

El pasado 2 de marzo, la sala Razzmatazz 2 se transformó en un auténtico templo del rock y el metal con la llegada del Heathen Neverland Tour 2025. En una noche cargada de energía, misticismo y riffs demoledores, los británicos Green Lung y las bandas estadounidenses Unto Others y Satan’s Satyrs ofrecieron un espectáculo inolvidable que dejó al público completamente rendido a su sonido.
Desde los primeros compases hasta el cierre apoteósico, la velada fue un viaje sonoro que navegó entre el hard rock más clásico, el gothic metal atmosférico, la crudeza del punk y la densidad del doom. Cada banda aportó su esencia única, generando una atmósfera electrizante que mantuvo la intensidad en todo momento.
Los encargados de abrir la noche fueron Satan’s Satyrs, la banda de Virginia que ha hecho del sonido crudo, salvaje y visceral su bandera. Desde el primer acorde, dejaron claro que su propuesta es una combinación explosiva de proto-hard-punk, garage rock y doom, con una actitud que prima sobre la técnica y una energía arrolladora que recuerda a los primeros días de bandas como Venom, Motörhead y The Stooges.
El set arrancó con “Black Souls”, una patada directa al pecho que sirvió como carta de presentación de su estilo sucio, rápido y sin concesiones. Con el volumen a tope y una distorsión que rozaba lo enfermizo, Clayton Burgess (voz y bajo) lideró la ofensiva sónica con una presencia imponente. Con una mano dominaba el bajo y con la otra lanzaba alaridos llenos de furia, mientras la banda descargaba un torbellino de riffs y ritmos frenéticos.
El batería golpeaba con una agresividad inhumana, sin preocuparse por la precisión, sino por el impacto puro, y los guitarristas deslizaban sus manos por el mástil con un desprecio absoluto por la sutileza. Este no era un show para quienes buscan virtuosismo; esto era actitud en estado puro.
A medida que avanzaba el concierto, fueron desgranando uno a uno sus dardos envenenados de riffs, con un repertorio que hizo vibrar a los seguidores del sonido más crudo y underground: “Thumper ‘s Theme”: Un tema donde el bajo rugía como un motor enloquecido y la batería parecía marcar el ritmo de una persecución a toda velocidad.
“Full Moon and Empty Veins”: Con una cadencia más oscura y una atmósfera de horror setentero, el público se balanceaba como si estuviera atrapado en un hechizo hipnótico.
“Iron & Ivy”: Aquí la banda pisó el acelerador de nuevo, desatando un vendaval de punk rock acelerado con toques doom, con Burgess gritando como un predicador demente en medio del caos.
El público, aunque sorprendido por la intensidad del sonido, empezó a responder con headbanging frenético, sintiéndose parte del aquelarre sonoro que la banda estaba invocando. Los últimos temas del setlist elevaron la energía del concierto a su punto máximo y prueba de ello fueron, “Show Me Your Skull”:
Un tema con aires de película de terror de serie B, en el que la guitarra chillaba con ecos espectrales y la batería marcaba un ritmo tribal, como si se tratara de un ritual oscuro. La entrega de Burgess era total: se inclinaba hacia el público con los ojos desorbitados, como si estuviera poseído por la misma esencia del rock and roll más salvaje. Y “Alucard AD 2018”: fue el cierre perfecto, con un sonido que se deslizaba entre el horror punk y el hard rock más macarra. En este momento, la banda estaba completamente desatada: el guitarrista principal giraba sobre sí mismo, golpeando las cuerdas como si estuviera en un trance hipnótico, mientras el bajista azotaba su instrumento como si intentara extraer hasta la última gota de distorsión de las cuerdas.
El público respondió al frenesí de la banda con gritos y aplausos, entregándose al espectáculo de una manera casi ceremonial. Satan ‘s Satyrs no necesita grandes artificios ni una producción pulida; su música es una experiencia cruda, directa y visceral, que ataca los sentidos y deja una huella imborrable.
