones en los coros. Otra muestra de violencia fue “Death Rides This Night”, precedida por la intro “Bell of Hades”, donde Enforcer demuestran bien el costado “speed” de su speed metal, y completan la seguidilla con “Zenith del sol negro”, otro track en español de Zenith.

La gente empezó a cantar el canto clásico del “Olé olé olé”, ese que el público argentino domina de tal manera como para meter el nombre de la banda sin que afecte a la métrica. Entre los cantos Olof agradeció a la gente diciendo que Argentina es “el mejor país futbolero del mundo” (llegando a niveles de siempre bienvenida demagogia rockera pocas veces vistos), y eventualmente Jonas y Nordwall se unieron al ritmo de la hinchada.

Con Olof agradeciendo de vuelta a la gente, el líder se dispuso a presentar “Coming Alive”, un adelanto de lo que será Nostalgia cuando salga en mayo: poderoso, veloz, melódico y con guitarras bien machacantes, lo más seguro es que sea del agrado de todos los que se sintieran decepcionados con Zenith y sólo quisieran más del Enforcer puro y duro. 

Antes de terminar, Jonas se mandó un solo de batería, que sirvió como un preludio de lo que sería un pequeño solo de guitarra a cargo de Jonathan Nordwall mientras sus compañeros se iban a dar un refresco rápido: Garth y Olof volvieron con sendos vasos de cerveza, con el guitarrista además volviendo en cuero como para paliar el calor que se estaba sintiendo en el Teatrito. Olof tomó un par de sorbos, le tiró el vaso de plástico a una mano extendida entre el público y dio paso a “Below The Slumber”, de esas canciones con introducciones sombrías pero que explotan cuando pisan el acelerador, con las cabezas agitándose y la gente pasándola bien.

El resto del recital se completó con tres tracks ya clásicos de la discografía de los suecos: “Mesmerized By Fire” hizo que la gente se descontrolara al igual que con “Running In Menace”, mientras que el himno final “Take Me Out Of This Nightmare” tuvo un pogo importante, un espacio para Garth y una cuasi competencia de repetir el estribillo entre Olof y el público, cerrando así la primera parte de la noche y la banda retirándose del escenario. 

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Claro que eso no iba a ser todo, con el cuarteto volviendo un par de minutos después para quemar los últimos cartuchos. Sin embargo, su vuelta también estuvo marcada por otro canto más del público con el clásico “Pan y vino, pan y vino, pan y vino”, que no escuché tanto en recitales pero que tiene las mismas cualidades de adaptación métrica. Con más agradecimientos, algunos sinceros y otros productos del manual de la demagogia rockera, Olof anunció “Katana” y más tarde “Midnight Vice”, dos clasicazos de Diamonds que hicieron de las delicias de la gente, con pogos descontrolados y Olof alcanzando de vuelta esos agudos altísimos sobre el final. Ahora sí fue el final definitivo del recital, con la banda agradeciendo mientras de fondo sonaba “More Than a Feeling” de Boston y la gente se retiraba para poder tomar un respiro de aire porteño.

En algunos comentarios en redes posteriores al recital se pudieron leer opiniones de gente a la que el recital se le había hecho un tanto corto: personalmente 80 minutos me parece una duración más que aceptable para una presentación de estas características. Si tuviera que dar una crítica, diría que me pareció extraño que Enforcer pasara por alto su debut Into the Night en la lista de temas, y que en la selección de canciones la banda está aprendiendo algunas malas costumbres del manual de la estrella de rock: no es sólo que la lista de canciones está 95% calcada de la que tocaban de antes de la pandemia, sino que la enorme mayoría es igual a la que tocaron en su última visita al país.

No obstante, esas son cosas que se pueden pasar por alto cuando el espectáculo está en su punto justo, y ese es el caso de los suecos. La gente la pasó bien y Enforcer son una aplanadora en vivo, más allá de que a algún nerd en la Internet le guste o no que toquen casi siempre las mismas canciones. Salud a Olof y compañía, y esperemos verlos lo antes posible ya con el nuevo disco bajo el brazo.

