

Aquel miércoles 12 de marzo de 2025 fue un día caótico en la ciudad de la furia. Manifestaciones populares hicieron que el tránsito se volviera una locura y llegar al Teatro Flores fuera toda una travesía. Lacuna Coil iniciaba su gira mundial en Argentina presentando su nuevo material, Sleepless Empire, editado a principios de año.
Tan solo cruzar la puerta destinada para miembros de prensa y los invitados, se podía observar un público que, en promedio, rondaba los 30 años. Mucho glamour, vestimenta de estilo gótico y algún que otro metalero con campera de cuero y tachas. Si bien con el correr de los minutos el recinto fue completándose, para el momento en el que el acto soporte salió a escena, unas 150 personas ya se encontraban expectantes de ver a Cristina, Andrea, Maki, Richard y Daniele Salomone, el nuevo integrante de los milaneses.
Los que llegamos temprano fuimos testigos del espectáculo a cargo de los jóvenes Nihil. Respecto a su presentación, se notó que fue fluida y sincronizada. Todo estaba inmaculadamente coreografiado y desprendía una energía frenética, sobre todo por la garra de Abel, su vocalista. Cerraron su performance con “One Step Closer” de Linkin Park, en una interpretación de muy aceptable calidad.
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Pocas bandas alcanzan realmente el estatus de leyenda, pero los italianos Lacuna Coil lo han logrado. El icónico quinteto de goth metal ha construido una carrera de más de 25 años, avalada por diez álbumes de estudio (contando la regrabación de Comalies XX), giras por todos los continentes con entradas agotadas y actuaciones en el escenario principal de los mayores festivales de metal del mundo. Con este currículum, estamos a punto de presenciar el show de una de las mejores bandas en la historia del metal.
El escenario se iluminó con una sólida luz roja mientras las siluetas de la banda tomaban forma, arrancando con “Layers of Time“, que sacudió el recinto hasta sus cimientos. El brutal gruñido de Andrea Ferro provocó el frenesí del público, con su cara pintada asomando por el borde del escenario y los ojos clavados en los fans con una intensidad feroz. Luego llegó el contraste etéreo: Christina Scabbia, bañada en una luz blanca y helada, con su voz de mezzosoprano atravesando la oscuridad con una fuerza escalofriante mientras el teatro se llenaba de adoración hacia la cantante.
En estudio, Lacuna Coil es convincente, pero en directo son imparables. Cada miembro dominó su espacio con una presencia poderosa: Marco, con su característica pintura facial, destacaba con riffs de bajo llenos de carácter, conectando con el público sin esfuerzo. Detrás de la batería, Richard Meiz mantenía la energía alta, a menudo incitando a los fans con una baqueta apretada entre los dientes. Y Salomone, envuelto en misterio como un villano de novela gráfica, aportó nueva vida a la formación, con su guitarra destrozando la bruma como una cuchilla.
Un concierto de Lacuna Coil está diseñado para ser grandioso, meticulosamente organizado para ofrecer a los fans todo lo que desean. Si pidiéramos a sus acérrimos “Coilers” que diseñaran el setlist definitivo, el ejecutado aquella noche en Flores se acercó bastante. Temazos como “Reckless” y “Trip the Darkness” iluminaron la primera media hora hasta llegar a “Apocalypse” de Black Anima.
Cada vez que Cristina se movía por el escenario, la sala palpitaba, cada nota era un recordatorio de por qué es una de las voces más cautivadoras del género. Su combinación con Andrea se notó tan finamente sintonizada como para ser perfectamente eficaz, recorriendo con total facilidad la historia de la banda, retrocediendo casi veinte años hasta el clásico “Our Truth” de Karmacode.
Con el público totalmente inmerso, se escuchó el clásico “hey hey hey“. Algo que quizás se podría evitar es querer instalar en cada pausa el “La cuna Coil“, “ooh soy Lacuna“, o también estar todo el show con el celular queriendo capturar un video que nunca más verán o borrarán al llegar a sus casas, ya que se escucha mal. Ah, una cosa más: por favor, evitemos hablar en italiano o querer ser protagonista cantando todas las estrofas a los gritos sin dejar escuchar a los músicos.