Satan ‘s Satyrs no es una banda para todos los públicos, sino para aquellos que buscan una experiencia musical extrema y sin filtros. Con su mezcla de horror, punk y metal, lograron convertir la sala en un aquelarre sónico plagado de suciedad, actitud y distorsión en estado puro.
El segundo acto de la noche estuvo a cargo de Unto Others, banda originaria de Portland y liderada por Gabriel Franco (voz y guitarra rítmica). Si Satan ‘s Satyrs representaban la suciedad y la crudeza del underground, Unto Others aportó la elegancia y la atmósfera oscura del gothic metal, con una puesta en escena que atrapó al público desde el primer momento.
Con un sonido que combina gothic metal, classic metal y punk, la banda ha sabido crear una identidad propia que les ha permitido destacar en la escena. Tras el éxito de sus álbumes Mana y Strenght, su más reciente trabajo, Never, Neverland, marca un punto de inflexión en su evolución musical, consolidando su estatus como una de las bandas más prometedoras del género.
Desde el primer acorde de “Double Negative”, quedó claro que su directo era una experiencia envolvente. La voz profunda y melancólica de Gabriel Franco evocaba a gigantes del género como Type O Negative y Sisters of Mercy, mientras la banda desplegaba una instrumentación que equilibraba a la perfección la melancolía y la agresividad.
El público respondió con entusiasmo a temas como “Raigeki” y “Why”, donde las guitarras afiladas y los estribillos pegadizos se fusionaron en una atmósfera hipnótica. Sin embargo, uno de los momentos más intensos del concierto llegó con “Heroína”, una canción caótica y oscura en la que los gritos desgarradores de Franco parecían pedir auxilio en medio de un torbellino de riffs y golpes de batería. Uno de sus mayores éxitos que los conocedores de la banda corearon a rabiar en un duelo de solos de guitarras y bajo bajo la ayanta pegada del batería. Mientras el acrobático guitarra desmelena sus pelos al viento La velocidad de “Flatline” es un puñetazo hardcore que despierta de una bofetada a la audiencia
Cuando interpretaron “Pet Sematary” de The Ramones, la conexión con la audiencia se hizo total, generando uno de los momentos más vibrantes de la noche. Se despiden con “Dragón to The Cry” bajo una ovación caen los golpes y partituras de “Give Me to The Night” tras una cuenta regresiva en español nos pide un fuerte scream
El cierre con “Give Me to The Night” fue un auténtico estallido de energía, con el público coreando cada palabra mientras el guitarrista Sebastián Silva recorría el escenario sin descanso.
El plato fuerte de la noche llegó con Green Lung, la banda británica que ha sabido fusionar el doom metal, el hard rock clásico y el folclore británico en una propuesta única. Desde que irrumpieron en la escena en 2017, han cultivado una base de seguidores fieles, fascinados por su sonido inspirado en Black Sabbath, Ghost y Jethro Tull, con una estética cargada de referencias esotéricas y paganas.
Con un setlist centrado en su más reciente álbum, This Heathen Land, el concierto comenzó con una intro ceremonial que dio paso a “Woodland Rites”, tema que transformó la sala en un verdadero aquelarre. Entre luces rojas y proyecciones de símbolos ocultistas, el vocalista Tom Templar apareció como un auténtico sumo sacerdote del heavy metal, guiando a la audiencia a través de un viaje místico, un relato de mitología y paganismo
El concierto de Green Lung fue mucho más que un simple recital de heavy metal; fue una auténtica ceremonia, donde cada canción narraba una historia impregnada de mitología, ocultismo y folclore británico. Con Tom Templar como maestro de ceremonias, la banda desplegó un espectáculo que osciló entre lo ritualístico, lo teatral y lo brutalmente pesado.
Desde el primer acorde, quedó claro que no se trataba de una banda cualquiera. El quinteto británico interpretó íntegramente su más reciente y espléndido álbum, This Heathen Land, a un volumen atronador, logrando que cada canción golpeara con la fuerza de un martillo ceremonial.
