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Ozzy Osbourne
Patient Number 9 (2022)
Sony Music

Tracklist:
01. Immortal (feat. Mike McCready)
02. Patient Number 9 (feat. Jeff Beck)
03. Parasite (feat. Zakk Wylde)
04. No Escape From Now (feat. Tony Iommi)
05. One of Those Days (feat. Eric Clapton)
06. A Thousand Shades (feat. Jeff Beck)
07. Mr. Darkness (feat. Zakk Wylde)
08. Nothing Feels Right (feat. Zakk Wylde)
09. Evil Shuffle (feat. Zakk Wylde)
10. Degradation Rules (feat. Tony Iommi)
11. Dead and Gone
12. God Only Knows
13. Darkside Blues

Allá por el 2020, un año antes de comenzar a escribir para esta distinguida página, escribí una reseña sobre Ordinary Man, el decimotercer trabajo de Ozzy Osbourne y la vuelta como solista a los estudios luego de una década. Leyendo esta reseña y escuchando ese disco de vuelta, no creo que fuera pájaro de mal agüero al implicar en todo momento que ese iba a ser el último álbum que escucharíamos de parte del Príncipe de la Oscuridad. No es sólo que los últimos años no fueron buenos para la salud del cantante, que es bastante decir para alguien que se salvó tantas veces de la muerte, sino también porque Ozzy está muy consciente de ello, algo que se veía en las letras de aquel álbum: la muerte era un tema constante en esas canciones, como si el inglés estuviera observando el tiempo que le queda.

Aquel era un álbum introspectivo, donde Ozzy veía su vida y se lamentaba no sólo por todo lo malo que había pasado, sino también por el mal que había causado, sin importar que eso lo hiciera ver mal. Claro que lo de “quedar mal” se daba incluso si no fuera esa la intención de Ozzy: no hay que ser un experto en literatura para notar que el inglés contextualiza muchas de esas situaciones como “pecados por omisión”, como situaciones que se dieron por “no haber estado ahí”, a pesar de que si uno lee alguna biografía de Ozzy es extremadamente fácil encontrar cagadas que el Madman se mandó por sus propias acciones conscientes.

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Más allá de los resultados desparejos de aquel disco, sobre todo por la falta de un guitarrista con más identidad, algunas canciones que sonaban demasiado parecidas a otras, la voz de Ozzy que no puede sostenerse sin millones de arreglos de estudio y el hecho de que hubiera sido bastante extraño decir que la carrera de quien pusiera las bases del heavy metal con Black Sabbath terminó con una colaboración trap con Post Malone y Travis Scott, tuve una opinión un pelín más positiva que la de la crítica y público en general. Claro que me hubiera gustado poder decir que Ozzy había hecho como David Bowie o Celtic Frost cerrando su carrera con uno de los mejores discos de su carrera, pero un par de canciones decentes tampoco está mal.

Resulta que el Madman tenía todavía algo para dar, porque apenas unos días después de salido Ordinary Man Ozzy anunció que ya estaba trabajando en el siguiente álbum, diciendo que estaba “aprovechando que no podía dar recitales debido a la pandemia”, algo a lo que no pudo volver hasta el 2022. Es así que ahora tenemos Patient Number 9, decimocuarto álbum de Ozzy, y la primera vez que el Madman se tarda sólo dos años en sacar un nuevo disco desde No Rest for the Wicked de 1988.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Raphael Mendes en Buenos Aires: “Ningún prisionero atrapado en el tiempo”

Hablando primero de manera general, se puede ver PN9 como una segunda parte más convencional de Ordinary Man: aquel disco no sólo tenía tres colaboraciones con cantantes ajenos al rock pesado sino también un par de canciones por fuera del estilo, fuera la balada de piano junto a Elton John o el track antes mencionado con Post Malone y Travis Scott, mientras que PN9 tiene a Ozzy siempre al frente y con poquísimas excepciones se mantiene mucho más pesado y rockero a lo largo de todo el tracklist. Las colaboraciones siguen estando, pero acá son guitarristas, como veremos en este repaso.

Apretamos “play” y arrancamos con el tema título “Patient Number 9”, que tiene a la leyenda Jeff Beck en las seis cuerdas. Escrita desde la perspectiva de un paciente psiquiátrico (aunque Ozzy dijo que trata “sobre Sharon y él”, lo cual trae más preguntas que respuestas), esta es una canción de marcha bien pesada y rockera que recuerda a una versión más moderna de Black Sabbath y Beck le agrega su toque al track. 

No es una canción que dé mucho para hablar, aparte del hecho de que sigo sin ser fan de la producción a cargo de Andrew Watt: estoy seguro de que Watt es un tipo talentoso como músico y productor, pero cada canción me deja pensando que Ozzy funcionaría mucho mejor con alguien que esté especializado en heavy metal en vez del tipo que produce álbumes de Ed Sheeran y 5 Seconds of Summer. Así que tengan eso como comentario general.

