

El público de Barcelona ya sabía que lo que estaba por venir no iba a ser un concierto cualquiera. Desde la primera nota de la intro, la sala se impregnó de una atmósfera eléctrica, cargada de expectativas y ansias de rock. The Picturebooks, ese dúo alemán que ha hecho de la crudeza su sello personal, subió al escenario con la firme intención de arrasar.
El pistoletazo de salida fue “Primate Dancer”, un tema enérgico y explosivo que sirvió como declaración de intenciones. Desde el primer acorde, Fynn Claus Grabke y Philipp Mirtschink demostraron que su directo no tiene comparación. La guitarra de Fynn rugía mientras Philipp golpeaba su batería con una violencia casi ritual, generando un ritmo hipnótico que envolvía a la audiencia.
Sin tiempo para asimilar el impacto inicial, el dúo atacó con “I Feel You“, una reinterpretación visceral del clásico de Depeche Mode. Su versión transformó el tema en una pieza cruda y tribal, eliminando cualquier atisbo de electrónica para convertirlo en una experiencia casi chamánica. La voz rasgada de Fynn y los golpes secos de Philipp en la batería llevaron la canción a otro nivel, generando una conexión inmediata con el público.
La energía se mantuvo en su punto máximo con “I Need That Oooh”, tema que Fynn presentó entre risas, contando la anécdota de su videoclip y la confusión con el camarero, lo que arrancó carcajadas entre los asistentes. Pero en cuanto empezó a tocar, el ambiente se tornó en puro frenesí. El público coreaba el estribillo con rabia, mientras Philipp destrozaba sus baquetas golpeando su enorme kit de batería.
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A continuación, llegó “PCH Diamonds”, un tema que evoca el espíritu de la carretera y que sirvió como un respiro dentro del huracán sonoro que estaban desatando. La manera en que Fynn se movía por el escenario, sintiendo cada nota, y cómo Philipp atacaba los tambores con una intensidad brutal, hicieron de esta interpretación un momento mágico.
El concierto también fue una oportunidad para mostrar el futuro de la banda con canciones nuevas. “Masquerade” dejó ver una ligera evolución en su sonido, con un groove más pesado que recordó a Rage Against the Machine. A pesar de su relativa novedad, la canción fue recibida con entusiasmo, y no hubo duda de que se convertiría en un himno en sus próximos conciertos.
La siguiente sorpresa llegó con “State Trooper“, una versión de Bruce Springsteen que The Picturebooks llevaron a su terreno. La crudeza y la atmósfera tensa que le imprimieron hicieron que el tema sonara aún más oscuro e hipnótico que la original. Fue uno de esos momentos en los que el público quedó completamente atrapado en la intensidad del directo.
Cuando sonaron los primeros acordes de “Electric Nights”, la sala explotó. El tema fue interpretado con una energía descomunal, con Fynn deslizándose sobre su guitarra y Philipp redoblando la potencia de sus golpes. La fuerza con la que tocan hace que cada canción parezca un ataque directo al alma del rock and roll.
La noche continuó con “Back to L.A.”, donde Philipp llevó su batería al límite, golpeándola con los puños en un frenesí de adrenalina. La combinación de blues, rock y furia primitiva hizo que este tema sonara como una auténtica declaración de principios de la banda.
Uno de los puntos culminantes del concierto llegó con “The Rabbit and the Wolf”. Desde el primer acorde, el público se entregó completamente, coreando cada palabra y dejándose llevar por la intensidad de la canción. La conexión entre la banda y la audiencia era absoluta. Fynn, completamente sudoroso, se acercó al borde del escenario, tocando con furia y provocando al público a gritar más fuerte.
A medida que avanzaba la noche, llegó el turno de “Why Mother Why”, un tema cargado de emoción, donde la crudeza habitual del dúo se mezcló con una atmósfera melancólica. La inclusión de un coro pregrabado añadió una dimensión distinta a la canción, mostrando que The Picturebooks son capaces de jugar con distintos matices sin perder su esencia.
El concierto continuó con “E.L.I.Z.A.B.E.T.H”., una de las canciones más inquietantes del setlist. Con una base rítmica obsesiva y una guitarra casi desgarradora, el tema se convirtió en un viaje hipnótico que atrapó a la audiencia. La intensidad creció hasta alcanzar un punto de euforia colectiva.
Cuando llegó el turno de “The Hands of Time”, el ambiente estaba completamente cargado. El público se dejó la voz en cada estribillo, y la sala se convirtió en un mar de energía pura. The Picturebooks demostraron que pueden llenar cualquier espacio con su sonido, sin necesidad de artificios ni grandes producciones.
Para cerrar la noche, “Your Kisses Burn Like Fire” fue el último golpe de efecto. La entrega del dúo fue absoluta, con Philipp golpeando los tambores con una rabia descomunal y Fynn retorciéndose sobre su guitarra. El sudor y la intensidad marcaron el final del setlist, pero la banda aún tenía un as bajo la manga.
Cuando parecía que todo había acabado, The Picturebooks regresaron al escenario para un bis inesperado. “Running Wild and Free” fue interpretada en solitario por Fynn Grabke. Puños en alto por la brutalidad con la que había tocado, se despidieron con una última canción, “Zero Fucks Given”, que estaba fuera del setlist. Fue el broche perfecto para una noche de rock sin concesiones, donde el dúo alemán reafirmó su estatus como una de las bandas más auténticas y poderosas del panorama actual.
Lo más impresionante de The Picturebooks es que lo hacen todo ellos mismos. Cargan su equipo, venden su propio merchandising y se encargan de cada detalle de sus giras, siempre con la ayuda de Claus Grabke, el incansable padre de Fynn. En tiempos en los que el rock parece estar en peligro de extinción, conciertos como este demuestran que aún queda esperanza.