El setlist comenzó con ‘Mountain Throne’, ‘The Ancient Ways’, ‘Hunters In The Sky’ y ‘Forest Church’, temas que cayeron como auténticos puñetazos sonoros. Aquí brilló especialmente Scott Black, cuyo dominio del mástil de su SG quedó patente en cada solo, ejecutado con una precisión y energía arrolladoras.
Los momentos cumbre del ritual Aunque toda la actuación fue un derroche de intensidad, hubo momentos especialmente memorables:
‘Oceans Of Time’: Con su aura vampírica, transportó a la audiencia a un ambiente místico, hipnótico y seductor.
“Song Of The Stones”: Aquí la banda abrazó su faceta más folk tribal, con un ritmo casi chamánico que evocaba rituales ancestrales. La presencia escénica se amplifica con la imponente figura de un Goliath decorado con una cabeza de macho cabrío de ojos rojos, que fue golpeado rítmicamente por el bajista, marcando el pulso del tema.
‘Maxine (Witch Queen)’: Uno de los momentos más espectaculares del show. El escenario se cubrió con un manto de sombras rojas y luces psicodélicas, mientras los teclados creaban una atmósfera ensoñadora y los coros pegadizos transformaban la canción en un himno de invocación. Un tema perfecto para cualquier seguidor de Ghost o del rock ocultista en general.
‘Graveyard Sun’: La intro, en tempo lento, sirvió para resaltar las dotes melódicas de Tom Templar, quien capturó la atención total del público. Poco a poco, el tema se convirtió en una tormenta de riffs, con un sonido denso y envolvente. Mientras los asistentes ondulaban los brazos en ambos sentidos, el bajista y el vocalista intercambiaron gestos de complicidad, creando una conexión palpable con la audiencia. Un fallo técnico en el pedal del bajo generó un ruido inesperado, pero lejos de arruinar la experiencia, se fundió con la atmósfera caótica del momento.
Tras este bloque de canciones intensas, la banda abandonó momentáneamente el escenario, solo para regresar con la intención de rematar la faena.
Si hasta ese momento el concierto había sido una celebración pagana, lo que vino después fue el clímax del aquelarre convirtiéndose en un absoluto del ritual:
‘The Harrowing’: Tom Templar animó al público y lanzó un estruendoso “¡Hail Satan!”, que fue recibido con una ovación ensordecedora y los cuernos al aire. La sala se transformó en un caos controlado mientras la banda se sumergía en ‘Old Gods’, una pieza de heavy metal clásico, que evoca los días de Black Sabbath y Judas Priest, pero con un aire contemporáneo y místico.
‘Let The Devil In’: Una canción que representa la quietud antes de la tormenta. La sala se convirtió en un bosque de manos alzadas y melenas al viento, mientras los riffs hipnóticos iban construyendo tensión hasta desembocar en un estallido de puro metal.
‘One For Sorrow’: Aunque el setlist podría haber terminado perfectamente con los temas anteriores, Green Lung se guardó un último golpe emocional con esta desgarradora canción. Envuelta en un misticismo profundo, es un himno sobre la lucha contra la depresión, demostrando que, más allá del ocultismo y la fantasía, la banda no pierde de vista los conflictos reales que afectan a la gente. Fue un cierre poderoso, que dejó un sentimiento agridulce pero inolvidable en el público.
Al finalizar, la banda se despidió entre una ovación monumental, dejando claro que no solo habían ofrecido un concierto, sino un ritual de comunión musical, donde lo esotérico, lo mítico y lo humano se fusionaron en una experiencia única.
Green Lung demostró por qué son una de las bandas más fascinantes del metal contemporáneo. Su capacidad para combinar pesadez sonora con narrativa mitológica, teatralidad y misticismo los convierte en una propuesta que trasciende lo musical. El Heathen Neverland Tour no solo reafirma su estatus dentro de la escena doom, stoner y hard rock, sino que también les abre las puertas a un público más amplio, ávido de experiencias inmersivas y sonidos que evocan tanto lo ancestral como lo apocalíptico.
Un concierto que no sólo se escuchó, sino que se vivió y sintió como un viaje iniciático.
Una auténtica misa pagana en clave de heavy metal.