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Los avances de nuevo material vienen en la forma de “In the Mean Time” y “Hosting the Shadow“, que, incluso sin la presencia de Ash Costello y de Randy Blythe, líder de Lamb of God, todavía se pueden percibir como una amalgama de ambas bandas en su mejor momento. A juzgar por la reacción de los fans, la expectativa por escuchar en vivo estas nuevas piezas era alta y la banda lo sabía.
Varias de las composiciones reelaboradas de Comalies (para el álbum del 20 aniversario) fueron, a mis oídos, más lentas y mucho más pesadas. Confieso que prefiero las originales, ya que la versión de Comalies XX me hizo ver a Lacuna Coil como una banda más pesada, melancólica y oscura que en sus inicios.
Promediando el concierto, la banda ofreció uno de sus temas característicos en directo: una inolvidable versión de “Enjoy the Silence” de Depeche Mode. A estas alturas, los comandados por Cristina y Andrea han hecho tan suya la canción que algunos fans podrían jurar que pertenece a su catálogo. La etapa final estuvo a cargo de un debut y posiblemente una pieza que se quede fija en el setlist de aquí a la eternidad. Los primeros acordes de “I Wish You Were Dead” (una de las mejores del nuevo álbum) hicieron saltar el termómetro de felicidad en el Teatro Flores, seguida de “Veneficium” de Black Anima y otra debutante, “Gravity“, del disco editado en febrero.
Ante el pedido de algún fan, la carismática cantante “parló en italiano” e indicó que interpretaría una pieza a capella. La sensacional “Senzafine” deleitó y enamoró a más de uno de los presentes, que rompieron en aplausos tras los 30 segundos de magia.
Para el final, y luego de los agradecimientos al público argentino, llegó “Nothing Stands In Our Way“, un poderoso himno de esperanza y perseverancia. El amor y la atención al detalle en cada una de las actuaciones en directo hacen de Lacuna Coil una experiencia extraordinaria. Luego de casi 90 minutos, el show había finalizado, y la banda comenzó a retirarse mientras lanzaban la lista de temas al público, algunas púas de guitarra, y lo último que vimos fue a Cristina despidiéndose con la mano, mientras los aplausos resonaban por todo el recinto
- Nihil
- Lacuna Coil
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Aquel miércoles 12 de marzo de 2025 fue un día caótico en la ciudad de la furia. Manifestaciones populares hicieron que el tránsito se volviera una locura y llegar al Teatro Flores fuera toda una travesía. Lacuna Coil iniciaba su gira mundial en Argentina presentando su nuevo material, Sleepless Empire, editado a principios de año.
Tan solo cruzar la puerta destinada para miembros de prensa y los invitados, se podía observar un público que, en promedio, rondaba los 30 años. Mucho glamour, vestimenta de estilo gótico y algún que otro metalero con campera de cuero y tachas. Si bien con el correr de los minutos el recinto fue completándose, para el momento en el que el acto soporte salió a escena, unas 150 personas ya se encontraban expectantes de ver a Cristina, Andrea, Maki, Richard y Daniele Salomone, el nuevo integrante de los milaneses.
Los que llegamos temprano fuimos testigos del espectáculo a cargo de los jóvenes Nihil. Respecto a su presentación, se notó que fue fluida y sincronizada. Todo estaba inmaculadamente coreografiado y desprendía una energía frenética, sobre todo por la garra de Abel, su vocalista. Cerraron su performance con “One Step Closer” de Linkin Park, en una interpretación de muy aceptable calidad.
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Pocas bandas alcanzan realmente el estatus de leyenda, pero los italianos Lacuna Coil lo han logrado. El icónico quinteto de goth metal ha construido una carrera de más de 25 años, avalada por diez álbumes de estudio (contando la regrabación de Comalies XX), giras por todos los continentes con entradas agotadas y actuaciones en el escenario principal de los mayores festivales de metal del mundo. Con este currículum, estamos a punto de presenciar el show de una de las mejores bandas en la historia del metal.
El escenario se iluminó con una sólida luz roja mientras las siluetas de la banda tomaban forma, arrancando con “Layers of Time“, que sacudió el recinto hasta sus cimientos. El brutal gruñido de Andrea Ferro provocó el frenesí del público, con su cara pintada asomando por el borde del escenario y los ojos clavados en los fans con una intensidad feroz. Luego llegó el contraste etéreo: Christina Scabbia, bañada en una luz blanca y helada, con su voz de mezzosoprano atravesando la oscuridad con una fuerza escalofriante mientras el teatro se llenaba de adoración hacia la cantante.
