


Este año han estado saliendo muy buenos álbumes en lo que a metal se refiere, y mi preferido hasta ahora es el nuevo de Deafheaven, titulado “Lonely People With Power”. Un álbum poderoso donde los riffs potentes se mezclan con momentos de mucha emoción y melancolía. Por ende, el hecho de poder asistir a la presentación del disco en Copenhagen, a sala llena, me tenía lleno de entusiasmo. En los siguientes párrafos voy a contarles mi experiencia.
Primero vamos a hablar de la banda soporte, Oddism, con miembros belgas y franceses que practican un mathcore furioso, técnico y agresivo. Su presentación fue corta, de apenas 30 minutos, pero les bastó para dejar una huella en los presentes a base de breakdowns intensos, gritos desgarradores y una energía contagiosa que rápidamente prendió al público.
El momento más destacado del show fue el final, donde el vocalista se metió en medio de un circle pit mientras cantaba, y casi provoca un accidente, ya que el cable del micrófono se enredó en uno de los asistentes. Afortunadamente no pasó a mayores, pero fue un cierre tan explosivo como memorable.
Una media hora después de los teloneros, las luces se apagaron por completo, generando una gran expectativa. Comenzó a sonar una introducción ambiental que dio paso a la pista —mitad sample, mitad tocada en vivo— “Incidental 1”, que conectó perfectamente con la primera canción propiamente dicha: “Doberman”.
Ya desde el instante inicial, las conclusiones que saqué fueron todas positivas. Primero, el sonido era perfecto, con mucha claridad y detalle, pero a la vez pesado y contundente. Todo esto acompañado por un juego de luces maravilloso que iba decorando cada momento con un color distinto. Y por último, la energía de la banda no recaía únicamente en su vocalista, George Clarke, como en las anteriores veces que los había visto. En esta ocasión, todo el grupo estaba buscando conectar con el público, y lograr que este se divierta y participe activamente del show.
Si bien, como mencioné en el párrafo anterior, toda la banda mostró una conexión con la audiencia, obviamente el mayor encargado de esto fue el vocalista. Sin parar de saltar, moverse y correr por todo el escenario, también tuvo el rol clave de hacer que el público saltara, pogueara e incluso hiciera crowdsurfing. Su energía duró todo el concierto; me sorprendió la cantidad de intensidad que posee y lo bien que la administra durante el set completo.
Y por más arengas que haya, si las canciones no son buenas, el show se cae a pique. Pero en este caso, el setlist fue demoledor. Constó, básicamente, de su excelente trabajo actual, presentado casi en su totalidad, más las canciones más clásicas del grupo como “Brought to the Water” y “Sunbather”, que da nombre al disco que los puso en el mapa internacional.
Luego de una breve pausa, llegó la hora del final con “Dreamhouse”, donde el cantante bajó al público e hizo cantar a la gente la estrofa final con él. Finalmente, cerraron con uno de los cortes de difusión del nuevo álbum, “Winona”, donde George pidió el último pogo. Deseo que fue cumplido por un público completamente entregado y feliz con semejante concierto.
La banda saludó, arrojó un par de objetos al público y se retiró ovacionada. Nadie quería que se terminara.
Para concluir, el concierto me dejó una sensación hermosa. Vi a una banda que me encanta en un momento de madurez plena, dándole lugar a su presente, que es de una calidad igualitaria —o superior— al pasado que los consagró. Ojalá el futuro los lleve a momentos todavía mejores y escenarios aún más altos.
Etiquetas: Copenaghue, Deafheaven, Dinamarca, Oddism


Este año han estado saliendo muy buenos álbumes en lo que a metal se refiere, y mi preferido hasta ahora es el nuevo de Deafheaven, titulado “Lonely People With Power”. Un álbum poderoso donde los riffs potentes se mezclan con momentos de mucha emoción y melancolía. Por ende, el hecho de poder asistir a la presentación del disco en Copenhagen, a sala llena, me tenía lleno de entusiasmo. En los siguientes párrafos voy a contarles mi experiencia.
Primero vamos a hablar de la banda soporte, Oddism, con miembros belgas y franceses que practican un mathcore furioso, técnico y agresivo. Su presentación fue corta, de apenas 30 minutos, pero les bastó para dejar una huella en los presentes a base de breakdowns intensos, gritos desgarradores y una energía contagiosa que rápidamente prendió al público.
El momento más destacado del show fue el final, donde el vocalista se metió en medio de un circle pit mientras cantaba, y casi provoca un accidente, ya que el cable del micrófono se enredó en uno de los asistentes. Afortunadamente no pasó a mayores, pero fue un cierre tan explosivo como memorable.
Una media hora después de los teloneros, las luces se apagaron por completo, generando una gran expectativa. Comenzó a sonar una introducción ambiental que dio paso a la pista —mitad sample, mitad tocada en vivo— “Incidental 1”, que conectó perfectamente con la primera canción propiamente dicha: “Doberman”.
Ya desde el instante inicial, las conclusiones que saqué fueron todas positivas. Primero, el sonido era perfecto, con mucha claridad y detalle, pero a la vez pesado y contundente. Todo esto acompañado por un juego de luces maravilloso que iba decorando cada momento con un color distinto. Y por último, la energía de la banda no recaía únicamente en su vocalista, George Clarke, como en las anteriores veces que los había visto. En esta ocasión, todo el grupo estaba buscando conectar con el público, y lograr que este se divierta y participe activamente del show.
Si bien, como mencioné en el párrafo anterior, toda la banda mostró una conexión con la audiencia, obviamente el mayor encargado de esto fue el vocalista. Sin parar de saltar, moverse y correr por todo el escenario, también tuvo el rol clave de hacer que el público saltara, pogueara e incluso hiciera crowdsurfing. Su energía duró todo el concierto; me sorprendió la cantidad de intensidad que posee y lo bien que la administra durante el set completo.
Y por más arengas que haya, si las canciones no son buenas, el show se cae a pique. Pero en este caso, el setlist fue demoledor. Constó, básicamente, de su excelente trabajo actual, presentado casi en su totalidad, más las canciones más clásicas del grupo como “Brought to the Water” y “Sunbather”, que da nombre al disco que los puso en el mapa internacional.
Luego de una breve pausa, llegó la hora del final con “Dreamhouse”, donde el cantante bajó al público e hizo cantar a la gente la estrofa final con él. Finalmente, cerraron con uno de los cortes de difusión del nuevo álbum, “Winona”, donde George pidió el último pogo. Deseo que fue cumplido por un público completamente entregado y feliz con semejante concierto.
La banda saludó, arrojó un par de objetos al público y se retiró ovacionada. Nadie quería que se terminara.
Para concluir, el concierto me dejó una sensación hermosa. Vi a una banda que me encanta en un momento de madurez plena, dándole lugar a su presente, que es de una calidad igualitaria —o superior— al pasado que los consagró. Ojalá el futuro los lleve a momentos todavía mejores y escenarios aún más altos.
Etiquetas: Copenaghue, Deafheaven, Dinamarca, Oddism