El pasado 2 de marzo, la sala Razzmatazz 2 se transformó en un auténtico templo del rock y el metal con la llegada del Heathen Neverland Tour 2025. En una noche cargada de energía, misticismo y riffs demoledores, los británicos Green Lung y las bandas estadounidenses Unto Others y Satan’s Satyrs ofrecieron un espectáculo inolvidable que dejó al público completamente rendido a su sonido.
Desde los primeros compases hasta el cierre apoteósico, la velada fue un viaje sonoro que navegó entre el hard rock más clásico, el gothic metal atmosférico, la crudeza del punk y la densidad del doom. Cada banda aportó su esencia única, generando una atmósfera electrizante que mantuvo la intensidad en todo momento.
Los encargados de abrir la noche fueron Satan’s Satyrs, la banda de Virginia que ha hecho del sonido crudo, salvaje y visceral su bandera. Desde el primer acorde, dejaron claro que su propuesta es una combinación explosiva de proto-hard-punk, garage rock y doom, con una actitud que prima sobre la técnica y una energía arrolladora que recuerda a los primeros días de bandas como Venom, Motörhead y The Stooges.
El set arrancó con “Black Souls”, una patada directa al pecho que sirvió como carta de presentación de su estilo sucio, rápido y sin concesiones. Con el volumen a tope y una distorsión que rozaba lo enfermizo, Clayton Burgess (voz y bajo) lideró la ofensiva sónica con una presencia imponente. Con una mano dominaba el bajo y con la otra lanzaba alaridos llenos de furia, mientras la banda descargaba un torbellino de riffs y ritmos frenéticos.
El batería golpeaba con una agresividad inhumana, sin preocuparse por la precisión, sino por el impacto puro, y los guitarristas deslizaban sus manos por el mástil con un desprecio absoluto por la sutileza. Este no era un show para quienes buscan virtuosismo; esto era actitud en estado puro.
A medida que avanzaba el concierto, fueron desgranando uno a uno sus dardos envenenados de riffs, con un repertorio que hizo vibrar a los seguidores del sonido más crudo y underground: “Thumper ‘s Theme”: Un tema donde el bajo rugía como un motor enloquecido y la batería parecía marcar el ritmo de una persecución a toda velocidad.
“Full Moon and Empty Veins”: Con una cadencia más oscura y una atmósfera de horror setentero, el público se balanceaba como si estuviera atrapado en un hechizo hipnótico.
“Iron & Ivy”: Aquí la banda pisó el acelerador de nuevo, desatando un vendaval de punk rock acelerado con toques doom, con Burgess gritando como un predicador demente en medio del caos.
El público, aunque sorprendido por la intensidad del sonido, empezó a responder con headbanging frenético, sintiéndose parte del aquelarre sonoro que la banda estaba invocando. Los últimos temas del setlist elevaron la energía del concierto a su punto máximo y prueba de ello fueron, “Show Me Your Skull”:
Un tema con aires de película de terror de serie B, en el que la guitarra chillaba con ecos espectrales y la batería marcaba un ritmo tribal, como si se tratara de un ritual oscuro. La entrega de Burgess era total: se inclinaba hacia el público con los ojos desorbitados, como si estuviera poseído por la misma esencia del rock and roll más salvaje. Y “Alucard AD 2018”: fue el cierre perfecto, con un sonido que se deslizaba entre el horror punk y el hard rock más macarra. En este momento, la banda estaba completamente desatada: el guitarrista principal giraba sobre sí mismo, golpeando las cuerdas como si estuviera en un trance hipnótico, mientras el bajista azotaba su instrumento como si intentara extraer hasta la última gota de distorsión de las cuerdas.
El público respondió al frenesí de la banda con gritos y aplausos, entregándose al espectáculo de una manera casi ceremonial. Satan ‘s Satyrs no necesita grandes artificios ni una producción pulida; su música es una experiencia cruda, directa y visceral, que ataca los sentidos y deja una huella imborrable.