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Seguimos con “Immortal”, donde Ozzy está acompañado por Mike McCready de Pearl Jam. Este es un track bastante genérico desde lo instrumental, aunque no por eso es inescuchable ni nada parecido, y tiene un lindo bajo pesado a cargo de Duff McKagan. Sin embargo, la canción parece perder el hilo original: arranca estando escrita desde la visión de alguna clase de vampiro o chupasangre sobrenatural, aunque el estribillo nos deja en claro que el “inmortal” del título hace referencia al mismo Ozzy. Hasta ahí todo bien, pero el otro verso parece de una canción completamente diferente, sobre gente que “se disfraza de amiga pero en realidad es enemiga”, y si uno le presta atención a esos detalles entonces queda una sensación muy extraña.

Más tarde nos encontramos al viejo conocido Zakk Wylde, quien también aparece acreditado en la mayoría de las canciones pero sólo en cuatro recibe un “feat.”. “Parasite” es la primera de ellas, con un riff grave de regusto stoner y rockero y ese toque sureño marca registrada de Wylde. Es una canción directa y con un buen estribillo, aunque no dé mucho para hablar más allá de eso: cumple y eso es lo que importa.

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Hablando de viejos conocidos, ¿habrá alguien que califique más en ambos adjetivos que Tony Iommi? Esta es la primera vez que el líder eterno de Black Sabbath está en un disco solista de su ex compañero de banda, y tener a la mitad de la formación clásica de Black Sabbath hace que sea bastante cantado cómo va a sonar la canción. La intuición no falla, y “No Escape From Now” es una oda sabbathica en todo sentido, desde la intro y outro con efectos vocales que recuerdan a “Planet Caravan” a la marcha pesada de ese riff ultra clásico, con una tarea muy destacable de Chad Smith (Red Hot Chili Peppers) detrás de la batería. De las mejores canciones del disco, sin lugar a dudas, y que da ganas de poder escuchar un nuevo álbum solista de su parte.

Llegamos al quinto track con “One Of Those Days”, junto a Eric Clapton. Es interesante poder escuchar a Clapton haciendo algo aparte del blues rock suave para radio de oficina que viene haciendo hace dos décadas y media y de las canciones anti barbijo que sacó junto a Van Morrison en los últimos años: esta debe ser la canción más pesada en la que haya estado desde su paso por Cream. Es otro track que cumple, sobre todo con un lindo teclado retro, con Ozzy cantando acerca de cómo está perdiendo la cordura, algo remarcado con una frase muy particular: “Es uno de esos días donde no creo en Jesús”.

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Cerramos la primera mitad del disco con “A Thousand Shades”, una balada orquestada junto a Jeff Beck. Los arreglos en la voz de Ozzy quedan bastante al descubierto sin los instrumentos distorsionados a su alrededor, lo que termina atentando contra el resultado final de una canción que arranca con mucho potencial, aunque la salva el solo de guitarra.

Seguimos con “Mr Darkness”, junto a Zakk Wylde, que tendrá una seguidilla de tres tracks como guitarrista principal. Esta es una canción de estructura progresiva, arrancando primero con una intro acústica y poco a poco poniéndose mucho más pesada, con un solo de guitarra explosivo y Ozzy tirando unos “Oh yeah!” que recuerdan inmediatamente al clásico “N.I.B.”. La canción es un tanto ambigua en cuanto a su significado, aunque no me sorprendería que el “Señor Oscuridad” del título sea el mismo Ozzy, y quien le esté escribiendo sea un fan obsesionado, a lo “Stan” de Eminem. No encontré a nadie más preguntándose eso, pero esa es mi teoría.

“Nothing Feels Right” es otro track extremadamente oscuro, con referencias al suicidio y a sentirse atrapado. Dije antes que Ozzy queda un tanto al descubierto en estas canciones más tranquilas, pero creo que en esta queda bastante bien parado, sobre todo gracias a las buenas melodías vocales y al dramatismo de su interpretación. Y, de vuelta, el solo hace su trabajo de principio a fin.

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“Evil Shuffle” suena tan Sabbath que me asombra que el guitarrista sea Wylde y no Iommi. Después de varias canciones tranquilas, el noveno track es un riff pesado tras otro, y no hubiera quedado nada mal en 13, aquella despedida discográfica de Black Sabbath. Sinceramente una de las mejores canciones del disco y, a juzgar por las escuchas en Spotify, una de las más subestimadas.

Hablando de Iommi, “Degradation Rules” es otra composición que escupe Sabbath desde cada uno de sus poros, como debería ser con cualquier canción que tenga al mago italiano en la guitarra. La letra es sobre un adicto a la masturbación, algo que tardé en darme cuenta hasta que la tuve escrita porque a veces es complicado entenderle a Ozzy. Como detalle, tanto “Nothing Feels Right” como “Degradation Rules” tienen la repetición de “doom, doom” en la letra.