En estudio, Lacuna Coil es convincente, pero en directo son imparables. Cada miembro dominó su espacio con una presencia poderosa: Marco, con su característica pintura facial, destacaba con riffs de bajo llenos de carácter, conectando con el público sin esfuerzo. Detrás de la batería, Richard Meiz mantenía la energía alta, a menudo incitando a los fans con una baqueta apretada entre los dientes. Y Salomone, envuelto en misterio como un villano de novela gráfica, aportó nueva vida a la formación, con su guitarra destrozando la bruma como una cuchilla.
Un concierto de Lacuna Coil está diseñado para ser grandioso, meticulosamente organizado para ofrecer a los fans todo lo que desean. Si pidiéramos a sus acérrimos “Coilers” que diseñaran el setlist definitivo, el ejecutado aquella noche en Flores se acercó bastante. Temazos como “Reckless” y “Trip the Darkness” iluminaron la primera media hora hasta llegar a “Apocalypse” de Black Anima.
Cada vez que Cristina se movía por el escenario, la sala palpitaba, cada nota era un recordatorio de por qué es una de las voces más cautivadoras del género. Su combinación con Andrea se notó tan finamente sintonizada como para ser perfectamente eficaz, recorriendo con total facilidad la historia de la banda, retrocediendo casi veinte años hasta el clásico “Our Truth” de Karmacode.
Con el público totalmente inmerso, se escuchó el clásico “hey hey hey“. Algo que quizás se podría evitar es querer instalar en cada pausa el “La cuna Coil“, “ooh soy Lacuna“, o también estar todo el show con el celular queriendo capturar un video que nunca más verán o borrarán al llegar a sus casas, ya que se escucha mal. Ah, una cosa más: por favor, evitemos hablar en italiano o querer ser protagonista cantando todas las estrofas a los gritos sin dejar escuchar a los músicos.
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Los avances de nuevo material vienen en la forma de “In the Mean Time” y “Hosting the Shadow“, que, incluso sin la presencia de Ash Costello y de Randy Blythe, líder de Lamb of God, todavía se pueden percibir como una amalgama de ambas bandas en su mejor momento. A juzgar por la reacción de los fans, la expectativa por escuchar en vivo estas nuevas piezas era alta y la banda lo sabía.
Varias de las composiciones reelaboradas de Comalies (para el álbum del 20 aniversario) fueron, a mis oídos, más lentas y mucho más pesadas. Confieso que prefiero las originales, ya que la versión de Comalies XX me hizo ver a Lacuna Coil como una banda más pesada, melancólica y oscura que en sus inicios.
Promediando el concierto, la banda ofreció uno de sus temas característicos en directo: una inolvidable versión de “Enjoy the Silence” de Depeche Mode. A estas alturas, los comandados por Cristina y Andrea han hecho tan suya la canción que algunos fans podrían jurar que pertenece a su catálogo. La etapa final estuvo a cargo de un debut y posiblemente una pieza que se quede fija en el setlist de aquí a la eternidad. Los primeros acordes de “I Wish You Were Dead” (una de las mejores del nuevo álbum) hicieron saltar el termómetro de felicidad en el Teatro Flores, seguida de “Veneficium” de Black Anima y otra debutante, “Gravity“, del disco editado en febrero.
Ante el pedido de algún fan, la carismática cantante “parló en italiano” e indicó que interpretaría una pieza a capella. La sensacional “Senzafine” deleitó y enamoró a más de uno de los presentes, que rompieron en aplausos tras los 30 segundos de magia.
Para el final, y luego de los agradecimientos al público argentino, llegó “Nothing Stands In Our Way“, un poderoso himno de esperanza y perseverancia. El amor y la atención al detalle en cada una de las actuaciones en directo hacen de Lacuna Coil una experiencia extraordinaria. Luego de casi 90 minutos, el show había finalizado, y la banda comenzó a retirarse mientras lanzaban la lista de temas al público, algunas púas de guitarra, y lo último que vimos fue a Cristina despidiéndose con la mano, mientras los aplausos resonaban por todo el recinto
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