Satan ‘s Satyrs no es una banda para todos los públicos, sino para aquellos que buscan una experiencia musical extrema y sin filtros. Con su mezcla de horror, punk y metal, lograron convertir la sala en un aquelarre sónico plagado de suciedad, actitud y distorsión en estado puro.
El segundo acto de la noche estuvo a cargo de Unto Others, banda originaria de Portland y liderada por Gabriel Franco (voz y guitarra rítmica). Si Satan ‘s Satyrs representaban la suciedad y la crudeza del underground, Unto Others aportó la elegancia y la atmósfera oscura del gothic metal, con una puesta en escena que atrapó al público desde el primer momento.
Con un sonido que combina gothic metal, classic metal y punk, la banda ha sabido crear una identidad propia que les ha permitido destacar en la escena. Tras el éxito de sus álbumes Mana y Strenght, su más reciente trabajo, Never, Neverland, marca un punto de inflexión en su evolución musical, consolidando su estatus como una de las bandas más prometedoras del género.
Desde el primer acorde de “Double Negative”, quedó claro que su directo era una experiencia envolvente. La voz profunda y melancólica de Gabriel Franco evocaba a gigantes del género como Type O Negative y Sisters of Mercy, mientras la banda desplegaba una instrumentación que equilibraba a la perfección la melancolía y la agresividad.
El público respondió con entusiasmo a temas como “Raigeki” y “Why”, donde las guitarras afiladas y los estribillos pegadizos se fusionaron en una atmósfera hipnótica. Sin embargo, uno de los momentos más intensos del concierto llegó con “Heroína”, una canción caótica y oscura en la que los gritos desgarradores de Franco parecían pedir auxilio en medio de un torbellino de riffs y golpes de batería. Uno de sus mayores éxitos que los conocedores de la banda corearon a rabiar en un duelo de solos de guitarras y bajo bajo la ayanta pegada del batería. Mientras el acrobático guitarra desmelena sus pelos al viento La velocidad de “Flatline” es un puñetazo hardcore que despierta de una bofetada a la audiencia
Cuando interpretaron “Pet Sematary” de The Ramones, la conexión con la audiencia se hizo total, generando uno de los momentos más vibrantes de la noche. Se despiden con “Dragón to The Cry” bajo una ovación caen los golpes y partituras de “Give Me to The Night” tras una cuenta regresiva en español nos pide un fuerte scream
El cierre con “Give Me to The Night” fue un auténtico estallido de energía, con el público coreando cada palabra mientras el guitarrista Sebastián Silva recorría el escenario sin descanso.
El plato fuerte de la noche llegó con Green Lung, la banda británica que ha sabido fusionar el doom metal, el hard rock clásico y el folclore británico en una propuesta única. Desde que irrumpieron en la escena en 2017, han cultivado una base de seguidores fieles, fascinados por su sonido inspirado en Black Sabbath, Ghost y Jethro Tull, con una estética cargada de referencias esotéricas y paganas.
Con un setlist centrado en su más reciente álbum, This Heathen Land, el concierto comenzó con una intro ceremonial que dio paso a “Woodland Rites”, tema que transformó la sala en un verdadero aquelarre. Entre luces rojas y proyecciones de símbolos ocultistas, el vocalista Tom Templar apareció como un auténtico sumo sacerdote del heavy metal, guiando a la audiencia a través de un viaje místico, un relato de mitología y paganismo
El concierto de Green Lung fue mucho más que un simple recital de heavy metal; fue una auténtica ceremonia, donde cada canción narraba una historia impregnada de mitología, ocultismo y folclore británico. Con Tom Templar como maestro de ceremonias, la banda desplegó un espectáculo que osciló entre lo ritualístico, lo teatral y lo brutalmente pesado.
Desde el primer acorde, quedó claro que no se trataba de una banda cualquiera. El quinteto británico interpretó íntegramente su más reciente y espléndido álbum, This Heathen Land, a un volumen atronador, logrando que cada canción golpeara con la fuerza de un martillo ceremonial.