Porque, aunque las salas de rock vayan desapareciendo, mientras existan bandas como The Picturebooks, la esencia del rock and roll seguirá viva.


El público de Barcelona ya sabía que lo que estaba por venir no iba a ser un concierto cualquiera. Desde la primera nota de la intro, la sala se impregnó de una atmósfera eléctrica, cargada de expectativas y ansias de rock. The Picturebooks, ese dúo alemán que ha hecho de la crudeza su sello personal, subió al escenario con la firme intención de arrasar.
El pistoletazo de salida fue “Primate Dancer”, un tema enérgico y explosivo que sirvió como declaración de intenciones. Desde el primer acorde, Fynn Claus Grabke y Philipp Mirtschink demostraron que su directo no tiene comparación. La guitarra de Fynn rugía mientras Philipp golpeaba su batería con una violencia casi ritual, generando un ritmo hipnótico que envolvía a la audiencia.
Sin tiempo para asimilar el impacto inicial, el dúo atacó con “I Feel You“, una reinterpretación visceral del clásico de Depeche Mode. Su versión transformó el tema en una pieza cruda y tribal, eliminando cualquier atisbo de electrónica para convertirlo en una experiencia casi chamánica. La voz rasgada de Fynn y los golpes secos de Philipp en la batería llevaron la canción a otro nivel, generando una conexión inmediata con el público.
La energía se mantuvo en su punto máximo con “I Need That Oooh”, tema que Fynn presentó entre risas, contando la anécdota de su videoclip y la confusión con el camarero, lo que arrancó carcajadas entre los asistentes. Pero en cuanto empezó a tocar, el ambiente se tornó en puro frenesí. El público coreaba el estribillo con rabia, mientras Philipp destrozaba sus baquetas golpeando su enorme kit de batería.
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El concierto también fue una oportunidad para mostrar el futuro de la banda con canciones nuevas. “Masquerade” dejó ver una ligera evolución en su sonido, con un groove más pesado que recordó a Rage Against the Machine. A pesar de su relativa novedad, la canción fue recibida con entusiasmo, y no hubo duda de que se convertiría en un himno en sus próximos conciertos.
La siguiente sorpresa llegó con “State Trooper“, una versión de Bruce Springsteen que The Picturebooks llevaron a su terreno. La crudeza y la atmósfera tensa que le imprimieron hicieron que el tema sonara aún más oscuro e hipnótico que la original. Fue uno de esos momentos en los que el público quedó completamente atrapado en la intensidad del directo.
Cuando sonaron los primeros acordes de “Electric Nights”, la sala explotó. El tema fue interpretado con una energía descomunal, con Fynn deslizándose sobre su guitarra y Philipp redoblando la potencia de sus golpes. La fuerza con la que tocan hace que cada canción parezca un ataque directo al alma del rock and roll.
La noche continuó con “Back to L.A.”, donde Philipp llevó su batería al límite, golpeándola con los puños en un frenesí de adrenalina. La combinación de blues, rock y furia primitiva hizo que este tema sonara como una auténtica declaración de principios de la banda.
Uno de los puntos culminantes del concierto llegó con “The Rabbit and the Wolf”. Desde el primer acorde, el público se entregó completamente, coreando cada palabra y dejándose llevar por la intensidad de la canción. La conexión entre la banda y la audiencia era absoluta. Fynn, completamente sudoroso, se acercó al borde del escenario, tocando con furia y provocando al público a gritar más fuerte.
A medida que avanzaba la noche, llegó el turno de “Why Mother Why”, un tema cargado de emoción, donde la crudeza habitual del dúo se mezcló con una atmósfera melancólica. La inclusión de un coro pregrabado añadió una dimensión distinta a la canción, mostrando que The Picturebooks son capaces de jugar con distintos matices sin perder su esencia.
El concierto continuó con “E.L.I.Z.A.B.E.T.H”., una de las canciones más inquietantes del setlist. Con una base rítmica obsesiva y una guitarra casi desgarradora, el tema se convirtió en un viaje hipnótico que atrapó a la audiencia. La intensidad creció hasta alcanzar un punto de euforia colectiva.
Cuando llegó el turno de “The Hands of Time”, el ambiente estaba completamente cargado. El público se dejó la voz en cada estribillo, y la sala se convirtió en un mar de energía pura. The Picturebooks demostraron que pueden llenar cualquier espacio con su sonido, sin necesidad de artificios ni grandes producciones.
Para cerrar la noche, “Your Kisses Burn Like Fire” fue el último golpe de efecto. La entrega del dúo fue absoluta, con Philipp golpeando los tambores con una rabia descomunal y Fynn retorciéndose sobre su guitarra. El sudor y la intensidad marcaron el final del setlist, pero la banda aún tenía un as bajo la manga.
Cuando parecía que todo había acabado, The Picturebooks regresaron al escenario para un bis inesperado. “Running Wild and Free” fue interpretada en solitario por Fynn Grabke. Puños en alto por la brutalidad con la que había tocado, se despidieron con una última canción, “Zero Fucks Given”, que estaba fuera del setlist. Fue el broche perfecto para una noche de rock sin concesiones, donde el dúo alemán reafirmó su estatus como una de las bandas más auténticas y poderosas del panorama actual.
Lo más impresionante de The Picturebooks es que lo hacen todo ellos mismos. Cargan su equipo, venden su propio merchandising y se encargan de cada detalle de sus giras, siempre con la ayuda de Claus Grabke, el incansable padre de Fynn. En tiempos en los que el rock parece estar en peligro de extinción, conciertos como este demuestran que aún queda esperanza.
Porque, aunque las salas de rock vayan desapareciendo, mientras existan bandas como The Picturebooks, la esencia del rock and roll seguirá viva.