Fotografías por Fernando Serani, gentileza Metal Eye Witness
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Enforcer en Buenos Aires: “Con un poco de rock, todo está bien”
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Siete años tuvieron que pasar para que Enforcer volvieran a pisar tierras argentinas, desde aquella vez que bajaran en Ezeiza para tocar primero en Santa Fe en el bar Tribus y luego en Capital en Uniclub. En esa ocasión los liderados por el cantante y guitarrista Olof Wikstrand estaban presentando From Beyond (2015), el cuarto en su seguidilla de álbumes que los posicionaron como líderes del revival del speed metal ochentoso.

Para la que sería la tercera visita de los suecos a Argentina la situación era un tanto diferente, siendo que en esta ocasión no estarían presentando material nuevo: aunque los oriundos de Arvika están a punto de editar su sexto trabajo Nostalgia, este disco no va a estar en las calles hasta mayo próximo. La gira Metal Supremacía 2023 de cierta manera podría verse como compensación por no haberse presentado en Latinoamérica, con excepción de México, para presentar Zenith (2019): incluso si ese había sido el trabajo más cuestionado de su carrera, lo más seguro es que hubieran tocado por estos lares de no ser por la pandemia. Si le sumamos la salida del bajista Tobias Lindqvist en 2021, es fácil caracterizar a estos últimos años como un periodo de crisis dentro de Enforcer, aunque también como uno de transición.

La cita de los suecos en Capital en esta ocasión sería en el Teatrito, y déjenme decirles que Enforcer se sacaron la lotería: a diferencia de sus compatriotas Therion, quienes debieron tocar en medio de una ola de calor espantosa, Wikstrand y compañía lo hicieron en un fin de semana caracterizado por una inusual ola polar de mediados de febrero, haciendo que el ambiente dentro del lugar fuera muchísimo más tolerable.

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Lamentablemente me perdí por completo el set de Tándem, que darían su primera presentación del año en esta ocasión: toda una lástima, considerando que su hard rock con abundancia de teclados era algo que quería ver en vivo. Por suerte, ese no fue el caso de los siguientes Caustic, quienes arrancaron su set con un par de problemas técnicos pero que se lo tomaron con el mejor humor del mundo, con el cantante Nick Disaster agradeciendo a todos los presentes, en la que es la banda teloneaba a un grupo internacional.

Lo de Caustic muestra una dedicación importante a la década de Mad Max, Rambo, Robocop, Terminator, Depredador, Toxic Avenger y demás, considerando que todos los miembros del cuarteto adoptaron apodos como si fueran miembros de una pandilla en alguna película de acción de la época de Ronald Reagan y se ven como algún personaje de una versión extendida del documental Heavy Metal Parking Lot. Por suerte, este esfuerzo por parte del grupo va más allá de la imagen o de su logo particularmente complicado de leer, siendo que también se puede escuchar en su música, un speed metal particularmente jodido y con mucho énfasis en el doble bombo de Frank Fire y los agudos del recientemente llegado Nick Disaster, además del combo de riffs de Shohn Skull y el bajo pesado de Joel Wildhunter

Aunque no hayamos visto a la mejor versión de Caustic en vivo, debido a que sólo tenían la mitad del escenario habilitado (el eterno problema de la batería de los teloneros enfrente de la batería principal) y un puñado de problemas técnicos, tracks como los ya grabados “Advance & Fight”, “Zombie Road” y “Arrowfire” (canción que también denomina a sus fans) como las todavía sin registrar “Riding Tonite” y “Take My Self” muestran a una banda con energía, un conocimiento importante de la materia y una habilidad grande para capturar el sonido de esa época sin que suene como que están copiando y pegando de alguna banda específica. Con buen humor y buenas canciones, el cuarteto logró dar un buen set a pesar de las circunstancias en contra. ¿Quiere decir que me convirtieron en un “arrowhead”? Esperemos a que tengan más material en la calle y les digo.