El setlist comenzó con ‘Mountain Throne’, ‘The Ancient Ways’, ‘Hunters In The Sky’ y ‘Forest Church’, temas que cayeron como auténticos puñetazos sonoros. Aquí brilló especialmente Scott Black, cuyo dominio del mástil de su SG quedó patente en cada solo, ejecutado con una precisión y energía arrolladoras.
Los momentos cumbre del ritual Aunque toda la actuación fue un derroche de intensidad, hubo momentos especialmente memorables:
‘Oceans Of Time’: Con su aura vampírica, transportó a la audiencia a un ambiente místico, hipnótico y seductor.
“Song Of The Stones”: Aquí la banda abrazó su faceta más folk tribal, con un ritmo casi chamánico que evocaba rituales ancestrales. La presencia escénica se amplifica con la imponente figura de un Goliath decorado con una cabeza de macho cabrío de ojos rojos, que fue golpeado rítmicamente por el bajista, marcando el pulso del tema.
‘Maxine (Witch Queen)’: Uno de los momentos más espectaculares del show. El escenario se cubrió con un manto de sombras rojas y luces psicodélicas, mientras los teclados creaban una atmósfera ensoñadora y los coros pegadizos transformaban la canción en un himno de invocación. Un tema perfecto para cualquier seguidor de Ghost o del rock ocultista en general.
‘Graveyard Sun’: La intro, en tempo lento, sirvió para resaltar las dotes melódicas de Tom Templar, quien capturó la atención total del público. Poco a poco, el tema se convirtió en una tormenta de riffs, con un sonido denso y envolvente. Mientras los asistentes ondulaban los brazos en ambos sentidos, el bajista y el vocalista intercambiaron gestos de complicidad, creando una conexión palpable con la audiencia. Un fallo técnico en el pedal del bajo generó un ruido inesperado, pero lejos de arruinar la experiencia, se fundió con la atmósfera caótica del momento.
Tras este bloque de canciones intensas, la banda abandonó momentáneamente el escenario, solo para regresar con la intención de rematar la faena.
Si hasta ese momento el concierto había sido una celebración pagana, lo que vino después fue el clímax del aquelarre convirtiéndose en un absoluto del ritual:
‘The Harrowing’: Tom Templar animó al público y lanzó un estruendoso “¡Hail Satan!”, que fue recibido con una ovación ensordecedora y los cuernos al aire. La sala se transformó en un caos controlado mientras la banda se sumergía en ‘Old Gods’, una pieza de heavy metal clásico, que evoca los días de Black Sabbath y Judas Priest, pero con un aire contemporáneo y místico.
‘Let The Devil In’: Una canción que representa la quietud antes de la tormenta. La sala se convirtió en un bosque de manos alzadas y melenas al viento, mientras los riffs hipnóticos iban construyendo tensión hasta desembocar en un estallido de puro metal.
‘One For Sorrow’: Aunque el setlist podría haber terminado perfectamente con los temas anteriores, Green Lung se guardó un último golpe emocional con esta desgarradora canción. Envuelta en un misticismo profundo, es un himno sobre la lucha contra la depresión, demostrando que, más allá del ocultismo y la fantasía, la banda no pierde de vista los conflictos reales que afectan a la gente. Fue un cierre poderoso, que dejó un sentimiento agridulce pero inolvidable en el público.
Al finalizar, la banda se despidió entre una ovación monumental, dejando claro que no solo habían ofrecido un concierto, sino un ritual de comunión musical, donde lo esotérico, lo mítico y lo humano se fusionaron en una experiencia única.
Green Lung demostró por qué son una de las bandas más fascinantes del metal contemporáneo. Su capacidad para combinar pesadez sonora con narrativa mitológica, teatralidad y misticismo los convierte en una propuesta que trasciende lo musical. El Heathen Neverland Tour no solo reafirma su estatus dentro de la escena doom, stoner y hard rock, sino que también les abre las puertas a un público más amplio, ávido de experiencias inmersivas y sonidos que evocan tanto lo ancestral como lo apocalíptico.
Un concierto que no sólo se escuchó, sino que se vivió y sintió como un viaje iniciático.
Una auténtica misa pagana en clave de heavy metal.