“Dead and Gone” es una de dos canciones que no tiene a un guitarrista estrella invitado, y diría que esa es una de las razones por las que la instrumentación me deja un tanto frío: como dije antes, Watt será un músico talentoso pero no tiene un sello propio identificable o la técnica explosiva de otros que acompañaron al Madman a lo largo de su carrera. Tiene una atmósfera oscura y hasta un poco gótica, pero podría haberse quedado fuera del disco y no se hubiera perdido nada.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Wolf – Shadowland (2022)

La primera vez que vi el tracklist, esperaba que “God Only Knows” fuera un cover del clásico de los Beach Boys. No lo es, pero sí es un cierre decente para las canciones “normales” del álbum: una balada emotiva con un coro de voces femeninas acompañando a Ozzy, y un buen solo valvular de guitarra que no sé si agradecérselo a Watt, Wylde, a Josh Homme o a Dave Navarro, los cuatro guitarristas acreditados en el track. Un momento sentido que funcionaría de manera perfecta para cerrar el disco.

Usé el término “canciones normales”, y es que hay un track Nº13 en PN9: “Darkside Blues” es una canción que estaba incluida originalmente en la versión japonesa de Ordinary Man, y que acá cierra otro álbum. Es un blues rural bien tradicional, con efectos que le dan un toque onírico. No deja mucho para decir, pero es un track decente si sos fan de Ozzy y sus raíces bluseras.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Abbath – Dread Reaver (2022)

Es así que cierra Patient Number 9, y la verdad es que me deja con las mismas dudas que el anterior. La mezcla tiene un volumen excesivamente alto y la instrumentación peca de genérica en varias ocasiones: la falta de una banda fija que acompañe a Ozzy se hace sentir, más allá de que estemos hablando de músicos de sesión estrellas. De vuelta me quedo con ganas de que alguien más especializado en rock se encargue del sonido, y por momentos el disco se pone repetitivo, entre el sonido artificial de la voz del Madman y la repetición de temas.

Sin embargo y a pesar de todo ello, Patient Number 9 está un par de escalones por encima de Ordinary Man: está muy lejos de los mejores momentos de la carrera solista del cantante inglés, pero es mucho más sólido tanto en arreglos como en calidad general que aquella vuelta al estudio de 2020. El ejemplo perfecto de un disco de 6 puntos.

 

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Ozzy Osbourne
Patient Number 9 (2022)
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01. Immortal (feat. Mike McCready)
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03. Parasite (feat. Zakk Wylde)
04. No Escape From Now (feat. Tony Iommi)
05. One of Those Days (feat. Eric Clapton)
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08. Nothing Feels Right (feat. Zakk Wylde)
09. Evil Shuffle (feat. Zakk Wylde)
10. Degradation Rules (feat. Tony Iommi)
11. Dead and Gone
12. God Only Knows
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Allá por el 2020, un año antes de comenzar a escribir para esta distinguida página, escribí una reseña sobre Ordinary Man, el decimotercer trabajo de Ozzy Osbourne y la vuelta como solista a los estudios luego de una década. Leyendo esta reseña y escuchando ese disco de vuelta, no creo que fuera pájaro de mal agüero al implicar en todo momento que ese iba a ser el último álbum que escucharíamos de parte del Príncipe de la Oscuridad. No es sólo que los últimos años no fueron buenos para la salud del cantante, que es bastante decir para alguien que se salvó tantas veces de la muerte, sino también porque Ozzy está muy consciente de ello, algo que se veía en las letras de aquel álbum: la muerte era un tema constante en esas canciones, como si el inglés estuviera observando el tiempo que le queda.

Aquel era un álbum introspectivo, donde Ozzy veía su vida y se lamentaba no sólo por todo lo malo que había pasado, sino también por el mal que había causado, sin importar que eso lo hiciera ver mal. Claro que lo de “quedar mal” se daba incluso si no fuera esa la intención de Ozzy: no hay que ser un experto en literatura para notar que el inglés contextualiza muchas de esas situaciones como “pecados por omisión”, como situaciones que se dieron por “no haber estado ahí”, a pesar de que si uno lee alguna biografía de Ozzy es extremadamente fácil encontrar cagadas que el Madman se mandó por sus propias acciones conscientes.

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Llegamos al quinto track con “One Of Those Days”, junto a Eric Clapton. Es interesante poder escuchar a Clapton haciendo algo aparte del blues rock suave para radio de oficina que viene haciendo hace dos décadas y media y de las canciones anti barbijo que sacó junto a Van Morrison en los últimos años: esta debe ser la canción más pesada en la que haya estado desde su paso por Cream. Es otro track que cumple, sobre todo con un lindo teclado retro, con Ozzy cantando acerca de cómo está perdiendo la cordura, algo remarcado con una frase muy particular: “Es uno de esos días donde no creo en Jesús”.

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