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Tras poco menos de media hora de espera y con un Teatrito casi lleno, empezó a sonar la intro icónica de “Diamond & Rust”, aquella canción de Joan Baez que con esta versión Judas Priest hicieran propia en Sin After Sin y que la gente cantó como si tuvieran a los mismos ingleses arriba del escenario. El telón se abre y podemos ver a Jonas Wikstrand solo en la batería, y al final de la intro pregrabada da un redoble de batería para que entre el resto de la banda y den comienzo a “Destroyer”, con una locomotora de guitarras y doble bombo que tapaba las voces de Olof Wikstrand pero no importaba para la gente frente al escenario. 

El guitarrista Jonathan Nordwall y el bajista estadounidense Garth Condit están completamente concentrados en sus instrumentos, pero Olof parece estar teniendo el mejor momento de su vida, con las caras que hace y la manera en la que busca animar al público en todo momento. Con los momentos coreografiados, con Jonathan, Garth y Olof elevando sus instrumentos hacia la batería, está claro que el grupo tiene bien estudiado el manual del rock pesado de los ochentas, como se vería en varias ocasiones más adelante.

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¿Sabían que Enforcer había sacado una versión en español de Zenith? Estoy seguro de que con un álbum mejor recibido (los experimentos con glam metal y hard rock no cayeron del todo bien) esa habría sido una maniobra que hubiera tenido más impacto, pero Olof aprovecha la gira latinoamericana para sacarse de la manga “Muere por el Diablo”, la versión en castellano de “Die for the Devil”. Es una maniobra muy hábil, viendo a un par de personas cantando junto con el rubio, y ayuda que sea una de las mejores canciones de aquel álbum.

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La gente empezó a cantar el canto clásico del “Olé olé olé”, ese que el público argentino domina de tal manera como para meter el nombre de la banda sin que afecte a la métrica. Entre los cantos Olof agradeció a la gente diciendo que Argentina es “el mejor país futbolero del mundo” (llegando a niveles de siempre bienvenida demagogia rockera pocas veces vistos), y eventualmente Jonas y Nordwall se unieron al ritmo de la hinchada.

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Antes de terminar, Jonas se mandó un solo de batería, que sirvió como un preludio de lo que sería un pequeño solo de guitarra a cargo de Jonathan Nordwall mientras sus compañeros se iban a dar un refresco rápido: Garth y Olof volvieron con sendos vasos de cerveza, con el guitarrista además volviendo en cuero como para paliar el calor que se estaba sintiendo en el Teatrito. Olof tomó un par de sorbos, le tiró el vaso de plástico a una mano extendida entre el público y dio paso a “Below The Slumber”, de esas canciones con introducciones sombrías pero que explotan cuando pisan el acelerador, con las cabezas agitándose y la gente pasándola bien.

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Claro que eso no iba a ser todo, con el cuarteto volviendo un par de minutos después para quemar los últimos cartuchos. Sin embargo, su vuelta también estuvo marcada por otro canto más del público con el clásico “Pan y vino, pan y vino, pan y vino”, que no escuché tanto en recitales pero que tiene las mismas cualidades de adaptación métrica. Con más agradecimientos, algunos sinceros y otros productos del manual de la demagogia rockera, Olof anunció “Katana” y más tarde “Midnight Vice”, dos clasicazos de Diamonds que hicieron de las delicias de la gente, con pogos descontrolados y Olof alcanzando de vuelta esos agudos altísimos sobre el final. Ahora sí fue el final definitivo del recital, con la banda agradeciendo mientras de fondo sonaba “More Than a Feeling” de Boston y la gente se retiraba para poder tomar un respiro de aire porteño.

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